domingo, 25 de octubre de 2009
CLORINDA MATTO DE TURNER, CIEN AÑOS EN LA GLORIA
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Con el motivo de conmemorar el centenario del fallecimiento de la insigne escritora cusqueña (25 de octubre de 1909), el pasado 23 de octubre, en el Centro de Convenciones de la Municipalidad del Cusco, se realizó el Foro: “APORTES DE CLORINDA MATTO DE TURNER AL SIGLO XXI”, organizado por la Sociedad Pro Cultura Clorinda Matto de Turner, que preside Nohemí Estrada Pérez y la comisión encargada, presidida por Gilma Olazábal, quienes convocaron la participación de intelectuales cusqueños, nacionales y extranjeros.
Por la mañana, la escritora Emperatriz Escalante, analizó la obra “Tradiciones Cusqueñas”; la Dra. Mariana Mould de Pease, se ocupó de “Viaje de Recreo” la obra de edición póstuma de Clorinda y que versa sobre su viaje triunfal por Europa; la Dra. Carolina Ortiz, hizo un paralelo entre la vida y el pensamiento crítico de Guamán Poma y Clorinda Matto, como creadores de cultura de respuesta desde la América al mundo occidental. Las conferencias fueron comentadas por Ruth Miranda y Gabriela Cuba.
Por la tarde disertaron interesantes ponencias los escritores Luis Nieto Degregori y Enrique Rosas Paravicino, y la investigadora española María Pía Sirvent De Luca, cuya intervención fue sobre las Tertulias literarias que doña Clorinda propiciara en su casa, durante su estadía en Lima, replicando las que años antes realizara en esa ciudad la escritora argentina Juana Manuela Gorriti. La Dra. Sirvent, -a quien conocí en Lima en las Jornadas sobre la obra de Don Ricardo Palma, que organiza la universidad que lleva ese nombre-, se preguntaba sobre lo difícil que sería para esas mujeres, proscritas de la cultura oficial, el exhibir su talento en un medio mediocre y hostil por el puritanismo prejuicioso imperante que había relegado a la mujer a las labores del hogar y la cocina.
Rosas Paravicino, nos hizo recuerdo de la luchadora e intelectual, periodista, ensayista y novelista que después de varias caídas por su militancia política y su ideología vanguardista, su lucha por los derechos ciudadanos de la mujer, por la dignidad de las clases desposeídas y la redefinición de la identidad nacional, terminara en el exilio argentino, desde donde su prestigio fue reconocido en el mundo entero.
Rosas, analizó la obra “Aves sin nido” libro precursor de la narrativa indigenista y dijo que “La novelista cusqueña fue dueña de una personalidad carismática y de una valentía indoblegable que ni los ataques más insidiosos ni los golpes de la desgracia y el exilio pudieron disminuirla”. Asimismo, hizo hincapié en la célebre conferencia “Las Obreras del Pensamiento de América del Sur”, que Clorinda dictó en el Ateneo de Buenos Aires, y en la importancia de su revista: “El búcaro Americano” en la difusión de las ideas feministas en nuestro continente.
El reconocido escritor Luis Nieto Degregori abundó sobre la vigencia de la obra de Clorinda como literata fundadora de la tendencia indigenista, pues, fue una de las primeras escritoras profesionales que vivió de la escritura, que fue su arma de combate político, como periodista y su instrumento de creación estética, como novelista. Resaltó el hecho de haberse impuesto en una sociedad machista que relegaba a la mujer al ámbito doméstico y que su obra literaria debía ser divulgada entre la juventud estudiosa
La Dra. María Luisa Pineda, docente de la Universidad Andina, hizo el comentario y un conjunto de interrogantes sobre la obra de la escritora homenajeada, a los ponentes.
Mi participación debió ser estrictamente el comentario de lo dicho por nuestros ilustres escritores; pero, creí necesario usar de ese pequeño lapso que se me concedió, -y con la autoridad que me da el haberme dedicado casi un par de décadas al estudio y difusión de la obra de Clorinda-, para decir con emoción y en voz alta, en honor de aquella excelsa mujer, paradigma y orgullo de mi tierra, lo que sigue:
Clorinda es la intelectual mujer más importante de la historia peruana y su pensamiento y su lucha siguen vigentes, sencillamente, porque subsiste la injusticia, la desigualdad, la discriminación y la exclusión.
La escritora Cacerista militante fue combatida y perseguida por sus enemigos políticos, los pierolistas y civilistas; -culpables de traición a la patria, durante la Guerra con Chile, por haberse dedicado al entreguismo y venta de nuestras riquezas y haber desoído el clamor popular para armar al país, al que entregaron al saqueo y a la mutilación territorial- y cuando en 1895 el civilismo asaltó el poder, sancionó el exilio de la escritora, destruyendo sus bienes y postergándola, no sólo de la historia de la literatura, sino, de la historia oficial del país. Por ser mujer, indigenista, provinciana y por tener talento y éxito.
El investigador Efraín Kristal en su obra: “Una Visión urbana de los andes” (Lima 1991), denunció que sistemáticamente se eliminaron las contribuciones de las intelectuales mujeres de finales del siglo 19 e inicios del siglo 20. Ahora se sabe con qué saña atacaron a Mercedes Cabello de Carbonera, y cómo insultaron y vejaron a Clorinda. Eso no ha cambiado hasta hoy, sea en la televisión o en los cenáculos culturales, la literatura andina es juzgada peyorativamente como anticuada, desfasada, arcaica, como si el plagio descarado de las literaturas de la cultura decadente fueran lo mejor y lo moderno.
Un cuarto de siglo después de la muerte de Clorinda una estudiosa portorriqueña la Dra. Concha Meléndez, en su trabajo doctoral “La Novela indianista en Hispanoamérica” presentada en Madrid en 1934, rescató la obra de Clorinda para las letras hispanoamericanas, cuando en el Perú se la había olvidado por completo lapidándola con alevoso oprobio.
Ni Mariátegui con toda su erudición y conocimiento indigenista y social la recuerda en sus “7 Ensayos”, y peor, los civilistas y niños bien de la oligarquía detentora del poder, como el escritor Ventura García Calderón, un señorito capitalino, misógino, más francés que peruano, le hizo una terrible campaña de descrédito. Cobardemente, aún después de muerta la escritora, escribió:
“El crítico escrupuloso va descubriendo en las bibliotecas novelas flojas que una polilla generosa destruye: El Padre Horán de Narciso Aréstegui, publicadas en folletín de los periódicos y las de Clorinda Matto de Tourner (sic), costurera literaria, genio de la vulgaridad que remendaba en prosa doméstica, epistolar, novelas, -novelas como de todas las institutrices inglesas- hasta que la muerte cortó el carrete de hilo y detuvo la máquina”, felizmente la polilla fue más generosa con las obras de don Ventura. También, Pedro Paz Soldán y Unanue o “Juan de Arona”, un acérrimo pierolista la atacó acerbamente, esgrimiendo abierta y vergonzosamente su racismo, machismo, misoginia y envidia.
Hasta hoy, se le regatea a Clorinda su estatus de prócer y paradigma de la literatura nacional, se conspira con el silencio contra su obra. Luis Alberto Sánchez y otros críticos la reducen a simple “imitadora de Palma”, en sus tradiciones, cuando se sabe, como lo hizo notar Ruth Miranda, esta mañana, que Palma no fue el inventor de las tradiciones, las tomó de escritores españoles como Becker y el mismo tradicionista generoso y galante fue mentor de Clorinda a quien consideraba su discípula.
Algo que se tiene miedo de decir, es que el odio contra Clorinda lo propició el clero retrógrado y la cucufateria fanática e ignorante, porque , valientemente, propugnó “el fin del CELIBATO de los curas, como exigencia social”, para evitar todo tipo de vejaciones monstruosas como las violaciones de niños, los amancebamientos y concubinatos propiciados por los “ministros de Dios”, y esa exigencia aun sigue vigente, pues, de haberse escuchado a Clorinda, hace ya un siglo, no hubieran ocurrido, en pleno siglo 21, los escándalos sexuales de sacerdotes católicos pedófilos, ni estos hubieran desgraciado a tantos inocentes.
Las damas de la cucufatería cusqueña, azuzadas por los curas le escribieron a Clorinda estas vergonzosas notas: “Señora, no volváis a esta ciudad que tuvo LA DESGRACIA DE DAROS EL SER. No volváis, porque tendríamos el dolor de maldeciros. De hoy en adelante, tenéis un lugar allá muy lejos... En el Oriente… Vos sabéis dónde… No volváis Señora, porque vuestro nombre ha desaparecido de entre nosotros.
Ayer, fue ignominiosamente quemado ante el pueblo apiñado que pedía, se convirtiera en cenizas vuestra efigie… Adiós señora, vuestro nombre queda cubierto de eterno oprobio…”
La respuesta de la escritora fue solamente: “Os perdono”.
Felizmente, de ese tumulto ignorante y fanático sólo queda un amasijo de cenizas que nadie recuerda, mientras que de las cenizas de Clorinda, como si fuesen del ave Fénix, esperamos su resurrección
En pleno siglo 21 son totalmente vigentes los motivos de las luchas de Clorinda a favor de los pobres y en especial de los pueblos indígenas, que siguen siendo masacrados y agredidos: recordemos la matanza de Bagua, en este mismo año o la guerra que el estado chileno está declarando a la etnia araucana. Como en el siglo 16, en que Sepúlveda consideraba a los indios seres sin alma y por consiguiente explotables, se está demostrando que la secular exclusión está en plena vigencia.
Desde la época de Clorinda hasta la dación de la Ley de Reforma Agraria en 1968, los terratenientes o gamonales compraban haciendas con sus indios, (pues estos trabajaban gratis para su patrón); alquilaban pongos y mitanis, tenían derecho a la “pernada”, asesinaban, mutilaban, cercenaban los senos a las mujeres, castraban a los varones indígenas insumisos o revoltosos, los marcaban a fuego, con marca de caballo; con calumnias los encarcelaban y despojaban de sus bienes, y la historia de los campesinos indios no es otra que una secuencia atroz de masacres tras masacres (en Anta, Pujiura, Lauramarca, Solterapampa, Urcos, Huatquiña y cien etcéteras más.) y, después, durante la guerra sucia, más del 80 % de los setenta mil muertos, torturados desaparecidos y sepultados en fosas clandestinas, fueron “indios”. Cómo no estaría vigente la lucha de Clorinda que fue la primera en denunciar al mundo la explotación criminal contra la raza andina. Esa lucha política por la humanidad doliente tiene más valor que toda la literatura junta. Y lo digo aunque me “excomulguen” los literatos.
En cuanto a la cuestión de género, la exclusión sigue vigente, aunque se ha avanzado mucho y se consiguió el derecho al voto; pero, la mujer, el sexo bello, -como dijera la Dra. María Pia Sirvent- sigue dominada y aplastada por el sexo “feo”; la sociedad toda sigue siendo machista.
Clorinda ha sido la primera escritora feminista del continente, su lucha, sus escritos, su vida misma fueron para reivindicar a la mujer. Y se adelantó a su época, cuando propugnaba el estudio de las ciencias y la técnica. Como buena positivista y cercana a las ideas anarquistas de su maestro y amigo González Prada, creía en los beneficios de la educación, como única salida del atraso y postergación de la población peruana. Abogaba por la libertad de pensamiento y credo. Para contribuir con la vigencia y reivindicación del Quechua, tradujo los evangelios cristianos y fue abanderada del americanismo al escribir y aquilatar a los grandes valores de la intelectualidad continental. De vivir más tiempo y de pulir sus obras o entregar más frutos de su preclaro intelecto, con seguridad, hubiera sido galardonada con el premio Nobel.
En el Cusco, fueron muchos los intelectuales que reivindicaron su nombre y su lucha: Ángel Vega Enríquez, que fuera su guía durante su visita a París, José Gabriel Cosio, Uriel García, Luis Felipe Paredes, Manuel E. Cuadros, quien descubrió su partida de bautizo, Alfredo Yépez Miranda, Alcides F. Estrada, Julio G. Gutiérrez, Eulogio Tapia, Luis Nieto, Gustavo Pérez Ocampo, Eduardo Pimentel Cáceres, César Augusto Reinaga, Ángel Avendaño, José Tamayo Herrera, etc. Y a nivel nacional: Abelardo Gamarra, Emilio Gutiérrez de Quintanilla, Jorge Basadre, Alberto Tauro, Antonio Cornejo Polar, Francisco Carrillo, Tomás Escajadillo, etc., escribieron sendas biografías y comentarios críticos sobre la vida y obra de nuestra paisana, documentos, muchos de de los cuales he compilado y colocado en Internet en la dirección que sigue:
http://clorinda-matto-de-turner.blogspot.com/
Muchos autores, todavía, erróneamente, consideran que nació en la Hacienda Paullo Chico en Calca, el 11 de noviembre de 1854, pese a que Manuel E. Cuadros encontró y publicó su partida de bautismo, con el nombre de Grimanesa Martina, nacida el 11 de noviembre de 1852.
Cualquier duda se disipa al leer estas frases emotivas escritas por Clorinda en su obra “Viaje de Recreo”, con lo que concluyo esta intervención:
“Detesto el agua tibia y los temperamentos indecisos; por eso amo y odio con llaneza y con ardor y lo que emprendo llega a la cima. Esta gira europea misma que estoy realizando, sola, cumplidos ya los cincuenta años de existencia, es manifestación comprobatoria del carácter cimentado en la sentencia shakesperiana, ser o ser. Si no nací en Londres, nací en el Cuzco, y me siento llena de orgullo legítimo. ¿Por qué no confesarlo? El disimulo de nuestras espontaneidades es hipocresía: yo la detesto del mismo modo que al agua tibia”. (El énfasis es nuestro).
jueves, 15 de octubre de 2009
REPATRIAR LOS RESTOS DE CLORINDA
Desde Lima, no desde la Argentina:
REPATRIAR LOS RESTOS DE CLORINDA
“Sin hogar y sin Patria, cadáver entre los vivos vagaré así como sin sombra y sin sol, pero mis cenizas irán a reposar en tu suelo madre mía, junto a los pedazos del corazón”.
Carta de Clorinda Matto de Turner poco antes de su fallecimiento.
Me he enterado por los medios periodísticos de una importante iniciativa encabezada por nuestro amigo periodista Calixto Coanqui, quien en su calidad de Regidor de la Comuna local ha iniciado las gestiones para la repatriación de los restos mortales de la insigne novelista cusqueña Doña Clorinda Matto de Turner. Iniciativa que secundaremos hasta verla hecha realidad y que a nuestra epónima paisana le hagamos el mausoleo que se merece.
Sin embargo es menester aclarar una inexactitud en cuanto al pedido del señor Coanqui, quien, al parecer, pensó que los restos de la autora de “Aves sin Nido”, se hallaban todavía en Buenos Aires. Lo cierto es que, como podemos leer en un estudio enjundioso sobre la gran escritora, publicado en la Revista “CIENCIAS Y ARTES” (Cusco - 1966), cuyo autor es el destacado periodista y músico Prof. Eduardo Pimentel Cáceres, (trabajo que obtuviera el Primer Premio en los Juegos Florales del Magisterio Cusqueño en 1966), todavía en 1924, el Congreso de la República, a pedido de las instituciones culturales y los intelectuales, en especial de la educadora Zoila Aurora Cáceres, hija del Mariscal de la Breña, gestionó la repatriación de los restos, los mismos que se hallaban en el cementerio de Buenos Aires, Argentina, en la tumba de la Señora Colman de Blanco.
Clorinda, partidaria del General Cáceres, fue perseguida por sus adversarios políticos y el clero reaccionario y tuvo que optar por el exilio después de la revolución pierolista de 1895. Fue la Argentina, el país que la cobijó como a una hija, dotándola de todo cuidado, reconociendo su trayectoria cultural y gran capacidad intelectual; es así que dirigió la Revista “El Búcaro Americano”, con la cual, su prestigio y nombre alcanzaron fama universal. Nimbada ya por los lauros de la inmortalidad realizó un viaje por Europa, periplo que describió con maestría y amplísima erudición en su obra de edición póstuma: “VIAJE DE RECREO”, la misma que la Municipalidad Cusqueña y la Sociedad Pro-Cultura Clorinda Matto de Turner, tuvieron el acierto de reeditar el pasado año.
Clorinda, en su relato hace notar que su salud estaba precaria, enfermó en España. Pero aún así visitó Italia, Francia, Suiza, Inglaterra y Alemania. En todo lugar fue recibida, por lo más graneado de la intelectualidad europea. No hubo, hasta hoy, ningún paisano que gozara de tal magnitud de reconocimientos, los mismos que le granjearon la calumnia, el encono, la envidia de los escritores civilistas de la burguesía limeña y la cucufatería, pues no toleraban que a una provinciana, que escribía sobre el indio y había tenido el valor y la entereza moral de señalar con el dedo las lacras sociales de su tiempo y, más aún, había tenido las agallas para exigir el fin del celibato, para evitar las acciones corruptas de los curas, la aclamaran en europa. Por eso la acallaron la insultaron, la persiguieron, la borraron de las letras nacionales.
Vuelta a Buenos Aires, Clorinda enfermó y temerosa por su vida escribió varias cartas a sus familiares y amigos, y dictó su testamento. La operación no fue exitosa y la escritora falleció el día 25 de octubre de 1909. Conforme con su testamento se la sepultó en la metrópoli bonaerense. Sin embargo, en una de sus cartas pidió que algún día reposaran sus restos al lado del corazón de su madre, aquí en el Cusco.
El 30 de noviembre de 1924, llegaron los restos de Clorinda a playas peruanas y fueron sepultados en una tumba del cementerio Presbítero Maestro, en Lima, donde pude visitar, todavía en mi infancia, guiado por mi padre, un apasionado de la obra de nuestra paisana. Cerca a su tumba, se halla la del genial vate nacional José Santos Chocano, quien pidiera sólo un metro cuadrado para que algún día se le “enterrara de pie”. En el mismo cuartel está la Tumba del Amauta José Carlos Mariátegui, con esa cita de Henry Barbusse como epitafio: “¿Sabéis quien es Mariátegui?, pues bien, Mariátegui es la nueva luz de América, el prototipo del nuevo hombre americano”.
Esa luz de América brilló también en la gran Clorinda, ya es tiempo que sus paisanos hagamos que sus restos sagrados reposen en esta tierra que la vio nacer y a cuya gloria entregó toda su vida, su sangre y sus ideas. Es tiempo de recuperar la casona donde nació y vivió para hacer de ella un centro que albergue a las instituciones culturales y a la intelectualidad del Cusco.
jueves, 1 de octubre de 2009
APOLOGÉTICO EN FAVOR DE CLORINDA MATTO DE TURNER (Compilación)
01.- PREFACIO
Escribe: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
Hay muchas formas de acercarse a Clorinda Matto de Turner, una es a través de su variada producción literaria, tradiciones, leyendas, biografías, ensayos, escritos políticos, poesía, novela y testimonios autobiográficos.
Otra es a través de la fuente escrita por los comentaristas de su obra, biógrafos y críticos literarios. Y la última es escudriñando lo que no se dijo de ella, lo que se calló o tergiversó con malévola intención.
Con paciencia y devoción a lo largo de 10 ó 20 años he ido reuniendo materiales escritos acerca de nuestra gran paisana, la señora Clorinda Matto de Turner, con la finalidad de darlos a publicidad algún día, y, lo que al principio no eran más que fotocopias sencillas de algunos artículos, ahora es un voluminoso ejemplar que agrupa a más de treinta autores; compilación que he titulado "APOLOGÉTICO EN FAVOR DE CLORINDA MATTO DE TURNER", parafraseando la obra de nuestro escritor Juan Espinoza Medrano, el ilustre "Lunarejo", en la defensa que hiciera del escritor culterano y poeta español Don Luis de Góngora y Argote, todavía en el siglo XVII.
La obra reúne medio centenar de ensayos, comentarios, proemios y noticias sobre la vida y obra de Clorinda Matto de Turner, ordenadas cronológicamente, en acuerdo a la fecha de publicación; constituye un valioso venero, no sólo para el estudioso o especialista si no para el gran público, pues, en él se puede apreciar el desarrollo evolutivo del conocimiento acerca de la insigne cusqueña, su vida valiente y luchadora, su sacrificio por causas nobles y grandes ideales contra venales enemigos gratuitos, nulidades mediocres que, en algún momento, después de su partida del Perú y aún después de su muerte, conspiraron para borrarla de la historia social y literaria de la patria.
Pero aquí está la fuente escrita, la fuente de primera mano, desde el testimonio vivo de sus contemporáneos y maestros como Abelardo Gamarra "el Tunante", don Ricardo Palma, prologuista de la primera edición de las "Tradiciones Cusqueñas" (Lima 1,884), Julio F. Sandoval, biógrafo de la escritora, Emilio Gutiérrez de Quintanilla, autor del "Juicio Crítico" para la edición española de "Ave sin Nido" en 1906. Son pues valiosos escritos de primera mano que complementan el magnífico testimonio autobiográfico que Clorinda escribió en su "Viaje de Recreo", publicado póstumamente, después de su fallecimiento acaecido en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909.
Siguen los trabajos iniciales de investigación de cusqueños ilustres como el Dr. José Gabriel Cosio en el prólogo a la segunda edición de "Tradiciones Cusqueñas" Cusco, 1917. El ensayo del Dr. Eulogio Tapia Olarte, en 1934, en su obra "Cinco grandes escritores cusqueños". El ensayo "Clorinda Matto de Turner" de Juan Cruz Ocampo, publicado en la Revista Universitaria en 1935. El artículo "Tradicionista Cusqueña", del Dr. Luis Felipe Paredes, en el 3er. número de la Revista del Instituto Americano de Arte, Cusco, 1944. "Clorinda Matto de Turner", ensayo del Dr. Alfredo Yépez Miranda, (a quien tuve el honor de conocer y recibir de él, como sagradas reliquias, sus libros y sus auspiciosos elogios) en la edición de "Aves sin Nido", que realizara la Universidad San Antonio Abad del Cusco y también publicada en su obra "Signos del Cusco", Lima 1946.
Está integrado, también, un pequeño articulo de denuncia con el título de "Clorinda Matto de Turner" en la Revista "Mundo Libre" en 1948, de Edgardo Díaz Pezo, donde se lee parte de la carta que fanáticas damas de la cucufata sociedad cusqueña, le escribieron conminándola a no regresar nunca a su tierra natal. Este artículo signa una época de investigación y esclarecimiento que auguraba la reivindicación de la obra de la gran escritora.
Ya años antes, la escritora portorriqueña Concha Meléndez, nacida en 1904, en su tesis "La novela indianista en Hispanoamérica, 1832-1889" publicada en Madrid en 1934, había dado el primer paso para reivindicar la obra de Clorinda en el mundo de las letras. Y, en 1924, Zoila Aurora Cáceres había propiciado la iniciativa gubernamental para la repatriación de los restos de Clorinda Matto de Turner, y su posterior exhumación en el cementerio limeño Presbítero Maestro, cuya tumba pude ver, constreñido, aún niño, en una visita que hiciera a ese cementerio, guiado por mi padre, donde vi las tumbas de José Santos Chocano, José Carlos Mariátegui y otros grandes valores de la peruanidad.
Se insertan, igualmente, algunas secciones de un rarísimo ejemplar del primer libro de investigación exclusivamente clorindista escrito por un cusqueño, titulado "Paisaje y Obra, mujer e Historia: Clorinda Matto de Turner", Cusco 1949, del escritor e historiador Manuel E. Cuadros Escobedo, quien descubrió la partida de bautizo de Grimanesa Martina Matto Usandivares en la capilla del Sagrario, con lo que echó por tierra todas las especulaciones sobre el lugar de nacimiento de la escritora; de esa partida se colige que Clorinda nació el 11 de noviembre de 1852, en el Cusco y no el 11 de noviembre de 1854 en una hacienda de Qoya, Calca, como aún, medio siglo después, se sigue repitiendo erróneamente, contra afirmaciones tan tajantes de la propia escritora en su obra "Viaje de Recreo", donde escribe: "...si no nací en Londres nací en Cusco y me siento llena de orgullo legítimo. ¿Por qué no confesarlo? El disimulo de nuestras espontaneidades es hipocresía; y yo la detesto del mismo modo que al agua tibia.".
Sigue una "Guía para un estudio de Clorinda Matto de Turner", ponderado artículo del Dr. Augusto Tamayo Vargas, publicado en la Revista "Cultura Peruana" No.58. Lima 1953.
También obra en este trabajo un rarísimo ejemplar de un periódico mural del Comité Pro Construcción del Monumento a Clorinda Matto de Turner, fechado en Calca, 1954, a iniciativa del ilustre clorindista Dr. Alcides F. Estrada.
El artículo "Un Homenaje a doña Clorinda Matto de Turner", escrito por mi padre, el periodista Julio G. Gutiérrez Loayza (Pancho Fierro), admirador y cultor de la obra de Clorinda, en El Sol del Cusco, del 3 de julio de 1954. Va a continuación otro ensayo "Clorinda Matto de Turner, del literato y gramatista, Dr. José Gabriel Cosio, En El Sol del 10 de agosto de 1954.
Luego los capítulos "El escritor frente al drama del indio", "Indigenismo en el movimiento peruano", de la obra "El indio en la novela de América", Buenos Aires 1960, de la escritora Aída Cometta Mazoni, una de las más altas voces latinoamericanas dispuestas a reivindicar a Clorinda
Un estudio sobre "Clorinda Matto de Turner", en la monumental obra "Historia de la República del Perú", del Dr. Jorge Basadre Grohman, fechado en Lima 1962.
Un ensayo premiado en un concurso literario y escrito por el profesor cusqueño Eduardo Pimentel Cáceres con el título "Clorinda Matto de Turner, su vida, su pluma y su obra", publicado en la revista "Ciencias y Artes", Cusco 1966, donde se insertan cartas de Clorinda Matto a sus familiares cusqueños, horas antes de internarse para la infausta operación que ocasionó su muerte.
Sigue "Clorinda Matto de Turner y su indigenismo literario", del Dr. Francisco Carrillo, Lima 1967, un denso opúsculo con exuberante información fruto de una seria investigación bibliográfica, lamentablemente perdido en los anaqueles de las bibliotecas, o en las ventas de libros viejos y "baratillos". En él figura una "Contribución a la bibliografía de Clorinda Matto de Turner", que es una guía casi completa para reconstruir la obra total de Clorinda, con sus artículos en la "La Bolsa" de Arequipa, "El Perú Ilustrado" de Lima, el periódico "Los Andes", etc.
Obran, asimismo, los excelentes prólogos a "Índole" y "Herencia", escritos por el doctor Antonio Cornejo Polar, publicado por el INC-Lima, 1974.
A continuación está el ensayo: "Clorinda Matto de Turner y la novela indigenista", del Dr. Alberto Tauro, publicado por la Universidad Mayor de San marcos. Lima 1976. Una investigación sistemática crítica y profunda, digna de ser estudiada.
"Recordando a Clorinda Matto de Turner", es un artículo publicado en "El Comercio" del Cusco el primero de enero de 1977, por el ilustre escritor cajamarquino radicado en Cusco, Dr. Horacio Villanueva Urteaga, quien aún alumbra con su presencia el parnaso intelectual cusqueño en los años de su venerable ancianidad.
Sigue el capítulo "La Literatura de la Desilusión", del libro "Historia Social del Cusco Republicano", Lima 1978, del historiador José Tamayo Herrera.
El artículo " Clorinda Matto de Turner", del libro de divulgación de los valores patrios "Peruanos del siglo XIX", del historiador tacneño Dr. Jorge Basadre. Lima 1981.
Continúa, además, el artículo "Cusqueños del exilio", del Dr. Luis Nieto Miranda, presentación a la edición de "Aves sin Nido", que publicara la Municipalidad del Cusco en 1986.
No podía faltar el trabajo titulado " Doña Clorinda Matto de Turner" del doctor Luis Alberto Sánchez en su "Literatura Peruana" T.3. 6a. edición, 1989.
Luego hemos insertado algunos capítulos de la obra que a nuestro juicio constituye el verdadero redescubrimiento de Clorinda Matto de Turner, en el contexto de la lucha social y la evolución ideológica del indigenismo; un verdadero balance científico y literario del significado de Clorinda en la creación del movimiento indigenista no sólo como literata o esteta, sino, como activa militante de la gesta por la emancipación social del indígena. Me refiero a "La dimensión política del indigenismo de Clorinda Matto de Turner" en la obra "Una visión Urbana de los andes, génesis y desarrollo del indigenismo en el Perú" 1848 - 1930, Lima 1991, del Dr. Efraín Kristal.
Figuran, por mérito propio los trabajos del ilustre jurisconsulto e historiador Dr. Alcides F. Estrada, amigo y condiscípulo de mi padre, cuya auspiciosa amistad frecuentamos, aun discrepando cordialmente con su prédica sobre la supuesta calqueñidad de Clorinda, en los artículos: "La escritora Clorinda Matto de Turner y el lugar de su nacimiento", "Doña Clorinda Matto de Turner, periodista ", en su interesante libro "Monografía de Calca", Cusco 1992.
Del fogoso poeta y escritor cusqueño Ángel Avendaño Farfán, hemos compilado el artículo "Clorinda Matto de Turner, la vitalidad de su ejemplo", publicado en el primer tomo de la obra "Historia de la literatura del Qosqo", 1993. Va a continuación el artículo Clorinda Matto de Turner, Datos biográficos” de la obra “La novela en el Cusco” 1994 de Julio Miranda Bernal. A dicho trabajo le sigue una selección de artículos del notable trabajo del doctor César Augusto Reinaba "Clorinda Matto de Turner, otras facetas biográficas", Cusco 1997. En el que, con abundante sustento, fruto de una tenaz investigación, ilumina pasajes vitales de la vida de Clorinda y de su familia, los negocios de su finado esposo don José Turner, en Tinta; el acoso canalla de prestamistas, comerciantes y leguleyos venales que confabularon haciéndole aparecer falsas deudas para despojarle de todos sus bienes. Esta interesante obra todavía se puede adquirir y está presente su autor para cualquier consulta.
Remato finalmente, esta compilación con los artículos de mi modesta autoría como aquel que da nombre al libro "Apologético en favor de Clorinda Matto de Turner", publicado en junio de 1996; el prólogo que escribí para la segunda edición de "Viaje de Recreo", publicado por la Municipalidad del Cusco en 1997 (cuyo cuidado estuvo a mi cargo) y otros temas que traté investigando los archivos del Dr. Alberto Giesecke, como "El Testamento de Clorinda", publicado en El Comercio de Cusco, 1998. "Repatriar los restos de Clorinda", El Comercio, 1999; "Los bienes de Clorinda" El Comercio, Agosto 2000; "El Aporte de Clorinda Matto de Turner a la lucha social" El Comercio 16 de noviembre del 2002; y "El presunto ateísmo de Clorinda", marzo del 2003.
Hay muchos trabajos que no he logrado compilar, como la tesis de la doctora Concha Meléndez, publicada en Madrid en 1934, o el trabajo del doctor Tomás Escajadillo, que debe ser una obra de gran valor, el prologo a la edición de "Aves sin Nido" de la Casa de las Américas, La Habana, Cuba, del Dr. Antonio Cornejo Polar, etc.
Como es de suponer no he considerado una serie de trabajos sueltos de diferentes autores sea por su escaso mérito literario, por ser repetitivos o por no reportar novedad alguna.
Cusco, noviembre del 2003.
02.- APOLOGETICO EN FAVOR DE CLORINDA MATTO DE TURNER
Por: Julio Antonio Gutiérrez Samanez
CUSQUEÑIDAD DE DOÑA CLORINDA
“Detesto el agua tibia y los temperamentos indecisos; por eso amo y odio con llaneza y ardor, y lo que emprendo llega a la cima. Esta gira europea misma que estoy realizando, sola, cumplidos ya los cincuenta años de existencia, es manifestación comprobatoria del carácter cimentado en la sentencia shakesperiana, ser o no ser. Si no nací en Londres, nací en el Cuzco, y me siento llena de orgullo legítimo. ¿Por qué no confesarlo? El disimulo de nuestras espontaneidades es hipocresía; yo la detesto del mismo modo que al agua tibia” (Clorinda Matto de Turner en “Viaje de Recreo” Pág. 141).
Cierta vez mi padre, me leyó este párrafo que había subrayado en el libro “Viaje de Recreo”; con estas frases la propia escritora rebatía opiniones de escritores e historiadores que, por no haber encontrado una partida de nacimiento o bautismo con el nombre de Clorinda, la hicieron nacer en la hacienda de Paullo Chico, cerca de Calca.
Murió mi padre y quedé con la incertidumbre. Con el correr de los años, volví a incursionar en la vida y obra de la gran escritora; leí una serie de escritos, todos ellos contradictorios, que hacían suponer que el lugar del nacimiento de doña Clorinda no estaba esclarecido.
El Cusco es una ciudad que fue cuna de grandes personajes históricos; mezquino sería, pretender prohijarle hijos ajenos, sería peor, si como hijos no reconociésemos a los propios. Más aún si hay veracidad expresa y escrita.
Es pues tácita la importancia de disputarle al Cusco, el honor de haber sido cuna de Clorinda. Eulogio Tapia Olarte en su tesis titulada “5 Grandes escritores cusqueños en la literatura peruana” (Cusco 1934) afirma que la escritora nació el 11 de noviembre de 1856 en la hacienda de Paullo en la jurisdicción de la provincia de Calca. Como él varios autores afirman ese origen. El ilustre escritor y jurisconsulto calqueño Dr. Alcides Estrada, mantiene una opinión parecida con argumentos respetables, aunque no seguros, sostiene que Clorinda nació en Paullo Chico el 11 de noviembre de 1852, porque Clorinda dedicó a su “Comprovincianos” su “Boceto descriptivo de la provincia de Calca”, escrito “para hacer una triste a la vez halagüeño recuerdo de aquella deliciosa provincia donde rayaron los primeros albores de mi vida”, esto no afirma que ella nació en Paullo, sino, es una muestra de agradecimiento con la provincia donde pasó los primeros días de su infancia. Lo cual por supuesto, no des amerita la excelente labor estudiosa efectuada a través de años de amorosa dedicación al tema por parte del Dr. Alcides F. Estrada.
Augusto Tamayo Vargas escritor y crítico literario publicó en la revista Cultura Peruana N° 58 Lima 1953, una biografía sucinta de Clorinda apoyándose en escritos de José Gabriel Cosio para afirmar que ella nació en Cusco. El artículo del Dr. Cosio. Aludido por Tamayo debe ser, más bien, un ensayo como lo que ese talentoso maestro acostumbraba regalar a la inteligencia de su época y debe haberse fundamentado en la lectura de “Viaje de Recreo” y la frase subrayada por mi padre.
Manuel E. Cuadros, había descubierto una partida de nacimiento fechada el 30 de diciembre de 1852 perteneciente a Grimanesa Martina Matto párvula de un mes y diez y nueve días (es decir, nacida el 11 de noviembre de 1852) en la capilla de Sagrario, en la Catedral del Cusco donde se consigna que era hija legítima de Ramón Matto y Grimanesa Usandivares. La partida fue publicada en el libro “Paisaje y Obra ... Mujer e Historia: Clorinda Matto de Turner” Ed. H.G. Rozas Cusco, 20 de agosto de 1949. Dedicado a la escritora por el Dr. Cuadros; dato considerado por Basadre en “Peruanos del Siglo XIX” (1981) y Eduardo Pimentel en un artículo de la revista Ciencias y Artes (Cusco 1966). Con ello y con el párrafo subrayado creemos que el asunto del lugar de su nacimiento estaría definitivamente resuelto. La fecha de nacimiento fue el 11 de noviembre de 1852 y no de 1854, ni 1856 aunque, subsiste la discrepancia sobre el nombre.
¿IMITADORA DE PALMA?
Otro controvertido punto por aclararse es el supuesto “propósito de imitar a Palma”, con que algunos críticos pretendieron desacreditar a la tradicionista. Clorinda desde 1875 escribía sus “Tradiciones Cuzqueñas” y las publicaba con diferentes seudónimos en periódicos limeños como “El Correo del Perú”; pero no como dice Luis Alberto Sánchez (1989) “Con el visible propósito de imitar a Ricardo Palma”, y repite en otro lugar, con mala intención “Clorinda Matto, trató de imitar al Palma de las Tradiciones, con dos diferencias: Primero, le faltó la picardía de don Ricardo, y segundo, quiso explotar precisamente el sector que Palma había dejado intacto: el indígena”. Como si el género de las tradiciones fuese propiedad particular y exclusiva de Palma, en el Perú, un país tan antiguo y tradicional, donde hay tradiciones para recogerlas en cualquier rincón o poblacho y muchísimo más en el Cusco. Si Palma no tocó lo indígena fue porque no lo sentía suyo (aunque alguien probó que nació en Apurímac y fue hijo de un párroco). Como criollo y zambo le venía bien la tradición costeña con picardía. Salsa, zamacueca y todo. Otra pluma tenía que escribir lo que es auténticamente peruano e indio y quién más que una hija del Cusco, para hacerlo. Sabemos que el gusto serrano, cholo o indio es sobrio franco y directo. S contradice Sánchez, cuando afirma que el mismo Palma” le prestaba su más amplio estímulo, considerándola como su mejor discípula” como se lee en el prólogo de Palma a la primera edición de “Tradiciones Cuzqueñas” (1884): “la señora Matto de Turner ha sabido explotar el rico filón de documentos escondidos en los empolvados archivos de la imperial ciudad de los incas; tarea patriótica que hombres han desdeñado acometer y que, con tan cumplido éxito, ha conseguido realizar mi predilecta amiga”. Lo mismo leemos en Porras Barrenechea (1)
Tal parece que los celosos cuidantes, como el perro del hortelano, no comieron ni dejaron comer, y, no hay otro tradicionista después de Palma que la ilustre señora Matto Salvo ocasionales tradicionistas como Manuel Atanasio Fuentes, Marco De la Fuente y Aureliano Villarán rescatados del olvido por la incesante labor investigadora de Estuardo Nuñez.
TEMPRANA CONSAGRACIÓN
Luis Alberto Sánchez, en “La Literatura Peruana” (1989), t. III, afirma que los artículos y discursos de Don Manuel Gonzáles Prada contra el centralismo y a favor de la provincia influyeron en la obra literaria de sus amigos y seguidores como Doña Clorinda Matto, Emilio Gutiérrez de Quintanilla, Abelardo Gamarra “El tunante” y Doña Mercedes Cabello de Carbonera. Prada había publicado en “El Perú Ilustrado” (1890) la balada “El Mitayo” denunciando enérgicamente la miserable condición en la que, criollos y mestizos mantenían al indio; creemos que influido, por la lectura de “Aves Sin Nido” que se publicó 1889.
Clorinda, había retornado a Lima el 86, año en que González Prada, los Prado Ugarteche, la cajamarquina Amalia Puga y otros, conformaban el “Circulo Literario”. La escritora, integró también el “Ateneo” de Lima y abrió su propio salón literario. Dice Sánchez “No se registran en nuestra historia literaria caso de tan rápido triunfo de una escritora provinciana hasta que no aparece Clorinda Matto. En enero de 1889, es la directora de “El Perú Ilustrado”, la más alta tribuna literaria de Lima. Ese mismo año publica Aves sin Nido. Su personalidad está consagrada”. Diez años antes en 77 había sido coronada en casa de la escritora argentina Doña Juana Manuela Gorriti, recibiendo una tarjeta de oro, valiosa prenda que ofrendó para la defensa de la Patria durante la agresión chilena.
CAMPAÑA DE DESCREDITO
Tal triunfo de una “provinciana” promovió pasiones bajas en personajes canallescos como Juan de Arona, quien la combatió gratuitamente. Este autor, en sus injuriantes “Chispazos””, había trocado el nombre de la escritora Mercedes Cabello por procacidades dañándola moralmente. Arona o Pedro Paz Soldán y Unanue fue un talento fracasado, había viajado por Europa y el cercano oriente estudiando lenguas raras, escribió el “Diccionario de Peruanismos” que le dio justo reconocimiento, fue diplomático en Chile y previno al país de la amenaza guerrerista. En 1886 falleció su esposa dejándolo con una familia numerosa. Hacho que frustró su talento y torció su actividad para zaherir con odio malévolo a sus opositores políticos pues, era acérrimo pierolista. Paz Soldán quién se llamaba a sí mismo el “malediciente” no vivió la caída de la dictadura Cacerista. Falleció el 95. Póstumamente Estuardo Nuñez publicó su interesante libro “Memorias de un viajero Peruano”.
Sabemos ahora que los detractores de Clorinda hablaron con envidia y callaron en todos los idiomas para desterrarle de la literatura nacional. A su tiempo, Ventura García Calderón lanzó sus dardos. Aquel acicalado señorito parisino que escribía mejor en francés; que fuera, al parecer, un candidato al Nóbel de Literatura, le parecían demasiado viriles los escritos de Clorinda, en los que enrostraba a aquella hipócrita sociedad criolla las atrocidades que se cometían con el indio como si hubiera una manera más relamida de narrar la tragedia de la raza, con salsa y picardía, y es que, como dijera Arguedas, ese profundo critico de la huachafería criolla, en Lima todo se amaricona, entonces, el verbo rotundo y valiente en boca de una mujer parece palabra de hombre (V.G.C. había escrito “esta mujer parece un hombre y un hombre grave). De los 73 años que vivió García Calderón sólo 21 los pasó en el Perú a los 20 años viajó por unas semanas a Huaraz en busca de minas de plata, constituyendo su única experiencia peruana y su encuentro con los “indios”, pero de ellos difundió a los cuatro vientos y en francés las peores barbaridades en decenas de escritos en los que, el indio, invariablemente, aparece como cobarde, traidor, vengativo, un animal, una bestia de carga. Una raza degenerada que, como animal que era considerada, tenía pactos con las bestias, buitres y demonios; para el colmo, dice que el indio es caníbal y asesino de sus moribundos. Justificaba también la explotación sexual de las indias. Un personaje suyo en “La Venganza del Cóndor” había sido “obligado” a violar una india y declara que sintió lo que debieron haber sentido los conquistadores cuando “derribaban mujeres en los caminos”. Este escritor recibió múltiples honores por haber hecho conocer al Perú de un modo tan aberrante.
Hasta Mariátegui, olvidó a Clorinda en su ensayo sobre el proceso de la literatura, quizás porque el velo del olvido llegó hasta él o porque la obra de la escritora estaba ya perdida, en los anaqueles. Efraín Kristal en una reciente obra, (1991) responsabiliza por estas omisiones a la “campaña de descrédito” realizada por el “civilista” Ventura García Calderón, quien fuera a parar al exilio por su oposición a Leguía. Leguía subió al poder apoyado por lo civilistas; después por desavenencias políticas los combatió. En respuesta, estos atacaron su demagógico discurso indigenista elaborado a partir del pensamiento de González Prada y Clorinda Matto. Kristal incluye en su obra la cita siguiente: “El crítico escrupuloso, cuando tiene vocación de explorador va descubriendo en los anaqueles de la biblioteca de Lima novelas flojas que una polilla generosa destruye: El Padre Horán de Narciso Aréstegui, las publicadas en folletín de los periódicos y las de Clorinda Matto de Tourner (sic), costurera literaria, el genio de la vulgaridad, que remendaba en prosa doméstica, epistolar, novelas; novelas, como de todas las institutrices inglesas hasta que la muerte cortó el carrete de hilo y detuvo la máquina”. Tal había sido el género de crítica del reaccionario escritor afrancesado en su obra “Del romanticismo al modernismo” París 1910. Kristal, en otro acápite, denuncia “La eliminación sistemática de las contribuciones de las mujeres a la cultura peruana realizada por los intelectuales de fines del siglo”. Por una nota de pie de página en la obra de L.A. Sánchez nos enteramos que “Aves sin Nido” fue reeditado en Nueva York por The Américas Publishing C. en 1970 y en Buenos Aires, 1973; prueba de su vitalidad”.
La generosa polilla prefirió comer la hojarasca escrita por don Ventura.
EXCOMULGADA POR VENGANZA DEL CLERO.
Clorinda en “Aves sin Nido”, había criticado duramente a los malos curas que coludidos con explotadores gamonales, autoridades civiles y policiales, “Juez de paz gobernador y cura. Esa trinidad embrutecedora del indio” en palabras de Prada, explotaban inmisericordemente a los indígenas en los pueblos del interior. El cura Pascual era un bribón, poseedor de innumerables concubinas y maquinó una asonada para matar a la pareja de forasteros que se opusieron a sus abusos; al final de la obra se sabe que el Obispo era el padre de los dos jóvenes, hijos de diferentes madre, que deseaban desposarse. Sin dudar, en varios pasajes, la escritora propugna el fin del celibato, propone el matrimonio para los sacerdotes “como una exigencia social”. Propuesta aún escandalosa en estos días, cien años después. Es de imaginar que el clero la tenía en la mira y la oportunidad de la venganza llegó cuando publicó en las páginas de “El Perú Ilustrado” un poema del poeta brasileño Coelho Netto titulado “Magdala”.
El clero, todavía entonces con grandes poderes, realizó los últimos autos de fe contra la inteligencia; quemaron los libros y la efigie de la escritora en Arequipa y en Cusco.
Todo contra una escritora católica, que no tenía ni asomo de ateísmo o alguna posición herética y revolucionaria. Ya lo dijo J. Uriel García, que la señora Matto todavía no se había despojado de sus prejuicios religiosos “pues, mientras propugnada en sus obras un mejoramiento de la clase campesina y atacaba a cierto sector del clero, explotador tradicional del indígena, componía loas a la Virgen Santísima lo que no impidió a los santones cusqueños quemar en plaza pública su efigie y sus libros, como Omar o como Hitler y tuvo el error de participar en la política de la tiranía militarista del 1894-1895”.
Quizás por ello, estando en Roma, visitó al Papa Pio X; lo que prueba su indeclinable vocación católica y muestra la insanía abusiva del clero que la excomulgó.
Más de medio siglo después, el periodista cusqueño Edgardo “Lalo” Díaz Publicó en su periódico “MUNDO LIBRE N° 11, Cuzco 12 de Setiembre de 1948, las frases lapidarias de un suelto publicado por los fanáticos enemigos de Clorinda:
“Señora, vuestro nombre llevado ayer en alas de la fama al templo de la gloria, es hoy el objeto de la execración de todos, y, particularmente, de las que pertenecemos a vuestro sexo…
“Señora, no volváis a esta ciudad que tuvo la DESGRACIA DE DAROS EL SER. No volváis, porque tendríamos el dolor de maldeciros. De hoy en adelante, tenéis un lugar allá muy lejos… En el Oriente… Vos sabéis donde… No volváis Señora, porque vuestro nombre ha desaparecido de entre nosotros. Ayer, fue ignominiosamente quemado ante el pueblo apiñado que pedía, se convirtiera en cenizas vuestra efigie… Adiós señora, vuestro nombre queda cubierto de eterno oprobio….
La respuesta: Clorinda Matto a la manera del Nazareno, desde la olímpica altura de su dolor, les lanzó un piadoso “os perdono….”
DEFENSORA DE LA TIRANIA O ENEMIGA DEL CIVILISMO
Como observa el historiador Jorge Basadre, la señora Matto, en sus obras, ignora el problema de la tierra, busca el mejoramiento de la administración pública con personal idóneo y humanitario, cree que con la educación es posible salir de ese atraso sacando de la ignorancia a los indios. El propio presidente de la República Andrés A. Cáceres, le había escrito una carta felicitándola por su obra ofreciendo corregir los abusos y hacer que la instrucción fomente la independencia del aborigen. Ese acercamiento y la admiración que le inspiraba el héroe de la Breña, hicieron que tomara partido en defensa de un régimen que ya hacia agua. Estudios posteriores muestran que tuvo razón en apostar por una causa aparentemente perdida. Puesto que la revuelta del 95 que llevó al poder a Piérola; en la cual, Clorinda, perdió toda su riqueza personal y casi la vida, significó a la postre la restauración de la oligarquía tradicional y el civilismo en el poder. Estas fuerzas retardatarias de espíritu colonial y pro hispanista se enseñorearon propugnando una literatura servil, con la que Mariátegui, con la contundencia de su lógica, ajusto cuentas en su ensayo “El Proceso de la Literatura” reconociéndola como una literatura del colonialismo supérstite, de la nostalgia colonial de la casta feudal que, con Riva Agüero, declaraba sonriente, la supuesta invalidez del Incario en materia de Literatura “peruana” repitiendo servilmente la perorata del español Menéndez y Pelayo, que las civilizaciones de América se extinguieron sin dejar literatura.
El Amauta afirmaba que la generación “civilista” llamada “Futurista” no era sino “la más pasadista de las generaciones”. Colonos mentales que buscaban hasta sus temas de inspiración en España. Luis Benjamín Cisneros, por ejemplo, otro de los furiosos detractores de Clorinda Matto, había escrito una “Elegía a la muerte de Alfonso XII”. No podía existir, pues, una literatura peruana en un “Estado sin el indio y contra el indio”. Mariátegui sabía que la verdadera literatura peruana la habrían hombres y mujeres nacidos o inspirados en el áspero paisaje y exigente clima de los andes como más tarde encarnarían Ciro Alegría y José María Arguedas. Esa literatura tiene como fundamentos las obras de Narciso Aréstegui y Clorinda Matto de Turner.
TRIUNFANTE EN EL EXILIO
Huyendo de los perseguidores, Clorinda pasó por Chile, rumbo a la Argentina; país que la acogió como a verdadera hija y fue su segunda patria. Dedicada al magisterio en la Escuela Normal Superior de Buenos Aires destacó por su cultura y creatividad, “Analogía”, su texto didáctico de Castellano, fue adoptado para las escuelas normales argentinas. Publicó colaboraciones en los diarios y revistas; “La Nación”, “La Prensa”, “La alborada”, “El Álbum” etc. y fundó “El Búcaro Americano” para difundir el pensamiento y obra de las mujeres intelectuales americanas, en el continente y Europa. El éxito y la fama de la escritora repudiada por la canalla pierolista y el clero retrógrado de su país, trascendió América.
“VIAJE DE RECREO”
Leí con interés el libro y con la lectura, rememoré rincones, ciudades, espacios, museos, lugares de esos países। Emocionado reviví las exclamaciones de nuestra paisana al recorrer París, Venecia o Roma y muchos de sus pensamientos también fueron los míos cuando rememoraba, con nostalgia, la patria lejana. Quizás por su poca difusión, parece una obra menor lo que en realidad es la crónica de la apoteosis de doña Clorinda, su reconocimiento universal como grande de las letras americanas.
El suyo será el viaje de un espíritu selecto y maduro que busca satisfacción en la cultura y el arte. Por doquier la recibirán las más altas personalidades de las letras y cada lugar o hecho importante, suscitarán en ella profundas meditaciones. Realizará en Europa, como. González Prada y después Mariátegui, Haya y Vallejo, su mejor aprendizaje.
Leer a Clorinda, madura, no es leer sus Tradiciones que, son más historia que literatura, o sus novelas todavía de inhábil acabado. Aquí encontramos en estilo llano, sereno, meditado y rotundo; lejos del tono declamatorio, lacrimoso y barroco de la primera etapa; están presentes la honda emoción y sabiduría erudita que brotan a raudales, la extraordinaria voluntad y tenacidad sin límites de su alma luchadora. Ese sólo gesto y actitud valiente frente a la vida nos conmueven. Es mensaje para la juventud americana de todo tiempo, es reto a realizar y emular lo que ella, ya madura, hiciera; ver de cerca la vieja Europa, desentrañando de su profundidad verdadera la semilla que ella quiso cultivar en nuestros corazones. Estudiemos pues, con devoción, la obra de nuestra paisana, recogiendo sus eruditas especulaciones, evocaciones de hechos históricos, obras literarias, leyendas, en fin toda su cultura generosamente entregada como ofrenda. Cuánto más nos hubiera legado Clorinda luego de esta nutrida experiencia europea de no habérnosla arrebatado la muerte segadora de esperanzas.
La obra nos acerca al espíritu mismo de la cusqueña universal, poseída por la fiebre de la creación artística, Espíritu bullente que busca las alturas como el cóndor y se solaza en su atalaya y le estalla el genio en exclamaciones y dolorosas evocaciones con el mismo sufrimiento que experimentara el inmortal cronista mestizo, su paisano. Presiente el fin, después de haber gastado hasta la última gota del cáliz de la existencia: ascendiendo al cráter del Vesubio, reviviendo la memoria de los muertos ilustres en París o Londres en los cementerios y despojos arqueológicos de aquella Europa. Admirando el amor de los amantes de Verona. Acariciando el lago verde de Venecia, hurgando en los museos y llorando sobre los mármoles rotos del foro y coliseo romanos donde resucitó, en su imaginación, al gladiador cristiano y a los mártires que murieron despedazados “con el cráneo que albergaba la esperanza roído por los leones”.
Fue así, que entre el mármol antiguo, el olor de las catacumbas y los despojos de Pompeya, encontró los orígenes, las orillas occidentales del mar de la cultura, midiendo distancia y espacio con nuestra orillas americanas para encontrarse, por fin, a sí misma identificada; resolviendo aquella ecuación de tantas variables imponderables: la identidad americana en el contexto universal y, trayendo todos los recuerdos gratos como ella dice “grabados en un corazón cusqueño”.
El 27 de mayo de 1908 en el vapor “Savoía” parte hacia Europa con escala en Río de Janeiro allí visita al autor de “Magdala”, poema que causó su excomunión, el ilustra Coelho Netto quien le dice:
“-¡Usted ha sufrido tanto en su patria a causa de la ofuscación de la gente que ha creído ver una herejía en mi poema Magdala, que no es otra cosa que la tentación de la montaña, asunto tratado en forma más ideal!” a lo que ella contesta:
“Verdad, ilustre Netto, pero no crea que en mi patria estuvieron todos ofuscados; allá hay hombres de mucha ilustración y de criterio sano; fue una campaña de frailes que por mercantilismo visten hábito, como un tendero toma su guardapolvo para despachar detrás del mostrador, y eso ya pasó; hoy en mi patria, se me juzga con criterio muy diferente, y yo misma recibo los acontecimientos con temperamento distinto; después de esta visita a usted, he de visitar al Papa; en religión pasa lo mismo que en política; hay patriotas y patrioteros; yo respeto sólo al verdadero creyente, cualquiera que sea su filiación y credo”.
El 16 de junio llega a Barcelona y encuentra al Cónsul del Perú el español Pedro Company, al Cónsul de la Argentina periodista Alberto J. Gache. Al escritor ecuatoriano Carlos R. Tobar, autor de “Consultas al Diccionario de la Lengua” y de la famosa doctrina del Derecho Internacional para no reconocer a los gobiernos de facto; a Enrique Deschamps notable escritor y Cónsul de la República Dominicana; Viaja a Valencia, visita a Don Francisco Sempere el editor de la tercera edición de “Aves sin Nido”.
En Madrid recorre bibliotecas, museos, archivos y las casas donde vivieron o murieron Lope de Vega o Cervantes Saavedra; visita a Jesús Pando y Valle, Secretario General de la Unión Ibero-Americana de Madrid; a Concepción Jimeno de Flaquer autora de “Evangelios de la Mujer”; busca y recibe a lo más graneado de la intelectualidad española.
Viaja a Francia, llega a París el 9 de Julio; allí la espera el joven abogado cusqueño Ángel Vega Enríquez (periodista que fundara “El Sol” en 1901 y fuera inspirador de la juventud que realizó en el Cusco al primera huelga universitaria de Sud América, en 1909) Vega Enríquez sirvió de guía a la señora Matto mostrándole el esplendor eterno de la ciudad Luz, que, como dijera Hemingway y nosotros lo comprobamos, es una fiesta; Clorinda narra cada lugar con lujo de detalles mostrando su exquisita cultura: los paseos por los Campos Elíseos, la visita al Louvre; expresando en todo momento la emoción de estas frente a las grandes obras, esa emoción de la que hablaba José Ingenieros en sus motivadores libros. Sube a la Torre de Eiffel; mientras París festejaba el 14 de julio cantando a la Libertad, Igualdad y Fraternidad, que ella niega con nihilismo escribiendo “libertad no existe en la vida… la igualdad es utópica… la fraternidad es ilusoria” y, con orgullo de americana cita las doctrinas del argentino Luis M. Drago (arbitraje obligatorio y no intervención armada por asuntos de deuda pública) y del ecuatoriano Tobar, que ya describimos, como verdaderas muestras del fruto de la trilogía francesa en tierras americanas. Porque “la naciones ya no deben ser hordas salvajes arrancándose territorios ni abrogándose derechos regados con sangre hermana, ni los hombre deben ser ya las fieras devorándose en festines canibálicos”.
En una visita a una sala de armas en las Tullerías exclama “¡Cuánto ha progresado la humanidad en el arte de matarse!”… “¡Horror de la guerra! ¡Ojalá pudiésemos contemplarla sólo en los muros de un museo!”. Pasa por la tumba de Napoleón en este mismo museo llamado “De las armas”. Va al cementerio donde reposan los restos de ilustres escritores y artistas. Viaja a Versalles pasando por Sevres, admira la célebre porcelana francesa. Evocando hechos dolorosos de la Revolución Francesa recorre el Gran Palacio, las cámaras reales y jardines de los reyes que terminaron en la guillotina. Al volver, visita La Sorbona.
En agosto viaja a Inglaterra y al pisar aquella tierra escribe “José de Alencar dijo que “no hay hombre verdaderamente feliz si no ha conocido ya la desgracia”. ¡En qué momento viene a la memoria este profundo pensamiento vivido! Cuando mi planta va a pisar tierra londinense y mi corazón saluda reverente la patria del hombre que amé, de quien fui amada, al cual estuve ligada durante diez años por cadena de afecto, que la muerte cortó con saña cruel, Veintiséis años contaba yo cuando el compañero descendió a la tumba, en el pueblecito triste del interior de Perú, y la desgracia me adoptó por hija.
Pueden haber pasado muchas tempestades sobre mi frente, pero el infortunio ha sido uno, tan largo y pesado, que ya me creo con derecho a ser feliz. ¡José duerme el sueño dulce de los buenos, y yo, viuda, peregrina, lejos de mi patria, llego a la suya conservando el nombre que uní al mío, y al cual he querido rodear de todos los trofeos que en el mundo de las letras conquistase como trabajadora sin descanso!…”
Recorre Londres, la plaza Trafalgar, recordando la hazaña de Nelson; las catedrales, parques y palacios haciendo ilustradas evocaciones de la historia inglesa. Pasa por las viviendas de Newton, del historiador Macaulay, las tumbas de Shakespeare. Charles Dickens, Oliverio Goldsmit, etc. Visitará también la torre de Londres, la prisión de “El hombre de la máscara de hierro” en la obra de Alejandro Dumas, Visita a Mr. Thynne el editor de la versión inglesa de “Aves sin Nido” (1904) en traducción de “la escritora y educacionista Miss Hudson”, visita el Museo Británico y el Museo de Historia Natural viendo la belleza del plumaje de las aves, mirlos y ruiseñores, recuerda al zorzal argentino y al chocllopokochi peruano del Valle Sagrado de los Inkas, dejando atónita a su guía inglesa con tal palabra quechua. Ocupándose de la mujer inglesa, aquilata sus virtudes la rectitud y la moral, defiende la causa de las sufragistas y feministas.
Al volver de Londres escribe unas glosas en las que disipa toda duda acerca del verdadero lugar de su nacimiento.
“En este momento rápido pitea la máquina y comienza el rechinar de las ruedas, que girarán, girarán hasta Douver. El confort del coche contribuye a que la mente se sumerja en profunda y dulce meditación. Me reconcentro y me examino. Mis pasiones son fuertes y definidas, arrancan de mi educación primaria bajo la sentencia del trágico to be or nor To be. Detesto el agua tibia y los temperamento indecisos; por eso amo y odio con llaneza y ardor, y lo que emprendo llega a la cima. Esta gira europea misma que estoy realizando, sola, cumplidos ya los cincuenta años de existencia, es manifestación comprobatoria del carácter cimentado en la sentencia shakesperiana, ser o no ser. Si no nací en Londres, nací en el Cuzco, y me siento llena de orgullo legítimo. ¿Por qué no confesarlo? El disimulo de nuestras espontaneidades es hipocresía; yo la detesto del mismo modo que al agua tibia”.
No creo que después de esta declaración, de la propia autora, le quede a alguien alguna duda sobre el lugar de su nacimiento.
De vuelta a París encuentra al General Andrés Avelino Cáceres, cuya denota en el 95 significó para ella la persecución, exilio y también la gloria.
Viaja por Italia visita Génova, Pisa la bella ciudad de la torre inclinada a orillas de Arno. Llega a Roma. La Ciudad Eterna, le produce dos sentimientos encontrados uno profano y otro místico, en medio de ambos el único pensamiento herético de toda la obra, una cita de Lucrecio “Primus in orbi deos fecit timor” (El temor fue el primero en crear a los dioses del mundo). En el foro Romano evoca a Cicerón y sus Filípicas contra Antonio.
La visita al Coliseo le hace decir. “Todos los viajeros que han llegado aquí han soñado; yo me siento presa del vértigo, por mis venas siento correr todo el calor del sol de los incas, derramado desde las fortalezas del Sacsayhuaman hasta el Coliseo; sensaciones indescriptibles me sacuden, siendo el vacío de mi hermano, de mis amigos, la comunicabilidad es necesidad en mí, quiero compartir mis ideas y sólo encuentro al guía, que impasible me acompaña por el salario que le pago. Caigo sobre una piedra que conserva la comodidad de asiento, llevo ambas manos a la frente, cierro los ojos y deliro. ¡Creo ver al Coliseo ocupado por 50,000 espectadores, que en grito colosal aplauden al gladiador que ha caído en postura elegante”.
Recorre Roma se dirige al Capitolio, las columnas de la vía Apia, los arcos del triunfo de Tito, Séptimo Severo, Constantino, la estatua de Marco Aurelio y muchas otras atracciones de aquella urbe.
En el Vaticano visita la Catedral, “La Piedad” de Miguel Ángel. Los frescos de la Capilla Sixtina realizados por el mismo genio toscano, las obras de Rafael, la cámara Ducal, la capilla Paulina, etc.
Días después, con ayuda de la Embajada Argentina, puede visitar y besar la mano del Papa Pío X y conocer el Museo y la Biblioteca del Vaticano, templo magnifico del arte, la historia y la filosofía.
Clorinda viaja a Nápoles, asciende en funicular al volcán Vesubio allí, describe la belleza del paisaje hasta la “apacheta” de donde, los excursionistas, deben seguir a pie o a caballo. Ella llega a pie; “hemos llegado después de enorme fatiga a este boquerón que produce vértigo, cuya profundidad es imposible medir, pues el humo caliente, como hálito de un ser cíclope, obliga a retroceder”. Desde esta cima observa Puzzoli y la isla Nísida en el mar Tirreno, “escenario donde Bruto, lloró su ingratitud con César”.
Prosigue hasta Pompeya y Herculano que fueron destruidas por la erupción del “24 de agosto del año 79…” En una casa excavada observa una fuente de mosaicos con ornamentación parecida a la de los tejidos incaicos. En el museo observa las tristes figuras en calcos de yeso, de los hombres y animales que murieron carbonizados y enterrados por las cenizas.
Vuelve a Roma, visita las catacumbas, la iglesia de San Pablo, el Panteón, la tumbas de Rafael Sanzio, Víctor Manuel II, y otros personajes célebres. Deja el material de sus conferencias sobre el Perú, Bolivia y Argentina para el diario “La Vita”.
Visita Florencia y queda encantada por la singular belleza de esta urbe donde se “aspira arte en todas sus manifestaciones” la ciudad del Dante, Beatriz y los Médicis. Recorre el palacio de la Señoría, la Galería de los Oficios, viendo las obras de Cellini, Donatello. El Palacio Pitti, la Catedral, el Baptisterio y el Campanario; la capilla de Médicis y las esculturas de Miguel Ángel, describiéndolos con el colorido que confiere su pluma apoyada con la profusión de grabados que posee el libro. Visita el Observatorio Ximeniano.
La invaden recuerdos, desea volver a Buenos Aires a su “casita de la calle Rincón, número 611” donde le esperan su canario amarillo y su cardenal rojo.
Viaja a Venecia, la describe con poesía y admira las calles sin carruajes ni autos porque “la calle es río transitado por góndolas”; la plaza de San Marcos y sus simpáticas palomas que le recuerdan a sus aves sin nido, la catedral, las casas de cristalería y el hermoso Puente de Rialto en el Gran Canal; la ruta donde “El mármol vive y conversa con las aguas”; el Palacio Ducal, el Puente del Suspiro, las prisiones; el Lido, en esas meditaciones recuerda a la novelista Juana Manuela Gorriti, aquella talentosa argentina que en Lima en 1877, la había recepcionado ciñéndole la frente con laureles y entregándole una tarjeta de oro a nombre de todas las escritoras de esa ciudad. Cuando ella apenas contaba con 24 años. Juana Manuel había fallecido en 1892.
Se detiene en Verona a visitar la tumba de los famosos amantes que Shakespeare inmortalizara como símbolo del amor. Un amor ideal malogrado por la iniquidad de los hombres, como el frustrado amor de Manuel y Margarita de “Aves Sin Nido”.
Llega a Milán la viajera insigne, vista el Arco de la Paz, el Corso Víctor Manual la famosa Catedral, maravilla del gótico a cuya torre asciende. Va a la Biblioteca Nacional, admira las obras de Rafael y Leonardo. Se despide de Italia “jardín de Europa” prometiendo dejar grabados sus recuerdos en las páginas de un libro.
El tren atraviesa el túnel del Simplón y estamos con ella en la bellísima Suiza. En Ginebra la tierra de Rousseau, visita la isleta donde vivió el célebre autor de “El Contrato Social” y “Emilio”. Vuelve a París enferma de bronquitis y de inmediato sale para Alemania. En la patria de Goethe y Schiller su primer punto de llegada es Colonia, luego Berlín. Se pone en contacto con las mujeres del movimiento feminista de Frau Minna Caner Schulrat presidente del Frauenwohl (El bien de las mujeres) que dirigía, entonces, a catorce mil mujeres. En aquella oportunidad pudo ver al Káiser Guillermo “con su cara hosca y sus mostachos aflechados”. Visita la escuela del Pestalozzi-Froebel-Hans, que desarrollaba un avanzado sistema pedagógico.
En Alemania funcionaba la Bundes Deutscher Frauen Vereine cuyas principales activistas eran Elena Lange, autora de una historia del feminismo; Lili Braun una “socialista exaltada”; Alicia Salomón y María Lope Housselle de la Sociedad de Profesoras alemanas. Clorinda constata el alto nivel de organización alcanzado por las mujeres alemanas, la calidad de la educación y la envidiable infraestructura que poseían aún en esa época.
Retorna a Francia, en esta última visita a París, busca la amistad de escritoras renombradas como María Heredia (autora de la novela “L’Inconstante”), esposa del escritor Enrique de Regnier; Marcelle Tinayre, Colette Iver (“Princesas de la ciencia”), Miriam Harry, Judith Cladel, Matilde Alanie (“La Glorie de Frontecleire”); Juliette Adam, etc. No puede evitar el observar, con mucho dolor de su corazón, la vergonzosa feria de la carne o de la prostitución en una avenida parisina.
El jueves 22 de octubre sale de París. Su salud se hallaba deteriorada; Vega Enríquez el periodista cusqueño que le sirvió de guía acudió a despedirla. Clorinda se va sin comprender el alma de aquella la sociedad que seis años después, naufragaría en el horror de la guerra; “todo es confuso en el rol social de las mayorías; no se entienden los unos con los otros; las ideas extremas desquician el organismo moral; la industria es el todo, y el amor al oro envenena los más nobles sentimientos”.
El retorno a España fue el corolario triunfal de este periplo; la reciben los esposos Alonso, los Flaquer y la atiende la Dra. Aleixandre; tratan de recuperar su quebrantada salud. La visita la escritora Carmen de Burgos la renombrada “Colombine” en compañía de los representantes del Ateneo de Madrid, Vicente Almela y Rafael Ruiz López.
Clorinda dará conferencias el 1° de noviembre en el Ateneo y el 4 de ese mes en la Unión Ibero Americana, actividades en las cuales el público selecto desbordó los locales. Habla del Perú y de la Argentina.
El Hotel Inglés es el teatro para “el agasajo de los hermanos de letras e ideales a una de sus hermanas de la América Latina”, la despidieron como a una heroína de las letras hispanoamericanas, personajes como; el poeta Juan Tomas Salvany, la marquesa de la Laguna, Concepción Jimeno, Carmen de Burgos, Sofía Casanova, Pilar Contreras y muchos intelectuales más, y entre los que no pudieron asistir, pero enviaron esquelas de saludo, estuvieron nada menos que Amado Nervo, Jacinto Benavente, Segismundo Moret, Salvador Rueda, Manuel Tolosa Latour, Enrique Diez Canedo, Leopoldo Solier, Julio Milego, Miguel de la Cuesta, José Alcina, Gómez Hidalgo, Felipe Trigo, Ángel Pulido, José Fernández Bremón.
“Para brindar a Clorinda no es necesario una copa, se precisa una flor”, había dicho la señora Jimeno obsequiándole un crisantemo atado con cintas españolas, argentinas y peruanas, asegurando que “la hija de la tierra de los conquistados ha dominado a los dominadores”.
Emprende el viaje de retorno, después de su consagración universal definitiva en la “República de las Letras”.
La obra concluye rememorando las experiencias vividas en este viaje en el que bebió de las fuentes originales de la cultura occidental y volvió a su patria continental exclamando:
“¡América!
¡Tierra de promisión, tierra de libertad!”.
Era el día 4 de diciembre de 1908, diez meses después falleció en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909, como consecuencia de una operación de cirugía. En su testamento había dejado fondos para el Hospital de Mujeres de la tierra que la vio nacer. Presintiendo su muerte y el retorno de sus cenizas al suelo patrio, había escrito: “…sin hogar y sin Patria, cadáver entre los vivos vagaré así como sin sombra y sin sol, pero mis cenizas irán a reposar en tu suelo madre mía, junto a los pedazos de tu corazón”. Esas cenizas fueron repartidas a Lima en 1924, y deben retornar pronto al Cusco.
LA RESURRECCIÓN DE CLORINDA MATTO.
Leyendo los comentarios sobre la obra de Clorinda Matto en “Una Visión Urbana de los Andes” (Lima 1991) tesis doctoral presentada a la Universidad de Stanford por Efraín Kristal nos enteramos que fue necesario que la destacada crítica portorriqueña Concha Meléndez en la “La novela indianista en Hispanoamérica 1832-1889” (Madrid 1934) rescatara la importancia de la obra de la cusqueña para las letras latinoamericanas. Y, contra el parecer de los “civilistas” y la oligarquía que esgrimía ridículos argumentos racistas, sosteniendo la “inferioridad” y “senilidad” de la raza indígena. La obra de Clorinda Matto posibilitó al decir de Cristal, “la entrada en la auténtica arena política del discurso sobre el indio”.
Y así “América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda” en palabras de García Márquez al recibir al Nóbel de 1982, rescató a Clorinda y su obra para nosotros.
BIBLIOGRAFIA.
Basadre, Jorge “Peruanos del siglo XIX” (Lima 1981).
Cometta Manzoni, Aíd. “El indio en la poesía de América”, Buenos Aires 1939
Cosio, José Gabriel, Prólogo a la edición de Tradiciones Cusqueñas (Cusco 1917)
Estrada, Alcides F. “Monografía de Calca” Cusco (1992).
García Calderón, Ventura, “La venganza del Cóndor” Madrid 1919.
Cusco, José Gabriel. “Clorinda Matto de Turner”. El Sol, 10 de agosto de 1954. Cuadros Escobedo, Manuel E. “Paisaje y Obra, Mujer e Historia... Clorinda Matto de Turner”. Cusco 1952.
García Ochoa, José Uriel. Prólogo a la novela Doña Shabi de Clorinda Caller (Cusco 1956)
Gutiérrez de Quintanilla, Emilio. Juicio Crítico. “Aves sin Nido” (Valencia, España 1906).
Kristal, Efraín. “Una visión urbana de los andes” Génesis y desarrollo del Indigenismo en el Perú; 1848-1930 (Lima 1991).
Mariátegui, José Carlos “/ ensayos” (Lima 1928).
Matto de Turner, Clorinda. “Viaje de Recreo” (valencia, España. 1909)
Meléndez, Concha. “la novela Indianista en Hispano América”, 1832-1889. (Madrid 1934)
Ortega, Julio “Ventura García Calderón”, colección Los que hicieron el Perú (Lima 1987); “Juan de Arona” Biblioteca hombres del Perú (Lima 1966).
Palma, Ricardo Prólogo a la primera edición de Tradiciones Cusqueñas (Lima 1884).
Pimentel C., Eduardo. Clorinda Matto de Turner, Revista Ciencias y Artes, Cusco 1966.
Sánchez, Luis Alberto “La literatura peruana” Tomo III, sexta edición 1989.
Sandoval, Julio F. “La señora Clorinda Matto de Turner”. (Lima 1884).
Tamayo Vargas, Augusto “Guía para un estudio de Clorinda Matto”. Lima 1967.
Tapia Olarte, Eulogio “5 grandes escritores cusqueños” (Cusco 1934).
Documentos y bibliografía de la “Fundación Julio G. Gutiérrez L”.
Villanueva Urteaga, Horacio. “recordando a Clorinda Matto” El Comercio, Cusco, 1° de enero de 1977.
Yépez Miranda, Alfredo. “Clorinda Matto de Turner. Prologo publicado en la reelección de “Aves sin Nido”, por parte de la universidad de San Antonio Abad del Cusco, 1948.
(1) “... Clorinda Matto de Turner, discípulo e imitadora de Palma...”. “de la autobiografía a la biografía a la biografía de Palma”. Revista letras peruanas. No. 10 junio 1954.
03.- APRECIACIONES ÍNTIMAS
23 de julio de 1882
Por Manuel Rafael Valdivia
I
Por segunda vez he leído la preciosa leyenda intitulada “Chascka”, que la justamente aplaudida escritora, señora Clorinda Matto de Turner, ha tenido la amabilidad de remitirme por el tren que llegó ayer en la tarde; (1) y aunque tan bello como interesante trabajo literario honra mi pobre nombre i casi me imposibilita para emitir un juicio acerca de él, puesto que podría mirarse mi opinión, más como hija de la gratitud i del decidido afecto que profeso a la autora, que como justo tributo debido al verdadero mérito; con todo, no puedo resistir al deseo de apuntar algunas ligeras apreciaciones íntimas, sino sobre el valor literario que entraña la obra, por lo menos en lo relativo a la profunda impresión que ha grabado en mi alma su lectura.
Lo rimero que se me ocurre consignar, es la siguiente observación. ¿Podrá un talento consagrado a la reproducción de antiguas crónicas caballerescas, de episodios de costumbres, y de sucesos de carácter festivo, salir triunfante i airoso al coger como tema de sus tradiciones, un asunto de sabor esencialmente erótico, donde la historia, la novela y el romance guarden perfecta armonía y sobresalgan con igual donaire?
La respuesta no debe ser más satisfactoria y terminante, después de leer la magnífica producción de que me ocupo.
Ya conocía y había admirado sinceramente las galanas tradiciones de la señora de Turner, y no sé por qué se me ocurría suponer entonces, que quien manejaba tan diestramente la pluma en ese nuevo ramo de nuestra Literatura nacional, que han sabido caracterizar con brillante éxito Juan Vicente Camacho i Ricardo Palma, entre otros muchos, no había de ser quizás igualmente feliz al pintar un cuadro de sentimiento, lleno de ese dulce melancolía, de esa delicada ternura con que hieren las fibras más secretas del corazón, todos esos seres privilegiados que al derramar sobre el papel los elevados conceptos de su inteligencia, exprimen, por decirlo así, el jugo siempre noble, siempre fecundo en bienes, del sentimiento que los domina y engrandece.
“Chascka” ha venido a disipar el temor que abrigué entonces, antes de conocer personalmente a la señora de Turner, y será un castigo para todos aquellos que no hayan reconocido la flexibilidad de su talento, la sencillez y dulzura con que saber deleitar siempre y conmover cuando quiere.
Verdad es que desde el momento que tuve la fortuna de conocerla y llamarla amiga, encontré en ella uno de esos tipos poco comunes que lucubra la fantasía algunas veces, cuando entre la multitud de seres que pasas a nuestra vista, tal vez para no volver nunca, concebimos una mujer llena de talento, en quien la belleza del cuerpo es hermana gemela de la hermosura del alma.
La noche primera que la conocí, y era doblemente simpática para los que, como yo, veían reflejar en sus ojos la lumbre del genio, y lamentaban en silencio al agudo dolor que había ido a aposentarse en ese corazón joven, herido ya por la desgracia implacable.
En esa ocasión, me hice estas reflexiones. Aunque solo conozco sus escritos festivos y uno que otro de distinto género, puedo asegurar, sin temor de equivocarme, que a través de esa modestia encantadora, de esa conversación fácil, amena y oportuna con que halaga a todos los concurrentes, debe haber un fondo de tristeza y amargura indefinibles. Su buen criterio, anuncia un alma fortalecida en el infortunio. Su corazón debe ser un tesoro de virtud y de ternura, grandes como su inteligencia.
La lectura de «Chascka», vino poco después a arraigar mis convicciones, con la notable circunstancia de que esa hermosa leyenda vi que había sido escrita mucho antes de la pérdida de su esposo; es decir, cuando ajena todavía al pesar producido por su muerte, no necesitó del estímulo del dolor para dar a su tierna y seductora producción, el sentimentalismo y melancolía de que está impregnada.
Pero, prescindiendo de lo anterior, que es suficiente para acreditarla como una distinguida escritora en el género erótico y romancesco, descubro además en «Chascka» descripciones poéticas de primer orden, episodios novelescos de admirable efecto, caracteres bien presentados y mejor sostenidos; todo lo cual, en conjunto, no solo es harto difícil para cualquiera que se proponga trazar un cuadro de esa clase, sino, lo que más aún, revela aptitudes especiales para la poesía, el drama y la novela.
Quien ha escrito «Chascka», puede ensayar ventajosamente los géneros de composición indicados con la certidumbre de que el fruto que se obtenga, corresponderá como es debido a las fundadas esperanzas que de antemano ha hecho concebir.
En la primera oportunidad que se presente, voy a aconsejar a mi buena e inteligente amiga, que dedique parte del tiempo que suele consagrar a sus tareas literarias, al trabajo de una novela o de un drama en prosa, ya que no gusta mucho de amoldar su numen poético a las estrechas formas del metro y de la rima.
Presumo que algo debe tener escrito en el género novelesco, y lástima sería que no hubiese cultivado las valiosas dotes que posee para ello, Creo hallarme en el deber de estimular su talento, y como favorecido que soy con la dedicatoria de «Chascka», hago el propósito firme de manifestarle mi parecer el día que le envíe los versos inéditos, precisamente de color erótico subido (aunque ya viejos) que pienso dedicarle en contestación.
Para concluir estos apuntes debo hacer constar lo mucho que he gozado con la lectura de «Chascka», cuyo sublime tipo había vislumbrado alguna vez en mis meditaciones poéticas; pero que hoy contemplo casi en el terreno de la realidad, como si fuera algo que, si no ha sucedido, ha debido suceder. No le perdonaré nunca a mi inspirada amiga la honda impresión que me produjo el desenlace de su leyenda. ¡Qué episodio tan tristemente bello!
Así es como yo concibo el amor y la mujer amada, capaz de todo, hasta de sacrificar la vida en aras de ese grandioso sentimiento, superior a todos los afectos humanos, que regenera las almas, purifica los corazones e inspira goces desconocidos y misteriosos que elevan dulcemente a las regiones de lo ideal y lo maravilloso, sin aspirar a los bienes fugaces de la tierra, sino a una vaga felicidad de lo eterno y lo infinito
Bien sé que tal es solo el ideal del amor, y que en este pobre valle de miserias, es preciso conformarse con las imperfecciones de nuestra propia naturaleza; pero, si hemos de amar alguna vez, amemos como amó «Chascka», con abnegación y heroísmo. Fray Gerundio (Modesto de la Fuente) lo ha dicho:
«O no amar, o amar de veras;
Pero, de burlas... ¡jamás!»
Tengo para mí que «Chascka», sin dejar de ser un tipo romántico, es además un gran tipo moral, como la Lucrecia romana.
Alguien pudiera aprovechar muy bien la preciosa leyenda de la señora de Turner, para hacer de la noble princesa inca, el protagonista de una interesante tragedia.
Yo, me contento con aplaudir la composición y admirar a la autora.
Manuel Rafael Valdivia.
(1) 22 de Julio de 1882.
04.- APUNTES DE VIAJE
CLORINDA MATTO DE TURNER
Arequipa 17 de agosto de 1883
POR: ABELARDO M. GAMARRA
Allá por el año de 1876, la señora Gorriti había establecido en el capital de esta república, las llamadas “Veladas Literarias”, o sea reuniones, en las que se rendía homenaje al talento, se estimulaba la juventud i se cultivaba el Arte con un entusiasmo que nunca decayó.
Cuando alguna notabilidad europea, americana o nacional, llegaba a Lima, se apresuraba la señor Gorriti a saludarla, agasajándola con una “Velada”, i así fueron recibidos Villergas i Rafael Obligado, i así fue también recibida la joven escritora cuyo nombre encabeza estas líneas.
En los salones de la novelista argentina, siempre que se trataba de hacer una manifestación de la naturaleza de que hablamos, se veían reunidos los Pardo, los Amézaga, los Palma, los Fuentes, los Llona, Salaverry; i formaban el encanto de aquella inolvidables reuniones, entre otras, las Riglos de Orbegoso, las Cabello de Carbonera, las García Robledo, Villarán de Plasencia, Lazo de Eléspuru i otras no menos distinguidas por su talento i hermosura.
Allí pues, una noche fue coronada la tradicionista señora de Turner, i por primera vez conocimos a esa joven, cuyo nombre habíamos visto figurar en varios semanarios nacionales i extranjeros con éxito magnífico.
Allí fue donde conocimos por vez primera a esa joven como de 20 años, esbelta i con todos los encantos de la juventud, realzados por los de un talento notable i una educación esmerada.
Con sus propias manos la señora Gorriti adornó las sienes de la hermosa tradicionista con una corona de rica filigrana, semejando las enlazadas ramas del simbólico laurel, i colocó en sus manos una valiosa pluma i tarjeta de oro, a la par que un magnifico juego de botones de no poco valor, como recuerdo de sus amigas i homenaje de sus hermanas en las letras.
La fiesta aquella fue de las más espléndidas; los poetas cantaron a la joven tradicionista i todos nos apresuramos a poner a sus pies una flor. Como humilde tributo de cariño y admiración.
Desde entonces deseamos conocer algunos apuntes biográficos de la que durante su permanencia en Lima mereció la atención de aquella ilustrada sociedad.
¡Quién había de decir al que estos renglones escribe, pidiendo hospedaje en las columnas de este periódico, quién había de decirle que llegaría hasta el suelo que vio nacer a Clorinda Matto de Turner, para recoger hoy estos apuntes, que pluma más brillante i mejor talento reclaman!
Clorinda Matto nació en el Cuzco el 11 de noviembre de 1854 (por estudios posteriores se sabe que nació en 1852, Nota del compilador), del matrimonio del señor Ramón Matto i la señora Grimanesa Usandivaras, habiendo quedado huérfana de madre a los siete años.
En el Cuzco, donde hemos recogido estos apuntes, recibió la instrucción primaria bajo la dirección de la señora Antonia Pérez i fue bajo el techo paterno donde cultivara el estudio de la Filosofía, Literatura, Historia Natural i otros que por entonces enseñaban en los colegios de señoritas.
En 1871 contrajo matrimonio con el señor don José Turner, de nacionalidad inglesa: ya por entonces sus primeros ensayos literarios habían visto la luz pública en “El Heraldo”, “El Mercurio”, El Ferrocarril” i “El Eco de los Andes”, periódicos del Cuzco, bajo los pseudónimos de “Mery”, “Rosario”, “Betsabé” i “Adelfa”, pues desde los 13 años reveló su marcada predilección por las letras. El talento de aquella niña despertaba, como las flores de los campos, llenas de una pureza singular i de un colorido raro, a la par que encantador. Sus amigos la instaron a firmar sus escritos i aun a fundar un semanario de educación, literatura, artes i ciencias, tal fue “El Recreo”, el mejor que hasta la fecha se ha publicado en el Cuzco, tanto por lo esmerado de su impresión, cuanto por el respetable cuerpo de colaboradores que tenía entre nacionales i extranjeros.
En todos estos primeros ensayos le sucedía a Clorinda, lo que a todos los literatos que principian; andaba en busca de un centro, i así como el novelista francés Julio Verne comenzó por escribir zarzuelas, siendo su género la novela científica en que ha llegado a ser maestro; como nuestro Ricardo Palma, comenzó por la poesía lírica i siguió por el drama, hasta escribir uno que le hemos oído decir que le pesa más que sus culpas; Clorinda Matto comenzó por lo que llamaremos artículos ligeros o sueltos, hasta que encontró el argentado filón de las tradiciones, que con mano maestra ha manejado, y que indudablemente aun no ha explotado en toda su grandeza, pues no son sino primeras producciones las que le han conquistado una merecida reputación como escritora.
Hemos visto con frecuencia reproducidas sus tradiciones en periódicos extranjeros, de tanto mérito como “El Correo de Ultramar”, i podemos citar entre muchas las que han sido muy aplaudidas como sus “Testigos sin tacha”, “Vaya un decreto”, “Lo que costó un recibimiento”, “El que manda, manda”, “Cuenta clara” i “Tambo de Montero”.
Como un homenaje de afecto i admiración a la escritora ha publicado el señor Sánchez Díaz, Fiscal de la Corte de Huaraz, dos pequeñas colecciones de tradiciones con el título de Cusiccoillor i Hojas de un libro, i según sabemos muy pronto verá la luz pública un magnífico tomo, el primero que contendrá más de cuarenta tradiciones inéditas las más i pocas de las publicadas como colaboración en “La Alborada del Plata”, “La Ondina del Plata”, “El Correo del Perú”, “El Semanario del Pacífico”, “El Porvenir”, “La Cartilla Popular”, “El Obrero”, “El Rodadero”, “La Autonomía”, “La Ley”, “El Álbum” y “La Bolsa”.
Entre otros género que con notable acierto ha cultivado además la señora de Turner, conocemos las hermosas leyendas indias “La peña del castigo”, “Frailes” i “Chaska”, i entre sus biografías publicadas bajo el epígrafe de Perfiles, la de María Ana Centeno, Francisca Zubiaga de Gamarra, el Obispo Antonio de la Raya i Manuel Suárez.
Bajo el anagrama de Carlota Dimont, ha publicado artículos de los llamados de fondo, manifestando así la facilidad de su brillante pluma, la variedad de su estudio i la fuerza de su talento. Varias sociedades literarias, la cuenta entre sus socios honorarios i creemos no engañarnos al pensar que muy en breve será una notabilidad americana, pues sus tradiciones a más de la corrección de lenguaje a que cada día más se encaminan, para seguir en la forma las huellas de don Ricardo Palma; a más de esa chispa o tinte juguetón de don Ricardo, que le es particular, tiene en sus tradiciones la escritora un espíritu filosófico más marcado i una elevación de concepto que hará de sus producciones un género sobresaliente i más conforme con la corriente progresista i nueva de la época; Don Ricardo Palma es un académico que ha venido a registrar los pergaminos en los apolillados estantes de la América; Clorinda Matto será la tradicionista americana que, en la literatura de Juan M. Gutiérrez, llevará a España en hermosos fragmentos la historia de su Patria.
Hemos dicho una palabra acerca de la escritora i no terminaremos sin encomiar las virtudes de la mujer peruana.
El 6 de abril de 1883, llegamos a Tinta, a la histórica población en cuyas cercanías en 1761 se libró aquella sangrienta batalla, en la época del virreinato de don Agustín Jáuregui, entre las fuerzas españolas al mando del Mariscal de campo don José del Valle i las indígenas del patriota Túpac Amaru, quedando este vencido i con su sangre regado el campo, que algún día floreciera el árbol de la libertad. Supimos que nuestra respetada amiga habitaba ese pueblo i que llevaba aun el luto de su viudedad; su esposo había muerto dejándola una fortuna quebrantada i la joven escritora sin dejarse abatir por la desgracia se había puesto al frente del comercio de su casa i vivía consagrada al trabajo con la constancia, fe i talento de una verdadera norte-americana: así no nos fue menos grato, a nosotros que la habíamos visto coronada en los salones de la señora Gorriti, encontrarla, al ir a visitarla, en su escritorio rodeada del libro mayor, del borrador i del de caja, pluma en mano, haciendo el balance de partidas numéricas, como pudiera haber estado registrando antiguallas para encantarnos con una tradición.
Acababa de establecer un molino con el que había comenzado a dar impulso a su trabajo i sus dependientes partían en ese momento a Bolivia, llevando un cargamento considerable cuya realización serviría para establecer en mayor escala el giro comercial que con fe i resignación había principiado. He allí la mujer peruana, he allí la laboriosa mujer cuyas prendas jamás nos cansaremos de elogiar.
¿Qué hubieran dicho Madame de Stael, Jorge Sand, Fernán Caballero, Carolina Coronado, María del Pilar Sinués de Marco i todas aquellas sobresalientes escritoras al ver a la tradicionista americana, hermosa i joven, ni más ni menos que un banquero, un tenedor de libros o un jefe de casa mercantil personalmente dirigiendo, ordenando, trabajando ella misma i hablando de negocios como en un salón pudiera hablar de literatura?
¿No es verdad que esto es encantador i respetable?
El estudio i el trabajo dándose la mano ¿no es cierto que simbolizan el porvenir?
¿No es ese el tipo verdaderamente americano, ese no es el carácter, el bello ideal práctico de nuestra sociedad?
Un hogar santificado por el trabajo i embellecido por el arte!!.....
Una mujer que consagra su talento a su patria i que con el sudor de su frente sostiene no solo la decencia de su casa i su buen nombre sino también la educación de sus hermanos; una escritora que así vive honra a su nación i es digna del respeto i el aplauso universal i quienes al encontrarla a nuestro paso hemos sido testigos de virtudes semejantes, faltaríamos a un deber no consagrándole un recuerdo.
Hemos sabido ya en Arequipa, que la señora Turner cruzada en sus proyectos de trabajo por diferentes circunstancias que no es del caso investigar, entrando en mucho el estado del país, postrado por la guerra, piensa ir a Bolivia a fundar un colegio i deseamos si tal acaeciese que tenga en aquel suelo toda la felicidad que acaso en el nuestro le ha sido tan ingrata.
05.- PROLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN DE “TRADICIONES CUSQUEÑAS”
(Lima, 1° diciembre de 1884)
Por: Ricardo Palma
Pocas veces he tomado la pluma con más viva satisfacción que hoy para formular mi acaso incompetente, pero muy sincero juicio, sobre el libro que mi excelente amiga y muy querida discípula la señora Clorinda Matto de Turner, se ha decidido a dar a la estampa. Y llámola discípula no porque transpiren en mí vanidosos humos de maestro, sino porque la amable escritora ha tomado a capricho, que mujer es y, por ende, autorizada para encapricharse, repetir que la lectura de mis primeros libros de TRADICIONES despertó en ella la tentación de consagrar su tiempo e ingenio a la ruda tarea de desempolvar rancios pergaminos y extraer de ellos el posible jugo, para luego presentarlo en la galana forma de la leyenda nacional.
La historia es manantial inagotable de inspiración, y de entre las páginas de raídos cartapacios puede el espíritu investigador auxiliado por la solidez del criterio, tejer los hilos todos de drama interesante y conmovedor.
Bien sé que habiendo sacado de pila a muchos ahijados literarios, gallardos unos y deformes otros, debe mi firma, cuando aparece en la línea final de un prólogo, inspirar no poca desconfianza al lector. En España, por ejemplo, se dice que la mejor recomendación que puede presentar un libro nuevo es la de no traer prólogo de Don Manuel Cañete o de Don Marcelino Menéndez Pelayo, dos críticos de grandísima ilustración, pero en los que la benevolencia supera en mucho al talento, y que han escrito, por resmas prólogos o cartas de presentación. Yo amo esos caracteres que se complacen en alentar con el elogio, y detesto la crítica malévola o intransigente que, desdeñando las bellezas, goza en rebuscar lunares y aquilatar los defectos, rebajando siempre la falta del escritor novel. Sin que ello importe parangonarme con mis dos ilustres amigos y compañeros de la Real Academia Española, al lado de los cuales no paso de ser un simple (y tómese este simple hasta en su acepción maligna) borroneador de papel, declaro que, como ellos, prefiero pecar de indulgente a pecar de severo.
Afortunadamente para mí, en esta ocasión, no tengo que fatigar mi cerebro ni entrar en transacciones con mi conciencia literaria para tributar entusiasta aplauso al libro de la escritora cuzqueña. El aplauso es de justicia y no de obligado compromiso. Dejo a los zoilos de pacotilla y a los envidiosos de aldehuela en su derecho, para amargar con la ponzoña de una crítica intemperante toda la miel que de mi alma destile.
En el fondo, la tradición no es más que una de las formas que puede revestir la historia; pero sin los escollos de ésta. Cumple a la historia narrar los sucesos secamente, sin recurrir a las galas de la fantasía, y apreciarlos, bajo el punto de vista filosófico-social con la imparcialidad de juicio y elevación de propósitos que tanto realza a los historiadores modernos Macualay, Thierry y Modesto de La fuente. La historia que desfigura, omite o que aprecia sólo los hechos que convienen o como convienen; la historia que se ajusta al espíritu de escuela o de bandería, no merece el nombre de tal. Menos estrechos y peligrosos son los límites de la tradición. A ella, sobre una pequeña base de verdad, le es lícito edificar un castillo. El tradicionista tiene que ser poeta y sonador. El historiador es el hombre del raciocinio y de las prosaicas realidades. La tradición es la fina urdimbre que dio vida a las bellísimas mentiras de la novela histórica cultivada por Walter Scott en Inglaterra, por Alejandro Dumas en Francia, y por Fernández González en España.
En nuestras convicciones sobre América misma en literatura, entra la de que precisamente es la tradición el género que mejor lo representa. América es el teatro de los sucesos; costumbres y tipos americanos son los exhibidos, y el que escribe tradiciones no sólo está obligado a darlas colorido local sino que, hasta en el lenguaje, debe sacrificar, siempre que oportuno lo considere, la pureza clásica del castellano idioma para poner en boca de sus personajes frases de riguroso provincialismo y que ya perderá tiempo y trabajo el que se eche a buscarlas en los Diccionarios. Cuando se pinta no debe huirse de la naturalidad por mucho que, a veces, sea ella ramplona y de mal gusto. Estilo ligero, frase redondeada, sobriedad en las descripciones, rapidez en el relato, presentación de personajes y caracteres en un rasgo de pluma, dialogo sencillo a la par que animado, novela en miniatura novela homeopática, por decirlo así, eso es lo que, en mi concepto, ha de ser la tradición. Así lo ha comprendido también la inteligente autora de este libro.
Como labor histórica hay que convenir en que la señora Matto de Turner ha sabido explotar el rico filón de documentos escondidos en los empolvados archivos de la imperial ciudad de los incas; tarea patriótica que hombre han desdeñado acometer y que, con tan cumplido éxito, ha conseguido realizar mi predilecta amiga. ¡Cuántas noticias y fechas históricas, salvadas para siempre del olvido, va a encontrar el lector en las preciosas páginas que entre las manos tienen! La autora sabe hacernos vivir en el pasado, en un pasado embellecido por no sé qué mágico y misterioso hechizo que adormece en el ánimo los dolores del presente y cicatriza las heridas de nuestros recientes o inmerecidos infortunios, haciéndolos alentar la esperanza en mejores días y la fe en que llegarán tiempos de reparación y desagravio para la honra de nuestra abatida nacionalidad. Lo repetimos: el libro de Clorinda, es digno de ser gustado y saboreado con deleite.
Que la señora Matto de Turner es una escritora concienzuda, nos lo prueba el que rara, rarísima vez, deja de citar la crónica, el documento, la fuente, en fin, de donde ha bebido, revelando conocimientos sólido en los anales de la historia patria. Desde Garcilaso y Montesinos hasta Córdova y Mendiburu, todos los historiadores del Perú le son familiares. No son muchos los hijos de Adán que puedan preciare de aventajarla en este terreno.
Páginas ha escrito la señora Matto de Turner que, por la sencillez ingenua del lenguaje, nos recuerdan a Cecilia Bohl (Fernán Caballero). En general su estilo es humorístico, su locución castiza e intencionada y libre de todo resabio de afectación o amaneramiento, tal como cuadra a la índole de sus narraciones. Viveza de fantasía, aticismo de buen gusto, delicadeza en las imágenes, expresión natural, a la vez que correcta y conceptuosa, son las dotes que más sobresalen en la ilustrada autora de las TRADICIONES CUZQUEÑAS.
Acuérdela el cielo horas más serenas, para que prosiga embelesando a los amantes de la buena literatura nacional con nuevas producciones de su elegante pluma.
O6.- LA SEÑORA CLORINDA MATTO DE TURNER
APUNTES PARA SU BIOGRAFÍA.
Lima, 1884
Por Julio F. Sandoval.
I
¡Cuán distinta la mujer de ayer a la de hoy!
Ignorante entonces sin conciencia ajena a todo derecho y sin dignidad alguna, sus facultades se hallaban encerradas en los cojines de un harem, siendo ella pospuesta a un buen caballo o un fiel perro.
Al presente, noble, digna hasta el sacrificio y con un mundo de aspiraciones en la mente y el corazón, es, unas veces virgen del hogar, otras, ángel de caridad y no pocas el apóstol inspirado de una doctrina o de un principio sano y moral por excelencia.
La mujer de hoy toda amor, toda sentimiento, toda delicadeza, prefiere enjugar a solas y en silencio sus lágrimas o hacer a un lado las miserias de la vida y mostrarse serena, a incitar al padre contra el hijo o a éste contra aquél, como en aquellos tiempo en que hasta el peor de los crímenes se dignificaba.
La mujer de hoy, crea y fomenta; desprecia su vida y sin otro sentimiento, que el bien de la humanidad se lanza al campo de batalla o se sepulta en los hospitales o donde quiera que oiga un gemido.
Y es por eso que ella en el encanto de la sociedad en que vive; y por eso es, que se enseñorea en casas, calle y plazas, llegando a ser el alma de acciones heroicas y de concepciones sublimes!
Tal es hoy entre nosotros la mujer peruana, que desde la época del coloniaje, en que aún no conocía su misión, ha venido levantándose, día a día, por el estudio y la reflexión para rivalizar en virtudes y heroísmo, en abnegación y en saber con las mas sublimes mujeres de la Historia.
Bien por ella que ocupa ya, su lugar en los espacios del espíritu, para poder enseñar al hombre a que ame el honor, el estudio y la patria!
II
A uno de los grupos antes citados, pertenece la elegante escritora Clorinda Matto de Turner. Nacida en el Cuzco, el 11 de Noviembre de 1854 (1) su infancia se deslizó tranquila bajo los cuidados paternales de don Ramón Matto y de doña Grimanesa Usandivaras. Y cuando contaba apenas siete años pasó por el cruel dolor de perder a su adorada madre.
Entonces la niña hubo de tomarse forzosamente en mujer y las sonrisas de la infancia trocáronce en lágrimas de una amargura desconocida.
Triste, muy triste debió ser para Clorinda cuando en aquella época en que la aureola sonrosada de la niñez, coloreaba sus mejillas o iluminaba su frente con la divida luz de la inocencia, oír de los labios de esa madre idolatrada que agonizaba: "Hijita mía sólo Dios será tu apoyo".
Palabras que derramaron sombras en el alma de Clorinda e imprimieron un sello a su carácter, dejándola un fondo de dolor en medio de su alegría.
Doña Grimanesa Usandivaras hija de una familia ilustre, fue una heroína del dolor silencioso.
Bella y de sin igual carácter, y con un alma noble, era el encanto de cuantos la trataban y el ángel bueno de los infortunados; más, desgraciadamente su vida tranquila y feliz fue corta.
Esta planta esbelta, altiva y fragante vivió oculta haciendo de su hogar un templo, dedicándose por completo a la educación de sus hijos y enjugó acaso algunas lágrimas en silencio hasta el 22 de Setiembre de 1862 en que su alma de fuego, arca del amor de esposa y de madre, que tuviera la pureza de los ángeles y la fidelidad de los mártires, abandonó su cuerpo.
Venerada por todos, sus restos fueron llevados en hombros por lo mejor de la sociedad cuzqueña, como el último tributo rendido a su virtud y sacrificio.
El General don José de Allende, que por entonces desempeñaba la Prefectura del Departamento del Cuzco, fue uno de los primeros entre los que llevaron la caja mortuoria al Cementerio.
La vida de la "Azucena de los Andes", como llamaban a Grimanesa, en sus primeros años, puede sintetizarse en tres palabras: amor, modestia y abnegación.
Si los timbres de familia son un título honroso para los descendientes, esos también ornarán la frente de la joven escritora Clorinda, don Ramón Matto, caballero de una inteligencia e ilustración envidiables, es hijo del respetable magistrado y galano escritor don Manuel Torres y Matto, uno de esos tipos donde el talento y la gracia se unen a la dignidad del hombre. La Corte de Justicia del Cuzco se ha honrado contando entre sus miembros al doctor Matto y es una pérdida verdaderamente nacional, en nuestros días, el que don Ramón, separado de la actividad social, haya prescindido temprano de las labores a ésta consiguiente, contentándose con espectar las glorias de sus hijos que indudablemente se reflejan en él.
III
Huérfana Clorinda, en la temprana edad de siete años, ingresó al Colegio Nacional del Cuzco, donde supo distinguirse por su clara inteligencia y por su dedicación a la Literatura y a estudios no cursados en el establecimiento, como Filosofía, Historia Natural, Geometría, Física, etc.
Seis años después, esto es en 1868, dejó aquel plantel y tornó a su "desierto y sombrío hogar" para animarlo y hacer en él las veces de esposa y de madre: ansiábanlo así su padre y sus dos tiernos hermanos Daniel y David.
IV
Sus horas transcurrieron felices, compartiendo sus cuidados entre aquellos seres queridos, hasta que don José Turner se interpuso en su camino, unida a él en 27 de Julio de 1871, dejó el hogar paterno para trasladarse al desierto de Tinta.
Allí puede decirse que vivió con su esposo, sonriendo con sus alegrías y llorando con sus aflicciones.
Por esta época comenzó efectivamente la vida literaria de la señora de Turner, pues aunque sus primeros trabajos literarios fueron unos ensayos poéticos, ella hizo enmudecer su lira, comprendiendo que en sus versos no podría reflejar toda la hermosura del cielo de su patria, ni la majestad de los árboles seculares de la montaña, ni algo de aquello, en fin que estremeciendo su alma, le abriese perspectivas infinitas.
Sin embargo, esos versos de los catorce años, llevan su corazón; son ayes tiernos y amorosos de una tórtola en las ramas del bosque solitario.
En esas composiciones que nos ha sido vedado dar a luz, invoca, clorinda y ensalza a Santa Rosa, aclama a la mujer como porvenir de las naciones; llora sobre la losa del sepulcro de su madre, y, a la vez que pide a la naturaleza la acompañe en su dolor y le dé consuelo, espera que las estrellas, las aves y las flores no la abandonen en aquel paraje, pues, en Tinta, fue donde- nació para Clorinda su sed por la literatura. Emancipar a la mujer de las antiguas preocupaciones fue su primera idea. Y ésta tratada en distintos artículos, mereció los honores de la publicación en varios periódicos del Cuzco y en algunos del resto de la República, pero modesta, no quiso poner su nombre al pié de aquellos escritos y recurrió a los pseudónimos de Lucrecia, Betsabé y Rosario. Y no se limitó a esos trabajos; viendo la inacción de las facultades del bello sexo cuzqueño, se propuso publicar un semanario, abriéndola, así un ancho campo donde pudiera desarrollar sus conocimientos en Literatura, Historia, Artes, etc.
En efecto en Abril de 1876, "El Recreo" fue saludado entusiastamente por los periódicos del Cuzco y por otros de la República.
Allí, Clorinda, publicó diferentes trabajos caracterizándose por la moralidad de sus artículos de fondo y por la chispeante originalidad de sus tradiciones.
Estas han sido reproducidas con elogio y aliento para su autora, en muchos diarios de las Repúblicas Sud-Americanas y algunas vertidas al inglés en el “Times” de Londres. Las tradiciones de la señora Matto de Turner, no son castizas como las de Palma, ni amaneradas como las de Amunátegui, tampoco son fantásticas como las de Hoffmann, ni bíblicas como las de Abbed-Kaid; tienen un sabor especial, empapado en el espíritu de su época, acaso el de la posesión del idioma tradicional: el quechua del Cuzco.
Su plan, es decir, el de aquellas que nos manifiestan la causa de la existencia de una fuente, de una piedra o de un cerro, envuelta en la venganza de una india desdeñada o en las relaciones amorosas de otra; así como el de aquellas con las supersticiones de una bella joven o de una pobre anciana nos describe las costumbres de antaño, es bueno y ordenado.
Clorinda posee un chiste propio y una gran novedad en el estilo. Ella era ayer discípula de Palma, hoy el célebre tradicionista no desdeñaría llamarla su rival por lo bello y ameno de sus narraciones.
V
En 1877 vino a Lima, de paseo y fue recibida y saludada, cual merecía, por la prensa de la capital peruana.
La señora Gorritti le dedicó una velada literaria, a la que concurrieron los principales representantes del cuerpo literario de Lima.
Y para no pecar por defecto, cedo la palabra al ilustrado diario "El Nacional", cuyos redactores se hallaban presentes.
Dice así:
'"La que en la antigua Capital del Perú, ha enarbolado la bandera del arte, llamando en torno suyo a todas aquellas personas que anhelan el progreso del país, ha sido agasajada con todo el lujo literario, perdónese la frase, que su rango entre los escritores reclamaba. Llona, Palma, Rossel, Villarán, Martínez Izquierdo y otros muchos escritores distinguidos y jóvenes amantes de las letras la han celebrado anoche, y entre las señoras desde Juana Manuela Gorritti, hasta la festiva Mercedes Eléspuru; desde la elegante y correcta Mercedes Cabello de Carbonera, hasta la pluma maestra de Manuel Villarán: todas en fraternal unión ofrecieron a la tradicionista elegantísimos ramilletes de flores más delicadas que la pluma produjera.
Sería cosa de nunca acabar, hacer el relato ordenado y sucinto de la velada: ni aun podemos recordar a todos los que anoche leyeron algo.
A las señoras Gorritti, Cabello, Eléspuru, Villarán y señoritas Eléspuru y Carbonel, fue a quienes pudimos escuchar; Llona, Palma, Rossel, Villarán, Martínez Izquierdo, Eléspuru, Segura, Fraguela, Seguín, Sánchez, he allí los únicos a quienes pudimos oír".
VI
Clorinda, en la época que nos ocupa, joven todavía, es bella, alta y de correctas formas. Su tez ligeramente tostada por los aires de la sierra, contrasta con el rubio de sus cabellos.
Su frente espaciosa y elevada, revela las concepciones de su imaginación y la nobleza de sus sentimientos.
Modesta por naturaleza, de corazón sencillo y de fácil palabra, siendo ésta llena de chiste y de gracia, se hace amar de cuantos la conocen. A ella debió el Cuzco la realización de veladas literario-musicales, y sus compatriotas, le ofrecieron una tarjeta de oro.....
En la villa de Tinta, patria de nuestro gran Túpac-Amaru, poseía una preciosa casa quinta. Allí rodeada de libros, de aves y de flores y con el predilecto de su corazón, vivió feliz, practicando el bien, así lo decían todos los viajeros que llamaron a sus puertas y encontraron espléndida hospitalidad contra la intemperie y una palabra cariñosa para olvidar las fatigas del camino.
VII
Todos sin excepción alguna, están conformes en asegurar que la casa de los esposos Turner, fue un oasis, en medio de los áridos caminos del Cuzco.....
Hoy, viuda, tras años de prueba y después de haber cubierto las grandes deudas que su esposo le dejara en la ruina de sus negocios, habita en Arequipa y viviendo de su trabajo; pero serena y con ánimo fuerte.
Privada de todo recurso, llegando un día a la redacción de un diario, pidió trabajo para conseguir sustento.
En otra época habría causado hilaridad aquella demanda, pero el presente, no. El Director y propietario de "La Bolsa", conocía el talento y aptitudes de Clorinda y tuvo a fortuna encargarle la redacción en jefe del periódico. El cómo ha correspondido ella lo manifiesta, mejor que mi palabra aislada, el siguiente juicio emitido por el acreditado diario "La Opinión Nacional".
"Una poderosa inteligencia femenina brilla hoy cual meteoro, en las filas del periodismo nacional.
"La Bolsa" de Arequipa es el mensajero que trae, frecuentemente a la capital de la República el esfuerzo creador e inteligente de una ilustre señora, levantada personificación de cuanto grande o virtuoso es capaz de ofrecer el corazón de la mujer peruana.
Hacienda, comercio, educación, agricultura, inmigración, prensa, vías de comunicación, todo cuanto puede ser comprendido dentro de la esfera inmensa del saber humano, aparece tratado por la señora Matto de Turner con la lucidez e ilustración que pudiera esperarse de esos grandes voceros de la opinión encanecidos en las duras faenas del diarismo.
Mil veces desde el silencio de nuestro escritorio, hemos pagado nuestro tributo de admiración ante los destellos de esa inteligencia poderosa en donde no hemos sabido qué admirar, si el patriotismo enardecido por el fuego de la virtud o la luz de la idea que brota a raudales de aquel cerebro privilegiado.
La señora Clorinda Matto de Turner es ya no sólo florida escritora del Misti; es el adalid que sigue sin detenerse explorando los nuevos horizontes que pueden ofrecerse al porvenir de la mujer peruana.
Que tenga imitadoras"
En esas líneas están reveladas las dotes de la ilustre peruana a quien la posteridad juzgará mejor que nosotros, escribiendo su nombre con pluma de oro.
Para completar estos ligeros apuntes que están muy lejos de ser una biografía, tarea que dejo para un escritor digno de la tradicionista cuzqueña, transcribo a continuación algunas frases de un oficio de ella al Iltmo., Sr. Tordoya, Presidente de la Junta de Donativos para la guerra con Chile: por ellas se conocerá mejor esa alma noble y patriota.
Dicen así:
"Cumplo con el gran deber de poner a disposición de Ud., la suma de (S/. 1,122) mil ciento veintidós soles en plata sellada, doscientos ochenta y un soles en billetes, y una onza de oro en pepitas, erogación de los vecinos de esta provincia para ayudar a la compra del blindado "Almirante Grau".
Junto con estos donativos irá una tarjeta de oro, premio con que quisieron honrar a la humilde escritora cuzqueña. Esta prenda de valor moral para mí, nunca pudo separárseme con mayor justicia que al presente; en que se vincula el querido nombre de la patria con el sacrificio de sus hijos". Lima, 1884.
07.- “PROEMIO” PARA “AVES SIN NIDO”
Lima 1889.
Por: Clorinda Matto de Turner
Si la historia es el espejo donde las generaciones por venir han de contemplar la imagen de las generaciones que fueron, la novela tiene que ser la fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo con la consiguiente moraleja correctiva para aquellos y el homenaje de admiración para éstas.
Es tal, por esto, la importancia de la novela de costumbres, que, en sus hojas contiene muchas veces el secreto de la reforma de algunos tipos, cuando no su extinción.
En los países en que, como el nuestro, la LITERATURA se halla en su cuna, tiene la novela que ejerce mayor influjo en la morigeración de las costumbres, y, por lo tanto, cuando se presenta una obra con tendencias levantadas a regiones superiores a aquéllas en que nace y vive la novela cuya trama es puramente amorosa y recreativa, bien puede implorar la atención de su público para que extendiéndole la mano la entregue al pueblo.
¿Quién sabe si después de doblar la última página de este libro se conocerá la importancia de observar atentamente al personal de las autoridades, así eclesiásticas como civiles, que vayan a regir los destinos de los que viven en las apartadas poblaciones del interior del Perú?
¿Quién sabe si se reconocerá la necesidad del matrimonio de los curas como una exigencia social?
Para manifestar esta esperanza me inspiro en la exactitud con que he tomado los cuadros, del natural, presentando al lector la copia para que él juzgue y falle.
Amo con amor de ternura a la raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres, encantadoras por su sencillez, y la abyección a que someten esa raza aquellos mandones de villorrio, que, si varían de nombre, no degeneran siquiera del epíteto de tiranos. No otra cosa son, en lo general, los curas, gobernadores, caciques y alcaldes.
Llevada por este cariño, he observado durante quince años multitud de episodios que, a realizarse en Suiza, la Provenza o la Saboya, tendrían su cantor, su novelista o su historiador que los inmortalizase con la lira o la pluma, pero que, en lo apartado de mi patria, apenas alcanzan el descolorido lápiz de una hermana.
Repito que al someter mi obra al fallo del lector, hágolo con la esperanza de que ese fallo sea la idea de mejorar la condición de los pueblos chicos del Perú; y aun cuando no fuese otra cosa que la simple conmiseración, la autora de estas páginas habrá conseguido su propósito, recordando que en el país existen hermanos que sufren, explotados en la noche de la ignorancia, martirizados en esas tinieblas que piden luz, señalando puntos de no escasa importancia para los progresos nacionales; y haciendo a la vez, literatura peruana.
C. M. de T.
08.- AVES SIN NIDO: JUICIO CRÍTICO
Por: Emilio Gutiérrez de Quintanilla
Correspondiente de la Real Academia Española.
Lima, 5 de Diciembre de 1889.
I
La novela que acaba de darnos la señora Matto de Turner, no es de aquellas que humildemente ambicionan ser el Pierrot ó Stenterello de los salones, ni de esas otras que, inspiradas en ruines móviles, se cubren con ropaje literario Y viven del escándalo, para corromper aún más nuestra conciencia.
Así, y creyendo que es noble acción estimular en todo orden de cosas los honrados propósitos, robustecer los esfuerzos bien dirigidos, venzo la repugnancia que las malas novelas me infundieron por el género, y resuelvo expresar claramente las impresiones que la lectura de ésta me deja.
El pensamiento primordial de la autora es que la raza indígena sea rehabilitada como elemento social por la educación, e incorporada a nuestra nacionalidad y cultura por la igualdad civil.
El conquistador español desató hace tres largos siglos los vínculos de la nacionalidad incaica, atacando tan rudamente su existencia que, derribados los dioses, sepultada la historia, extinguida la civilización antigua, el pueblo indígena, diseminado y deshecho, volvió á la barbarie de la edad primitiva.
La conquista tuvo, en verdad, carácter trágico y sangriento como todas las convulsiones que remueven de súbito la existencia de los pueblos. Empero, la de América difería esencialmente de las invasiones que en Europa y Asia hizo la barbarie. Fuera de que la realizaba la nación más culta y poderosa de la época -el cristianismo, esa creencia que constituye la caridad en precepto religioso, era su principio civilizador; y su trascendental objeto se dirigía nada menos que a unificar la familia humana, incoar en América la tercera de las grandes derivaciones étnicas, conferir a ella, aunque en lejano tiempo, el cetro de la grandeza europea, y ganar, en suma, para la humanidad esta asombrosa tierra de promisión, donde la civilización decadente de Europa retornará cien veces más colosal, bajo la influencia del trabajo y a la sombra de las libertades civil, política y religiosa.
Europa fue el teatro glorioso de la autocracia y de la religión. América va a serlo de la libertad, la ciencia y la industria. Su nueva y potente savia engrandecerá los triunfos de la civilización, haciendo harto más fecunda y feliz la existencia humana.
Por lo mismo que a tan grandes fines se dirigía la Conquista y tan humanitario principio la inspiraba, la cruel persecución que el español conquistador ejerció contra el indio americano, fue condenada desde sus primeros hechos como criminal e impolítica demasía, y tuvo en todo tiempo, abnegados y formidables delatores.
Desde entonces el célebre obispo de Chiapa asentó el principio de que la despoblación de América no cesaría sino cuando se devolviese la libertad al indio y se le tratase como súbdito y no como esclavo; llevó su propaganda al libro escribiendo su Destrucción de América; arrancó al trono comisión investigadora de jeronimitas, y conmovió á toda Europa dando la merecida resonancia del escándalo al cruel repartimiento y demás ferocidades que acarreó la dominación española.
La práctica del sistema colonial y sobre todo la enérgica defensa de los Olmedo y Ricafuerte en el seno mismo de las Cortes, enseñaron al monarca que más útiles brazos daría al trabajo la espontaneidad del hombre libre, que la resistencia castigada del esclavo.
El humanitario propósito tenazmente perseguido, convenciólo de la necesidad política de levantar al indio al rango de ciudadano, según que tres siglos antes lo pidió el insigne Bartolomé de las Casas. En efecto, la historia nos conserva multitud de reales órdenes enderezadas a este objeto, y nos prueba que la existencia colonial, obedeciendo no sólo al espíritu de aventura, sino por razones sociales y políticas, tanto se propagaba en la costa como por las serranías, e irradiaba de tal manera que era una expectativa del porvenir la ocupación de todo el territorio y la consiguiente cultura de la población indígena.
La República, si bien importaba un progreso glorioso en el sentido de la libertad, esto es, de uno de los trascendentales fines que envolvió la Conquista, no estuvo exenta de graves errores.
La porfiada y dilatada guerra de independencia había trastornado el organismo social y destruido el orden político, formando en los campos de batalla el carácter y la escuela de toda una generación y dejando la suerte de la nueva patria en manos de la dominante y engreída clase militar, puesto que era la vencedora.
El ejército había cumplido brillantemente su deber; su función quedó acabada después de la postrera victoria; pero como uno de esos viciosos e irremediables excesos que las catástrofes sociales dejan tras sí, apareció el cesarismo, entregando el país a la anarquía la más profunda e inveterada de nuestras gangrenas.
Los tesoros memorables del guano y el salitre, enriqueciendo excepcionalmente al Estado, añadieron al cesarismo vacilante nueva y formidable causa de anarquía.
La guerra había hecho la fortuna política del soldado; la riqueza fiscal levantó é hizo numerosa a otra aciaga clase, la de los doctores, predestinándolos a estadistas.
El país, presa de militares y doctores, víctima de la anarquía, que de los unos a los otros mudó de formas pero no de esencia, ha consumido entre ellos las fuerzas que debieron reconstituir el organismo social y normalizar la vida republicana; siente estancada la poca sangre que le queda, y paralizada su vitalidad, contempla en perdurable y vergonzosa impotencia los fabulosos progresos de la Argentina, el desarrollo pujante de Chile, hasta el renacimiento de Bolivia.
El cesarismo primero y los tesoros después, centralizaron tan poderosamente en Lima la existencia nacional, que abandonada a la barbarie casi la totalidad de nuestro territorio, hemos localizado la patria en Lima, y dentro de Lima, en reducido grupo de individuos que se la transmiten como vínculo de familia, y la gozan por juro de heredad. El resto advierte que vive incorporado a esta patria ajena, al tiempo de oblar la contribución.
La renta y el jornal van siendo imposibles para los que no pertenecen a la oligarquía, e irónica promesa para ellos las leyes que protegen la propiedad, el trabajo y la vida. El bandolerismo, más impune y feroz que en la España de los Guinart y Pasamonte, nos asalta en caminos y poblados por mitades y en columna.
Una sola proeza es dado realizar a muy pocos gobiernos: conservarse a despecho de la anarquía. Todos ellos repiten el papel de Orbegoso, debelando revoluciones gamarristas, o apuntando con propia mano al corazón de Vargas.
El país nada les debe hasta ahora. Absorbidos por la necesidad de conservarse, aun no han podido pensar que la emancipación y la República destruyeron el antiguo régimen para crear en nuestro extenso y rico territorio poderosa nación, digna ejecutora de los fines que la libertad persigue en América.
La República debió abrazar los dos océanos, reconociendo la importancia comercial y política de nuestra zona oriental; destruir las resistencias topográficas que estorban la industria y nos mantienen en la miseria sobre cordilleras y valles de oro; reconstituir la población unificando sus razas, y convirtiendo, sobre todo, en ciudadanos a esos dos millones de indios, a esas cuatro quintas partes de nuestro pueblo, que la ignorancia, la abyección y la tiranía segregan de la comunión peruana. Estos beneficios debieron acreditar sobre los defectos coloniales su providente excelencia. Para realizarlos heredó tesoros sin cuento y las luces con que la filosofía del siglo XVIII y la Revolución social del XIX, iluminaron la mente y la conciencia de pueblos y gobiernos.
La anarquía paralizó los propósitos de la República. Los gobiernos no tuvieron más tarea que defenderse.
Hemos llegado a la hora presente, advirtiendo, sólo ahora, los graves errores cometidos.
La guerra extranjera nos sorprendió encastillados en la costa como un pueblo fugitivo, reproduciendo el memorable encierro del real Felipe en las postrimerías, de la dominación española, y creyendo que los quinientos mil siervos de la anarquía que entre criollos y extranjeros hacíamos la vida artificial de la costa, constituíamos nación fuerte e invencible.
La guerra extranjera nos sorprendió sin pueblo y sin tesoro. La raza indígena, divorciada de nuestros intereses, excluida de nuestra patria, nos dejó entregados á los furores del general Chile, que sólo venía a vengarse de la raza blanca, y sólo peleó con denuedo cuando este general llevó la guerra a sus serranías y hogares. Pero entonces los combates tuvieron las sangrientas desigualdades que en los tiempos de la conquista dieron siempre el triunfo al europeo civilizado, sobre las masas desordenadas de indios bárbaros.
Si éstos no creen ahora, como sus mayores, que el soldado da a caballo es un feroz injerto de animal y hombre, no dejaron de creer los que asistieron a la batalla de Huamachuco que el caballo chileno era de tan sobrenatural complexión, que no bebía, y de tan prodigiosa agilidad, que volaba por las quebradas. Muchos de ellos, hablando de funestos presagios, testifican todavía haber visto la víspera de esa batalla crecer asombrosamente a un chivato blanco que diz que tenía el coronel chileno Gorostiaga.
De los mayores errores que venimos cometiendo, es este impolítico abandono de la raza indígena. El indio, más peruano que nosotros, o vaga por selvas y montañas, o vegeta en las serranías, o se anonada entre las razas europeas de la costa, careciendo en todas parte de importancia y objeto social, sobreviviendo a la destrucción de su patria, a las tradiciones y recuerdos del pasado, y sin poder incorporarse todavía a la nueva patria del conquistador, a su civilización e intereses.
El Estado sólo se acuerda del indio para enrolarlo en el ejército; como si el soldado, cuyo destino es defender con su sangre las instituciones patrias, no debiera ser escogido entre nuestras propias clases sociales; como si jamás pudiera ser el despreciado paria pundonoroso y leal defensor de su tirano.
Nos sentimos solos y clamamos por la inmigración, como el único medio de adquirir los brazos que necesitan las industrias; cuando es casa viven dos millones de hombres ociosos e ignorantes, mendigos, casi, que por lo menos tienen tanto derecho como nosotros a conservar y mejorar su existencia la educación y el trabajo, a ser protegidos por la igualdad republicana.
Si, también yo aplaudo la inmigración, pues reconozco la urgente necesidad de que una sangre superior a la nuestra restablezca los honrados sentimientos, inculque de nuevo la noción del deber, funde la vida social y reconstituya el orden político, anude con poderosa ligadura los elementos de la nacionalidad, rotos por la anarquía, y dé rumbo a nuestra existencia.
Sea bien venida la inmigración; pero en vez de cederle patria, hogares y riquezas, obedezcamos cuando menos al instinto de propia conservación, no sea que el extranjero inmigrante, convertido en señor, condene al criollo a la misma decadencia y servidumbre que impusimos nosotros al indígena.
El cable nos avisa hoy que a favor del destronamiento de don Pedro, las colonias alemanas del Brasil pretenden constituirse en República independiente, y reclaman el apoyo de la madre patria!… (1)
¿Qué se nos aguarda á nosotros que ya probamos ser incapaces de defender la integridad territorial?…
(1) Cablegrama de Berlín fechado el 2 del presente.
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¿Es que confiamos en que la sangre del inmigrante nos haga más afortunados en la guerra?…Unifiquemos a nuestro pueblo dando cohesión a todos sus elementos.
Llamemos al indio a nuestra sociabilidad y cultura, puesto que la emancipación dio libertad y una misma patria a todos los peruanos.
Justo deseo que el inmigrante traiga máquinas, industrias y dinero; mas esto no ha de ser a expensas de nuestra identidad nacional, sino antes bien, prometiéndonos ventajas para nuestros descendientes, en quienes la raza, la lengua y las creencias deberán perpetuar la herencia patria.
Conservar estos elementos constitutivos de nuestra nacionalidad, es el más sagrado y patriótico de los deberes. No pongamos en ellos la torpe mano a pretexto progresistas renovaciones.
Reconstituido y unificado el pueblo peruano, entraremos en la plenitud de la vida nacional y nos bastaremos entonces para dirigir nuestro destinos y prevalecer sobre toda influencia extraña.
Si los setenta años de abyección hubieran sido de cultura, es seguro que la obra nacional iniciada por la independencia se hallaría a esta hora harto adelantada; la inmixtión de las razas en vía de consumarse y la civilización del hombre blanco, ocupando todo el territorio.
Quizás no necesitáramos entregar nuestros tesoros a la explotación extranjera, y nuestro pequeño, desocupado pueblo de la costa, no pensara en que el sajón venga á redimirlo de la miseria.
Análogo pensamiento inspiró a Olmedo y Ricafuerte su vigorosa propaganda en favor de la raza indígena. Secundándolos años después don Juan V. Camacho y don Juan Cosio, escribieron en 1867 la linda zarzuela ¡Pobre indio!.
Hoy la señora Matto de Turner recoge la tradición de esos ilustres defensores, y abordándola más de lleno en el terreno literario, traza virilmente el luctuoso cuadro de esa misma opresión, esos mismos infortunios que la monárquica Colonia impuso al indio, y de que la República, las democracias, los liberalismos de la raza blanca, no osan redimirlo.
Verdad que los repartimientos se acabaron, que no hay caza de indios con ni sin jaurías, que no se les quema, ahora ni degüella, ni se les calza con herrajes(1) Empero, la abolición de estas iniquidades no es todo lo que la nueva República tenía que hacer en la antigua Monarquía, para declarar la existencia en el Perú de un pueblo libre y soberano.
El gobernador, el tata cura y el lanero, son todavía tres tiranos rezagados de la Colonia. Aun hace el indio faena sin remuneración, y desempeñan la mita su mujer, hijas y parientas con daño inevitable de la honra. Aun subsiste el servicio del pongo y el reparto antelado, execrable arbitrio con que a la sombra de la autoridad el comerciante roba al indio, criador de alpacas, su miserable hacienda, después de obligarlo a declararla por medio de torturas tan crueles como la lavativa de agua fría(1).
El reparto arranca al indio ciento veinte pesos en lana por cada diez de deuda forzada, sin contar el ciento por ciento de demasía en el peso, que aprecia el cobrador con balanzas fraudulentas…(2). ¡Ay del indio que no paga las creces del reparto! El cobrador le robará sus hijos para venderlos á los majeños, quienes a su vez los venderán en Arequipa(3).
¿Cuál es la ley que ampara al indio y castiga tales abominaciones, si la autoridad disfraza a los delincuentes con el traje de soldado(4), si el tata cura, ministro de la caridad cristiana, embarga las cosechas, el lucro mezquino de todo un año, para hacerse pago de derechos de entierro recargados con intereses, si el juez de paz imputa al indio delitos de los que lo oprimen para arrebatarle sus ganados?
¿Cuál es el mejoramiento social del indio con que la humanitaria República execra los horrores de la Colonia, si el concubinato clerical deshonra los hogares, si las víctimas “salvadas de manos del cura caen en la hoguera de la autoridad”(5), si el gobernador patrocina las exacciones del lanero e impone él mismo las suyas, si el tata cura embarga las cosechas, si el uno y el otro lanzan gavillas de asesinos contra los generosos forasteros que osaron apiadarse de la vilipendiada raza?.
El indio de hecho vive hoy como en los tiempos coloniales, fuera de toda ley civil y natural, y más convencido que entonces de que si la independencia fue la ventura del criollo blanco, no hay para él más alivio que la desesperada resignación, ni otro bienestar posible que la paz del sepulcro.
Nacimos indios, esclavos del cura -exclama Martina-, esclavos del gobernador, esclavos el cacique, esclavos de todos los que agarran la vara del mandón.¡Indios, sí la muerte es nuestra dulce esperanza de libertad!(1)
Parece, pues, que quien así se alza contra el sufrimiento de una porción considerable de nuestro pueblo y tan alto enrostra al blanco su injusta opresión, persigue fines de la mayor trascendencia, y merece, no sólo atención, sino el apoyo resuelto de los que contemplan la existencia humana y los intereses patrios por encima de todo cálculo miserable.
Dejémonos de esas chilindrinas que tantas veces han puesto necia risa en nuestros labios, al frente de los peligros y las desgracias. Respetemos el valor de una mujer patriota, que, más osada que nosotros, estampa los ocultos dolores del pueblo reclamando su remedio.
Juzgamos nos dice la señora Matto de Turner que sólo es variante de aquel salvajismo, lo que ocurre en Killac, como en todos los pequeños pueblos del interior del Perú, donde la carencia de escuelas, la falta de buena fe en los párrocos y la depravación manifiesta de los pocos que comercian con la ignorancia y la consiguientes sumisión de las masas, alejan cada día más a aquellos pueblos de la verdadera civilización que, cimentada, agregaría al país secciones importantes con elementos tendentes a su mayor engrandecimiento(2).
II
Aves sin nido es la revelación del estado social vergonzoso y alarmante, en que se halla este pueblo numeroso que en la región andina ocupa la mayor parte del territorio peruano.
Es por sí sólo un mérito llevar tan resueltamente a este terreno la novela, propendiendo así, por una de las sendas posibles, a formar el carácter nacional que debe tener nuestra literatura. Me es satisfactorio aplaudir en este sentido el esfuerzo de la señora Matto.
El asunto, reducido a su más simple expresión, consiste en los amores de los jóvenes Manuel y Margarita, hermanos de padre sin saberlo, infelices vástagos que aquel antiguo cura de la doctrina, Obispo después de la Diócesis, don Pedro de Miranda y Claro, dio clandestinamente a la pobre india Marcela, mujer de Juan Yupanqui, y a doña Petronila, esposa del gobernador de Killac, don Sebastián Pancorbo.
Los amores, conducidos por medio de variadas escenas, se desenlazan dramáticamente con el inesperado descubrimiento de esta fraternidad culpable, que consterna y sume en honda e incurable amargura a Manuel y Margarita, las infelices aves sin nido.
Los hechos se desenvuelven sobre dos temas que si bien tienen en la narración carácter episódico, se engranan estrechamente con el asunto principal, y sobre todo exponen con harto relieve y colorido la idea dominante. Tales son las pintorescas historias de Juan Yupanqui, labrador, y de Isidro Champi, campanero de la parroquia. Ambos personifican el tipo y manifiestan el estado social de la raza indígena. Ambos son, como ella de mansa y bondadosa índole, supersticiosos y agoreros hasta la médula. Por esto, en la hora de la desgracia se derramó la olla y se cortó la lecha en casa de Isidro, y su hijo Miguel vio pasar cinco veces el cernícalo por los techos de la troje(1).
Yupanqui y su mujer Marcela, víctimas del lanero y el cobrador, el cacique y el tata cura, la mita y el reparto movidos por el heroico sentimiento de gratitud, perecen defendiendo la vida de sus protectores en el alevoso ataque maquinado por el gobernador y el cura. Marcela, pronunciando en la agonía la frase; “Niñay, ¿no te has asustado de protegernos?”(2), es patética imagen de cuánto sufre y cuán poca fe tiene ya el indio en su redención.
Champi y su Martinacu son los que pagan el pato, respondiendo velis nolis con su libertad y escasa hacienda, por aquel criminal atentado en que Yupanqui y Marcela perecieron; son víctimas de jueces de paz y aviesos tinterillos.
Las figuras indígenas aparecen de relieve; están caracterizadas, no sólo por la acción, sino por un lenguaje lleno de pintorescas imágenes, de esa ingenuidad agreste, sin aliño, que se exhala espontáneamente de las naturalezas incultas, con el mismo intenso perfume que la silenciosa Noche derrama por los campos.
-Pobre flor del desierto, Marluca- dijo el indio moviendo la cabeza y tomando a la chiquilla Rosalía, que iba a abrazar sus rodillas -tu corazón es como los frutos de la penca: se arranca uno, brota otro sin necesidad de cultivo. Yo soy más viejo que tú, y yo he llorado sin esperanza!
-Yo no, aunque me digas que imito a la tuna, pero ayalay, mejor es así que ser lo que tú eres, la pobre flor del mastuerzo, que, tocada por las manos se marchita y ya no se levanta. A ti te ha tocado la mano de algún brujo; pero yo he visto la cara de la Virgen lo mismo, lo mismito que la cara de la señora Lucía -dijo la india y rió como una chiquilla(1).
Ejemplo en que el estilo caracteriza el lenguaje castellano del indio por la falta de complementos.
Isidro, Isidrocha! ¿Dónde te veo?… ¡ay, ay! ¡Tus manos y las mías están limpias de robos y de muertes! ¡Ay, ay!… decía la pobre mujer.
-Paciencia, Martica, guarda tus lágrimas y pide a la Virgen -contestó Isidro procurando calmarla(2).
Vaya otra muestra.
¡Isidro, Isidro!, arranca de tu corazón la pena negra. El wiracocha Fernando no nos persigue: es mentira, lo ha visto.
-¿Lo has visto? - repitió Isidro con indiferencia.
-¡Sí, lo he visto, le he hablado, y me ha dicho que te salva, que nos salva!
-¿Eso ha dicho?, y ¿tú lo crees, no?
-¿Por qué no he creer si él no es de aquí? ¡Isidro, sólo en nuestro pueblo sacudió su poncho el diablo derramando candela y mentira!
-¿Y qué te ha pedido en pago?
-¡Nada! Ni siquiera nos ha preguntado si tenemos ovejas.
-¿De veras?- preguntó el indio abriendo más los ojos.
-De veritas, Isidro, y dice que él no te persigue. ¡Ay, ay!, yo creo que él nos salvará, como ha recogido á los hijos de Yupanqui; no lo dudes, Isidro; se enojaría el Machula de la oración… Las nubes tapan el sol, la tarde obscurece, pero esas nubes pasan recogidas por el mismo que las extiende, y el sol aparece y brilla, y calienta de nuevo.
-¡Acaso, acaso Martinacha!-
Dijo el indio ahogando un suspiro y estirando ambos pies.
-¡Por la Virgen, Isidro; nuestras penas pasarán también! Sin duda tú no has sabido encomendarte a la Virgen cuando tocabas las campanas del alba; y por esto nos ha caído tanta desgracia, como la helada que pone amarillo el maíz y malogra el choclo- dijo ella sentándose junto a Isidro bendicen al asesino que ha de castigar, en el piadoso forastero, el “abogar por unos indios taimados, tramposos, que no pagan lo que deben, y el hacerlo con palabras que entendidas por ellos, acabarían de hecho con sus costumbres de reparto, mitas, pongos y otras” (1).
Tipos de esta valerosa piedad son el rico minero don Fernando Marín, su esposa doña Lucía, y el estudiante de derecho Manuel, hijastro del gobernador, vástago del obispo Claro. Ellos personifican con tal energía el pensamiento dominante de la novela, que por dar el triunfo a la igualdad y la justicia en la persecución acerba que sufre el indio, arriesgan hermosamente hasta la vida.
Lucia acude a la consternación suplicante de Marcela, con el precio del rico traje que su esposo teníale prometido(2); porque la mujer peruana, dócil y virtuosa en general, pronta siempre a obedecer todo impulso caritativo y noble, ampara el infortunio sacrificando, no sólo la opulencia, sino su propia necesidad. Una sola frase de Lucía pinta esta grandeza de sentimientos: -“Oh, pobres indios, pobre raza! ¡Si pudiésemos libertar a toda ella, como vamos a salvar á Isidro!…”(3).
D. Fernando, no menos abnegado y resuelto, consuma la caridad de Lucía exigiendo al gobernador devuelva la hija al padre, a Juan Yupanqui, la adolescente Rosalía cuyo secuestro se hizo, francamente, a manera de “ardid - dice el gobernador - para obligarlo a pagar dos quintales de alpacho que adeudaba hacia un año(4). Asimismo, tócale más tarde patrocinar las desventuras de Isidro Champi y su mujer, restituyéndolos de la cárcel al hogar sanos y salvos, aunque mermada la hacienda por la pérdida de esas lloradas vaquillas, las dos castañitas, la negra y la afrijolada, que se repartieron el juez de paz Verdejo, Benites y Escobedo.
Manuel representa a la juventud de la sierra, que se educa en la capital, y encarna la función civilizadora que le toca en el seno de los suyos. El tiene la esperanza de que la civilización “que se persigue, alzando la bandera del cristianismo bien entendido, no tarda ya en manifestarse para realizar, de los hogares a la vida pública, la felicidad social”(5).
El generoso ardor con que se entrega a esta esperanza, hace suyo el triunfo en la agresión armada que gobernador y cura dirigieron contra don Fernando; triunfo que pertenece a la justicia y el bien, con el cual se desenlazan, por mano de este extraordinario joven, las historias de Yupanqui e Isidro, esto es, la triste suerte de la raza indígena. Ante él exclama cínicamente el gobernador, vencido y delatado:
“Será el Escobedito; francamente, á mi me da mala espina ese mocito”(1)
Ante él, el cura truena diciendo:
“Pedazo de masón!…”(2).
La esperanza de que este triunfo se realice algún día en el orden social o político, forma el ideal de la novela. De aquí que la persecución de la raza indígena se desenlace en ella con la prisión de los opresores Benites, Escobedo; el juez de paz Verdejo, el gobernador Pancorbo… ¡hasta el cura Pascual cayera!. Así triunfan la justicia natural y la igualdad republicana.
La autora mide artísticamente sus efectos, valiéndose de la similitud, unas veces, y las más del contraste, que es la tendencia estética de nuestra raza española.
El asunto contrapone dos fuerzas: la sórdida tiranía y la abnegación del bien.
Los caracteres magnánimos tienen que luchar como la perversidad y el libertinaje. Al lado de un don Sebastián, la influencia, atemperante que su esposa doña Petronila ejerce, con su “calma angelical encarnada en tosco barro”(3).
El contraste acrecienta el interés de la escena en que don Fernando, por el mero ascendiente de la hombría de bien, salva a Rosalía del secuestro en que la tenía la despótica avaricia del gobernador(4).
Con el mismo arte contrapone la autora el violento ataque en que Yupanqui y Marcela perecen, a la plácida y bellísima escena de que los infelices, consolados de sus desgracias, experimentando fruiciones de gratitud, prometían gozosamente a sus chicuelos dichosa vida para el porvenir(5).
Si Pancorbo sale al fin de la cárcel, no es sino coincidiendo su libertad, en día y hora, con la de su víctima Isidro Champi (6).
El cura duplica la expoliación hipócrita, la relajación moral de don Sebastián; del mismo modo que Manuel, las virtudes de don Fernando y doña Petronila, las de Lucía.
Don Pascual acostumbra achisparse con el licorcito de escorzonera, como el gobernador con puro de doña Rufa y el juez de paz Verdejo con la tranquita de la Quiquijaneña.
Así también, en cuanto a la similitud de escenas, es corolario del complot en que Yupanqui perece, el que traman los potentados de Killac para que el campanero Isidro Champi responda por las muertes que ellos ocasionaron. La similitud llena en este caso otro objeto: enlaza las historias de Yupanqui e Isidro, dando unidad en la novela al sufrimiento de la raza al propósito de su defensa.
En la parte segunda, Martina, importando la protección de don Fernando en favor de Champi, su marido, reproduce la escena de Marcela, invocando en la parte primera la caridad de Lucía, para evitar la trágica desesperación de Yupanqui. La similitud produce aquí el efecto de acentuar mucho más el desamparo en que gime el indígena.
Situación dramática es la del coronel subprefecto al recibir de un chasqui la mala nueva que puso fin a su autoridad en los momentos que esperaba la vuelta de sus serviles lobos con la fugitiva y virtuosa Teoco…(1).
Harto conmovedora es la escena de Martina pidiendo favor en su desventura:
-¡Señor wiracocha Fernando, caridad, por la Virgen!
-¿Quién es esta infeliz?
-Esta es la Martina… mujer del Tapara- repuso doña Petronila, cuando Lucía se tapaba los ojos con ambas manos, murmurando para sí: “Marcela, Marcela!… ¡parece su hermana!”
-Don Fernando volvió á preguntarle:
-Di, ¿quien eres? ¿Qué pides?
-Soy la mujer de Isidro Champi, el campanero…
La última frase, descorrió por completo el velo.
Don Fernando y Manuel se demudaron notablemente, y el primero dijo:
¡Ah!… ya lo sé hija ¿tu marido está preso, no?…Sí, wiracochay, también ahorita se han llevado todos nuestros ganados.
-¿Quién?
-¿Quienes?
Preguntaron a una voz Manuel y don Fernando.
-¡Las justicias, señor! - repuso lacónicamente Martina.
-¡Las justicias!… pero, ¿quiénes son esas justicias? - replicó Manuel.
-El alcalde mayor y el gobernador, wiracochay, ¡misericordia!- dijo Martina arrodillándose á los pies de don Fernando(1).
Bellísima cena hacen Juanuco y Marluca junto al fogón, después de rezar el alabado, entreteniendo la charla con la piedad de doña Lucia, y el diente con unas sabrosas papas que Marluca sirvió en platos de barro vidriado, guisadas en salsa de ají de panca (2).
Con esta pobre cena de indios contrasta el gran almuerzo, de caballeros que don Fernando dio al salir de Killac, proponiéndose obtener la libertad del infeliz campanero(3). El almuerzo, no menos animado y verdadero que la cena, está trazado con muy distintos perfiles y colores, atento al superior rango de los comensales. Por su naturalidad, movimiento y gracia, júzgolo tan hermoso como la comida con que en Los amigos de Elena(4) es celebrado el triunfo escolar de Alejandro; salvo las diferencias sociales que median entre el aristocrático Trujillo y el modesto villorrio de Killac.
Buen colorido tiene también el regresar de don Sebastián a su casa. Cuando salió de la cárcel. La vuelta de Isidro a la suya, mucho más interesante, refleja bellísimamente el tierno y profundo dolor de la víctima, sacrificada en sus intereses y afectos, a quien concede el verdugo momentáneo alivio:
¡Allpa Mama!- exclamó Martina, ahogando en su pecho con esa palabra todos los cargos que su alma herida podía abrir a la humanidad injusta, representada por los notables de Killac; y sus ojos vertieron copiosas lágrimas.
¿Lloras, Martinacu?, ¿aun no cesó la lluvia en tu corazón?- preguntó Isidro fijando los ojos en su mujer.
-¿Ay, compañero!-repuso Martina levantándose - el dolor nada en el llanto como la gaviota en el remanso de las lagunas, y como aquella moja las plumas, pero refresca el pecho, ¡ay, ay!.
-Isidro parecía consolado con la presencia de sus hijos; pero al pasar revista llamándolos por sus nombres, su mente se fijó en el recuerdo de sus vaquillas perdidas, y dijo suspirando:
-¡La castañita!, ¡la negra!…
-¡Guay, Isidro! En la noche de la tormenta cuando relampaguea el rayo y truena en la roca, el hombre se esconde en su cabaña, y salen de la guarida la puma y los zorros a robar los corderos. Para nosotros sonó la fiera tempestad- dijo Martina sentando en la cama del poyo a su hija la sietemesina.
-Para la puma y el zorro tenemos la trampa de la piedra amarilla; pero de éstos no hay como libertarse. Paciencia, paciencia, Isidro, que la muerte es dulce para el triste- agregó Martina volviendo á tomar su actitud melancólica.
-La tumba debe ser tranquila como la noche de luna en que se oye la quena del pastor! Ay si no tuviésemos estos pollitos, ¡qué dichosos moriríamos! Replicó Isidro señalando a los muchachos que daban vueltas y brincos junto a Miguel, el primogénito.
-Nacimos indios esclavos del cura, esclavos del gobernador, esclavos de todos los que agarran la vara del mandón.
Isidro Champi, acomodando un poncho doblado en cuatro bajo su cabeza como un almohadón, repitió:
-¡Indios, sí! , la muerte es nuestra dulce esperanza de libertad(1).
El sabor nacional, revelado ya por la naturaleza del asunto, se pronuncia vivamente en las costumbres representadas, hasta en esos culinarios detalles de la cuajada de carne y el sabroso locro colorado(2).
La vida viciosa y holgazana de los pequeños pueblos está fielmente reproducida en esos comentarios callejeros que hacen los vecinos de Killac sobre la prisión de “Don Chapaco y Estefito”(3), y “en los tenduchos de licor donde un cuarto de hora después se oía algazara, disputas, marineras con acompañamiento de guitarra”(4), en suma, al frenesí de la bebida.
La autora da al diálogo toda la importancia literaria que en la novela le corresponde, y lo hace demostrando cualidades sobresalientes. Fácil y humorístico unas veces, razonador y vigoroso otras, caracteriza el cinismo de los tiranos y la magnanimidad de los protectores; triste y doliente en las pintorescas escenas donde el indio ensancha su corazón, tiene acentos tan felices como variados, según que se trate de la persecución de Yupanqui o los lamentos de Martinacu. En suma, júzgolo adecuado siempre a las situaciones y los personajes, mérito esencialísimo que echo muy de menos en los diálogos, del ¡Padre indio! Ya citado, en que sólo se singularizan por la palabra don Fernando y el crudo oficial español.
Como expresión de la belleza incaica me parece felicísimo.
Los amores de Manuel y Margarita están tratados con delicadeza y decoro, como convenía al elevado espíritu y esmerada educación de estos adolescentes, a quienes los combates y aventuras del mundo aun no enseñaron refinamientos, ardiles ni dobleces.
Por último la notoria relajación en que viven los párrocos de los pueblos, crea el tipo de don Pascual, cuyo cínico libertinaje codicia a la inocente criatura(1) exige mita en su casa a la honrada esposa, estimulándola con el apodo de roñona(2) o recibe clandestinamente a Melitonita(3).
Este es el más peligroso de los seductores, porque la autoridad que ejerce en la conciencia y la veneración que inspira su clericato, con el mismo imperio que gobiernan la flaqueza femenina hacia la virtud, la precipitan al vicio. Por tanto, hay razón para creerlo mucho más delincuente que el hombre laico, que de tales seducciones carece, y a quien la ley civil castiga y condena a la reparación; hay derecho para lanzarlo a la execración pública, condenar su extravío y exigir perentoriamente su reforma. Empero, cuando la protervia, dejando de ser caso singular, se generaliza en la especie, entonces la honrada y valerosa convicción no trepida, ni puede trepidar, en declararnos muy alto cuán insuficiente es la actual disciplina, eclesiástica para proteger la honestidad contra la agresión del párroco, y conservar intacta la virtud sacerdotal.
No concibo ni me explico qué respetos superiores a los que merecen los grandes intereses sociales que reposan en la moralidad privada, nos impondrían silencio tan culpable como el delito mismo.
Con no menos resolución que nuestra escritora, abordó este mismo trascendental asunto el artista Gustavo Courbet, exhibiendo su memorable cuadro La vuelta de la conferencia, al báquico desenfreno en que acabó una de esas reuniones a que el clero rural está sometido en Francia, y cuyo piadoso objeto es discutir por vía de ejercicio la sangrada teología.
El asunto es el mismo en la pintura y la novela; la una no difiere de la otra sino en lo que va de la concupiscencia a la beodez. Igualmente cuadra a las dos la robusta defensa que Proudhon hizo de Courbet, escribiendo a propósito del cuadro un notable libro: El principio del arte y su destino social(4).
Si no hubiera una razón superior a toda fe religiosa, una moral más elevada que la de los cultos autorizados por las leyes; si, como en otro tiempo la Iglesia fuese madre y providencia del Estado, en verdad, el cuadro de Courbert caería en gravísima inconveniencia, porque al sacar a luz las faltillas del sacerdocio habría trastornado los fundamentos de la moral, y dado causa a proscribirlo. Más, de la Revolución acá han variado las relaciones de la religión con la sociedad: el legislador ha puesto a la Iglesia bajo su amparo; el derecho del hombre se ha erigido en juez y señor del derecho canónico; la moral ha quedado reconocida como una prescripción de la conciencia; y la libertad de aquilatar y discutir la virtud ha llegado a ser artículo de nuestro derecho público(1).
Al pintor le basta presentar la báquica escena para execrar la relajación eclesiástica. Nuestra novelista va más adelante: convencida de lo ineficaz que hoy es la virtud dogmática, mística y contemplativa para triunfar de la tentación mundana y proteger la castidad propia y la honestidad ajena, pretende arrancarla del vacío, apoyarla, no sólo en la esperanza de la recompensa divina, sino en las leyes humanas, cimentarla tanto en la fe como en la razón, remontar al cielo sus anhelos, pero radicar sus deberes en la tierra. Con el aliento de tan honrada convicción no teme declarar que el matrimonio encierra la garantía y el apoyo que notoriamente necesita la virtud sacerdotal.
El yerro que no se puede corregir se reglamenta. La autoridad civil erige casas de tolerancia para el libertinaje de los laicos. En el orden eclesiástico el matrimonio puede ser más benéfico a la religión misma que el celibato.
III
Este tema pedía, sin embargo, en la novela más amplio y demostrativo desenvolvimiento; y creyéndolo así, habría preferido que la autora lo tratara más de intento en otro libro, concretando éste al patriótico y cardinal pensamiento de abogar por la raza indígena, y el rol de sus clerizontes, sólo a motivar el infortunio representando. No dudo de que la unidad se robusteciera en tal caso, y cobrara mayor interés el expresado asunto.
La muerte de Yupanqui y Marcela al comenzar la acción y cuando iban ganándonos todo nuestro afecto, nos causa dolor que algo participa de la sorpresa, y nos inclina a pedir por ellos; aun cuando sea hermoso el sacrificio de un corazón agradecido, por más que aquella muerte nos revele al total destino que aguarda en los pueblos a quien intenta proteger al indio.
Declárola prematura; tanto, que el curso ulterior de la acción reposa en la historia de Champi exclusivamente, cuando pudo y debió vigorizarse aún más con la creciente desgracia de ambos personajes.
Creo que el propósito dominante de la novela estaba por la vida de Yupanqui.
El tata cura se nos va también escapando, merced a un simple accidente, de la sanción humana que merecían sus imprudencias.
El soliloquio en que hace pública y terrible confesión de sus culpas ante el cadáver de Marcela, carece de antecedente hasta allí, y también de causa en el curso ulterior de su papel. ¿Por qué dice que es mal padre de hijos que no han de conocerlo, cuando lo únicos que vemos figurar penden del obispo Claro?. Las revelaciones de Marcela no le atañen bajo ningún aspecto personal para motivar tamaña contrición.
La prisión del gobernador y demás cofrades no debió realizarse en casa de Marín y con ocasión del almuerzo que les ofreció éste, porque la lealtad del invitante y la cortesía del caballero los amparaban contra todo daño. Tan desagradable emergencia pedía otro momento.
No he pasado por la desdicha de conocer a los alcaldes mayores de pueblo, pero se me antoja que algo recargado está el tipo de Verdejo. El papelista es buen peine en todas partes.
El asedio de la honesta y simpática Teoco debió involucrarse en el asunto principal de manera que de él se derivase con más estrecho lazo.
No callaré que el siniestro del ferrocarril de Arequipa no me satisface, a pesar de que pudiera justificar en una novela de costumbres el descuidado servicio de los caminos de hierro por donde se inferirá el abandono y mayor peligro de todos los demás.
Las numerosas definiciones de la mujer que se dan a propósito de Margarita, aunque de carácter humorístico y ligero, ocupan impropiamente el terreno de la novela(1) Suprimidas, nada perdieran de su exquisita delicadeza y ternura los amores de Manuel.
Tengo que censurar todavía tal cual nimiedad de detalles. Como aquel descoyuntarse de Lucía durante su soliloquio(1).
Las imágenes deben ser trazadas en toda obra que aspira a la belleza, con ese pulso rápido y ferviente que persiguiendo la expresión en las líneas esenciales, descuida lo mínimo y lo accesorio. La exageración del detalle enfría fatalmente los efectos del conjunto.
Harto rebuscados e insuficientes son estos defectos, para menoscabar las abundantes bellezas que la obra contiene en caracteres, tipos diálogos y descripciones; y bien se ve que el señalarlos más propende a darlas la brillantez del contraste que a empequeñecer, según se suele, ajenos méritos.
Por mi complázcome en reconocerlos y alentarlos donde quiera que aparezcan, ya que tanto los necesitamos y tan escasos se han hecho entre nosotros; y como el más provechoso aliento no es el inconsciente aplauso sino la opinión sincera, doy la mía recomendándola sólo por la rectitud de su intención. Ella me valga todavía para decir una palabra más.
He manifestado cuánto importa conservar los elementos que forman nuestra nacionalidad, y transmitir a nuestros descendientes la herencia patria, no mermada y empobrecida como la del disipado abolengo, sino, antes bien, enriquecida con creces que testifique nuestro honrado esfuerzo. Uno de esos elementos es la lengua.
Pues bien, desoiga la distinguida escritora a la descaminada y falsa crítica, que llama realismo o nueva escuela a su ignorancia, clasicismo o pedantería al legítimo saber; y crea que siendo el estudio de la lengua la base racional de toda literatura, debemos esmerarnos en cultivar la nuestra, aun cuando los sabihondos de esta tierra nos censuren de atildados, y corramos grave riesgo de que alguna Academia de profanos eche a perder nuestra reputación literaria, dándonos titulo de Correspondientes.
A propósito de esta advertencia, señalo una defectuosa concordancia del adjetivo sustantivado uno con los posesivos a que a él se refieren, y el uso indebidamente promiscuo de los pronombres declinables. Este último defecto es muy general en nuestros escritores.
El estado social del Perú en la costa y en la sierra, en la población criolla y en la indígena -riquísima y todavía casi virgen materia- abre dos grandes sendas a la literatura nacional. La novela Aves sin nido abraza de lleno una de ellas con laudable y trascendental propósito; y el desempeño prueba que la distinguida tradicionista posee sobresaliente aptitud para multiplicar en este otro campo los triunfos de su talento.
Seamos tan desenvueltos y facundos para el merecido elogio, como sabemos serlo para tundir por algún flanco a los que amagan nuestra vanagloria. Tengamos la hidalguía, cuando menos, de acallar la maldiciente lengua, ya que el temor de que el ajeno mérito nos deprima y envilezca, no nos permite rendir homenaje a la justicia.
Si este libro es molesto y hace sombra, si tan estrecha juzgáis la morada del Arte, que en él no cabéis sino sacrificando a los demás, si toda vuestra literatura consiste en devorarlos -poneos a la obra, dadnos otro libro que en lid decente arrebate a Aves sin nido sus laureles. Se dirá, al menos, que sois el triunfador Aquiles de vuestra patria, donde campeáis arrastrando los despojos inanimados de un Héctor con la veloz carrera de vuestros bridones.
(1) Alusión á la Carta al señor don Juan Valera sobre asuntos americanos, por Rafael M. Merchan, Bogotá, 1889, llegada en este momento a mi noticia.
(1) Aves sin nido, Parte primera cap. III
(2) Id. Id., parte primera, cap. III
(3) Id. Id., cap. IX
(4) Id. Id., cap. III
(5) Aves sin nido, Parte primera cap. III
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. XXVIII
(2) Id, íd., parte primera, cap. X
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. VII
(2) Id. Íd., parte primera, cap. XX
(1) Aves sin Nido, parte primera cap. VI
(2) Id. Íd., segunda cap. XVII
(1) Aves sin Nido, parte primera, cap. VIII
(2) Id. Íd., parte primera, cap. VII
(3) Id. Íd., parte segunda, cap. XXII
(4) Id. Íd., parte primera, cap. X
(5) Id. Íd., parte primera, cap. XXIII
(1) Aves sin Nido. Parte primera, cap. XXII
(2) Id. Íd., parte primera, cap. XXII
(3) Id. Íd., parte primera, cap. XI
(4) Id. Íd., parte primera, caps. XV y XVI
(5) Id. Íd., parte primera, cap. XXVIII.
(6) Id. Íd., Parte segunda, cap. XXVIII
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. XV.
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. XVI
(2) Id. Íd., parte primera, cap. XVI
(3) Id. Íd., parte segunda, cap. XXIII
(4) Los amigos de Elena, tomo I, cap. VI, pág. 50
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. XXVIII
(2) Id. Íd., parte primera, cap. V
(3) Id. Íd., parte segunda, cap. XXIV
(4) Id. Íd., parte primera, cap. XIV
(1) Aves sin Nido, parte primera, cap. XII
(2) Id. Íd., parte primera, cap. XII
(3) Id. Íd., parte primera, cap. XVII
(4) Obra póstuma de P.J. Proudhon
(1) P.J. Proudhon, El Principio del Arte y su Destino Social, París 1875, pág. 277
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. XII
(1) Aves sin Nido, parte segunda, cap. XIII.
09.- PROLOGO A LA EDICIÓN DE TRADICIONES Y LEYENDAS DE DOÑA CLORINDA MATTO DE TURNER (Cusco 1919.
Por José Gabriel Cosio Medina.
En el siglo XIX sólo tenemos en el Cuzco dos nombres que mencionar, nombres que, aunque inferiores a los de Gracilaso y Lunarejo, en alteza y profundidad de saber y en la amplitud de los estudios, corresponden, sin embargo, a autores que fueron los primeros en ensayar en el Perú con algún éxito, la novela regional. Son Narciso Aréstegui, perteneciente a la Bohemia de Palma, y autor de “El Padre Horán”, novela de costumbres cuzqueñas bastante apreciable y digna de una mayor estimación que la hasta aquí otorgada, i Clorinda Matto de Turner, fallecida en 1909, y cuyas “Tradiciones y Leyendas” publica en dos tomos la Librería Rozas precedidos de estas desvaídas y breves líneas a guisa de prólogo.
Clorinda Matto de Turner, nacida y educada en el Cuzco, fue toda una vocación literaria y alcanzó una definida personalidad de escritora, logrando que su nombre se vinculara a la historia literaria del país, en los diez últimos años del siglo pasado y primeros del actual. Ella y Mercedes Cabello de Carbonera son, sin duda, de los pocos escritores peruanos que llegaron a obtener aciertos felices y a dar a sus obras sello característico, hasta anunciar, con presagios halagadores, la hasta hoy aún no formada novela nacional. “consecuencias” y “El Conspirador”, de la última y “Aves sin Nido” de la primera, son buena prueba de lo que decimos.
Ambas siguieron asimismo tendencias. Con ciertos ribetes de zolismo, a fuer de querer ser fieles traductores de la realidad y huir de las declamaciones sentimentales y de las ternuras enfermizas del romanticismo que agonizaba en el Perú muertos o cambiados de rumbos aquellos descendientes y lacrimosos discípulos del santanderino Velarde.
A haber perseverado la señora Clorinda Matto en el género de la novela habría llegado seguramente a ser fundadora de la novela de la sierra y precursora de la novela regional, habría sido un Pereda en pequeño, como afirma José de la Riva Agüero en su literatura del Perú Independiente. “Aves sin Nido”, la mejor y más justamente afamada de sus obras, que ha merecido ser traducida al inglés, es una novela social, en que la verdad y fuerza de la descripción, así como el sentimiento del paisaje de la sierra cuzqueña, dan contextura, y vigor a las situaciones y conflictos hábil y naturalmente preparados. Inferiores en méritos técnicos, si algunos los tienen, son “Herencia” e “Índole”, novelas de igual carácter que “Aves sin Nido”, aunque el recargo de sombras y los pavorosos cuadros con que describe la desgracia del indio, adquieren ciertos cárieles de sentimentalismo infantil, que hacen monótona y cansada su lectura.
Después de sus novelas siguen en valor literario sus Leyendas, todas o la mayor parte, sobre motivos indígenas, y a estas, sus “Tradiciones”, que son bastantes y versan generalmente sobre asuntos coloniales y de los primeros tiempos de la República. Parece que la señora Matto de Turner sentía predilección por el cultivo de esa amena y evocadora forma en que es maestro único nuestro don Ricardo Palma, a quien la novelista cusqueña llama su maestro y guía, con bastante motivo, pues le sigue muy de cerca hasta en la disposición de los episodios y la manera de tratarlos. Es verdad que material no le faltaba a la autora cuzqueña, pues que tenía gran acopio de documentos hallados en los archivos de los Conventos y las Parroquias, a tal punto que muchas de sus Tradiciones parecen documentos arrancados de las crónicas e infolios de los Cabildos y corregimientos.
Así son muchas de las Tradiciones de exactas y auténticas, y muy dignas de decirse como aseveraba don Juan Valera de las de Ricardo Palma, que en ellas más son las verdades que las mentiras, faltando a la discípula e imitadora aquella gracia y socarronería, aquella sal muy criolla y aquel donaire muy andaluz que dan a las Tradiciones del maestro ese encanto y sencillez de las leyendas patriarcales, que hacía decir al autor de “Cartas Americanas”, que Palma narra cómo las viejas suelen contar cuentos.
Siendo la Tradición, tal como la concibió y escribió Palma, un género intermedio entre la leyenda o el cuento y la historia, habiendo en ella algo de verdad y un algo de mentira, las dificultades literarias y técnicas tienen que ser graves y serias, y para vencerlas se requieren el ingenio travieso y la discreta y llana forma de evocación de don Ricardo, para que dentro de la vaga y amena confusión y mezcla en que se barajan la verdad y la mentira resulte claro y límpido el carácter de la época y de los personajes que dicen donaires y se pirran unos de hidalgos y otros de bellacos y maleantes, de tal modo que la Tradición sea una forma seductora y amable de enseñar y aprender mucho de Historia, sin las adusteces didácticas y las solemnidades del aula.
Las “Tradiciones Cuzqueñas” de la señora Matto tienen más un valor histórico que el meramente literario y de entretenimiento. Al leerlas no se ríe la gracia ni la comunidad de la narración; se piensa y se discurre sobre la palmaria verdad histórica, orlada apenas por un incidente o episodio heroico o por los prodigios de aparecidos y demonios tentadores e inofensivos. Para el cuzqueño o para quien conoce el Cuzco, tienen las Tradiciones un interés particular. Son crónicas de la vida colonial cuzqueña y descifraciones de gran parte de los secretos que encierran los orígenes de casas, templos, conventos o sitios de la ciudad.
La señora Matto narra con desnuda y parca sencillez muchos episodios que hoy mismo constituyen leyendas y consejas muy populares en el Cuzco: Lo del “Zelenque”, libertino y avariciosos y caído en los chanchullos y redes tendidos por la astucia jesuítica; lo de La Cruz del Rodadero, puesta como símbolo de la continencia y la virtud incólumes de un espíritu religiosos víctima de la tentación; lo de la María Angola, campana mayor de la Catedral sobre la cual tantas leyendas se han tejido; La Casa de Montero, en las lejanías de Sappi, donde nuevos sayones solían azotar al Salvador; el Marqués de Valle Umbroso opulento y dadivoso, como culto e hidalgo, estos y otros temas tratados en las tradiciones se refieren a cosas y lugares hoy existentes dentro de la ciudad y se narran con copia de documentos y citas históricas y por manera clara y atrayente.
Si les faltan la gracia inimitable y la castiza forma del maestro Palma, les sobran la grave solemnidad histórica y la natural sencillez del relato. Bien se ve que la señora Matto escribió bajo la influencia de la adusta majestad y el silencio congojoso de nuestras serranías y lejos de las cálidas brisas y la alegría retozona de la ciudad limeña.
Muy lejos estamos de juzgar las “Tradiciones Cuzqueñas” de Clorinda Matto con la irrespetuosa hostilidad y el prejuicio desdeñoso con que la hace un escritor limeño en obra publicada en París, hace pocos años, y todavía damos a la obra de aquella muchos quilates, más que los que le otorga nuestro admirado amigo José de la Riva Agüero, con cuyo pensamiento quisiéramos siempre estar conformes.
En las “Leyendas” es donde nuestra autora se eleva en inspiración y fuerza evocadora; en ellas descubre su alma serrana y cuzqueña impregnándose de esa tristeza y dulce melancolía de la raza oprimida y proscrita, cuyas desdichas y tribulaciones arrancan de su pluma acentos que conmueven y hacen pensar en los dolores lacerantes y los tesoros de amor heroico que esconde el corazón de la india.
“Cusicoillor” y “ Chchasca” son leyendas o mejor, cuentos, que merecen figurar en una Antología peruana, por el sentimiento, la candorosa sencillez y el encanto trágico de que rebosan, y por las palpitaciones del alma indígena que parecen emergen del fondo de la tradición.
Quien, con absoluto desconocimiento de la psicología del indio, se atreven a calumniarle haciendo caricaturas y dibujos extravagantes de sus virtudes y defectos, debieran leer a Clorinda Matto y ellas les enseñaría cómo es y qué tesoros de grandeza y bondad encierra el corazón, de esa raza sobre la cual tanto se declama y tantas sonoridades se dicen y a la que tan triste y lamentablemente se conoce y juzga.
Una cualidad, por hoy rara, se nota en las obras de la señora Clorinda Matto: la sencillez y la naturalidad en el decir. Lejos de ella el amaneramiento y la declamación ruidosa y banal; ajena es ella a las posturas literaria y a las teatralidades retóricas. Se la encontrará antes con una llaneza, a las veces vulgar, pero nunca con el prurito de los esplendores pirotécnicos y de los malabarismos campanudos e insulsos de las garambainas modernistas.
Es que en ella prima esa cualidad tan recomendada por Anatole France, como secreto para el éxito literario: la sinceridad.
Cuzco – 1919
10.- “CLORINDA MATTO DE TURNER”
(Del libro “Cinco grandes escritores cusqueños”, Cusco 1934)
Por Eulogio tapia Olarte
La simpática escritora cusqueña, nació en la Hacienda Paullo de la jurisdicción de la provincia de Calca, el 11 de noviembre de 1856; estudios posteriores, especialmente los del Dr. Manuel E. Cuadros E. Demuestran que Clorinda nació en cusco el 11 de noviembre de 1852 (nota del compilador) su infancia se deslizó al cuidado de su padre don Ramón Matto y de las ternuras maternales de doña Grimanesa Usandivares, a quien la llamaban “La azucena de los Andes”; cuando nuestra novelista tenía siete años, tuvo la inmensa desgracia de perder a su madre; desde este momento la infancia se vuelve llena de lágrimas, la tribulación le desgarra el corazón; huérfana de madre, ingresó en temprana edad al Colegio Nacional de Educandas, donde se distinguió por su talento, por su poderosa inteligencia, y por la pasión por los estudios de Literatura; como dice uno de sus biógrafos, descolló entre sus compañeras en los estudios de Filosofía, Historia Natural, Física, asignaturas que no estaban consideradas en los programas; después de seis años de constante labor estudiantil, dejó el establecimiento de instrucción; volvió al hogar para desempeñar allí, las veces de madre. En el ambiente familiar transcurrió algún tiempo, en compañía de los seres idolatrados como su padre, los dos hermanos: Daniel y David; las horas se sucedieron felices; como ser sensible, correspondió al amor que le brindara José Turner, con quien se casó el 27 de julio 1871; por seguir a su esposo abandonó el hogar paterno trasladándose a Tinta, una de tantas poéticas poblaciones sobre el Vilcanota, allí vivió compartiendo de las delicias de los sinsabores de la vida pueblerina. La residencia en la villa de Tinta marca la época de iniciación literaria para Clorinda Matto de Turner; antes había escrito algunos artículos literarios, ocultando discretamente su nombre, firmando con los seudónimos de Lucrecia, Rosario y Betsabé; su predilección era por composiciones en verso; pero apagó la lira que pulsara por no se el instrumento para trasijar su alma luchadora y dedicóse a la prosa; sin embargo la crítica juzga favorablemente, esas tiernas composiciones de los catorce años. Tinta fue el oasis espiritual para ella, donde bebió la literatura para mitigar la sed de su alma; su mente fue luchar con denuedo por la libertad espiritual de la mujer, arrancar a la mujer de la tiranía de los párrocos, que so pretexto de dirigirlos espiritualmente manchaban la honestidad de la mujer y sobre cuestión tan trascendental publicó muchos artículos en los periódicos del Cusco y de otras partes de la república; pero la modestia fue su fiel compañera; ella fue la que despertó la mente de la mujer cusqueña. Dio publicidad al semanario; “El Recreo”, para dar libre desenvolvimiento a sus facultades intelectivas y para esparcir la semilla de sus conocimientos literarios, de historia y de arte.
FECUNDA LABOR LITERARIA DE CLORINDA MATTO DE TURNER
Comienza con la publicación del semanario “El Recreo”, cuyo primer número salió a luz, en abril de 1876; fue acogido cariñosamente por el periodismo cusqueño y por toda la prensa del exterior; desde un principio sus artículos periodísticos se caracterizan por la profundidad de sus sentimientos y la moral que imprime como un sello a su producciones de arte literario, y con un sabor terruñero a sus celebradas tradiciones; una gran parte de sus tradiciones ha sido vertidas al inglés y reproducidas en los principales periódicos sudamericanos.
Después publicó los siguientes libros:
Tradiciones cusqueñas.
Bocetos al Lápiz
Hima Sumac (drama)
Aves sin Nido (novela)
Herencia (novela)
Indole (novela)
Analogía (cuestiones gramaticales).
Bibliografía quechua.
Daniel Matto (cipreses).
Cenizas del Hogar
Boreales, miniaturas y Porcelanas.
Viaje de Recreo.
TRADICIONES CUSQUEÑAS
Las tradiciones Cusqueñas de la Sra. Clorinda Matto de Turner, son tomadas de nuestro folklore, abundante y ubérrimo; es un caso excepcional en la mentalidad de una mujer, haber condensado un precioso manojo de tradiciones recogidas de los archivos conventuales, de la audiencia y de labios de la gente del pueblo, al leerlas se nota su valor histórico que meramente literario; no hay la socarronería de Palma, en este sentido él viene a ser castizo y de inconfundible personalidad y sirve de ídolo a un grupo de políticos, como un exponente literario.
La narración de Clorinda Matto de Turner es de carácter histórico y hace meditar sobre la realidad; para nosotros los cusqueños tiene un valor y un interés particular. Descripciones cautivadoras de la vida colonial cusqueña; descifraciones en gran parte de los secretos que poseen algunas viviendas, conventos y templos de la ciudad; en esta colección de tradiciones, traza cuadros con la sencillez que caracteriza el arte de nuestra exquisita escritora; sugestiona la lectura de Zelenque, cómplice de los muchos chanchullos jesuíticos, y caído en una de sus redes tejidas con astucia, codiciosos, entregado al libertinaje; la Cruz de Rodadero símbolo de la continencia y de la virtud acrisoladas de un religioso que supo imponerse la castidad ante la tentación; La María Angola, la más grande campana que hay en la Basílica, cuyas leyendas son numerosas; la tierna leyenda de Cusiccoillor que ignoraba que los blancos “se arrastran como reptiles para alzarse después como tiranos” he aquí en esta leyenda la fuerza y la intensidad del amor de las campesinas indígenas; después de entregar el corazón, la pobre Cusiccoillor tuvo que masticar sus penas con los recuerdos lacerantes en los parajes solitarios sin más confidentes que las cosas de la naturaleza; antes de las relaciones de amor con el blanco, su pasado, fue dulce y suave como el murmullo del arroyo, o como el canto de la tórtola; la realidad, de esa existencia, es apenas el eco de aquella felicidad que huyó dejando herido de muerte su amante corazón; sus ojos en otro tiempo, brillantes y serenos, son después las fuentes de donde manan a raudales, lágrimas del alma… Cusiccoillor, la paloma que alegraba los bosques de Ollantaitambo; la hija de una raza de hombres por cuyas venas circulaba la sangre de los grandes emperadores del Cusco, mendigó el cariño de un blanco, del exterminador de sus ancestrales. Qué joya de literatura romántica esta pieza de Cusiccoilor y Chasca; son leyendas que merecen figurar en una antología americana, por la fuerza del sentimiento, la candorosa sencillez y la eclosión del alma indígena que parecen emerger del contenido de la tradición.
Las tradiciones Cusqueñas, no son como las del erudito Ricardo Palma; no tiene la admiración y la servidumbre por el coloniaje, ni el ingenio socarrón; Palma escritor e ídolo del civilismo sirvió de pedestal para que un grupo de aristócratas señoritos, sin propio elenco literario, constituyeron el grupo más mediocre que ha registrado nuestra historia literaria del Perú. En un ensayo a cerca de la Literatura del Perú por Federico Moore, se halla un juicio a cerca del autor de las Tradiciones Peruanas; “Ricardo Palma, representativo, expresador y centinela del colonialismo es un historiador anecdótico, divertido narrador de chascarrillos fichados y anaquelados. Escribe con vistas a la Academia de la Lengua, y para contar los devaneos y discreteos de las marquesitas de pelo ensortijado y labios prominentes, quiere usar el castellano del siglo de oro”.
Clorinda Matto de Turner, da una fisonomía inconfundible a sus tradiciones, ella no escribe para hacer reír, escribe para despertar cariño al Folklore indígena, por esos las Tradiciones Cusqueñas, dejan en el corazón del lector un perfume de una flor andina, que sólo se evapora con la muerte.
AVES SIN NIDO
Es la novela peruana por excelencia; antes el pavoroso cuadro que vemos todos los días en nuestras serranías, el sufrimiento de los cuatro millones de indios diseminados en las faldas cordilleranas, Clorinda Matto de Turner, con un fervoroso esfuerzo, y una veneración a la raza indígena, hizo la crítica social en la novela Aves Sin Nido; describe la explotación de los indios por las autoridades. Potenciando con admirable don de escritora; afirma lo que había dicho Bergson: “al colocarse simpáticamente en el interior de la realidad, haciendo diáfano y accesible”. Nuestra escritora cumplió el deber de fidelidad a su conciencia, de hacer el bien al Perú y a la humanidad; se adelantó a su época, ella vivió nuestro momento, palpitante, nuestra atmósfera vital; cuando digo esto seguramente, los ignorantes de la nueva emoción social han de lanzar sus carcajadas displicentes, pero veamos lo que dice, en Aves Sin Nido.
El pensamiento fundamental de nuestra escritora, es que la raza indígena que ha cambiado su estado económico y social, con la conquista y el coloniaje; antiguos moradores del imperio de los Incas, en el virreinato y en la república seguían siendo los parias. Explotados por una minoría de nuestra sociedad; propugna en Aves Sin Nido, que la raza indígena sea rehabilitada como elemento social por la educación e incorporada a nuestra nacionalidad y cultura por la igualdad civil; en el Perú donde mantienen la hegemonía política los militares desde la independencia hasta nuestros días y sus aliados los doctores, curas y gobernadores, no ha habido antes de nuestra escritora de costumbres serranas, una pluma áurea, para describir los sufrimientos de la masa indígena. El problema indígena, tema político, en todos los tiempo fue abordado con grito de redención por Clorinda Matto de Turner, unificar para hacer el Perú grande y fuerte; uniendo las fuerzas de la nacionalidad, los indios y los mistis, los habitantes de la costa y la sierra, puesto que la emancipación política dio libertad a una misma patria, a todos los peruanos; conservar al indio como elemento constructivo y productivo de nuestra nacionalidad, es lo más sagrado y patriótico de los deberes. ¡Fue su divisa grande y noble!
Clorinda Matto de Turner recoge la tradición del ilustre defensor de la masa indígena que en otra hora fuera Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapa; Clorinda Matto aborda más de lleno en el terreno literario, traza virilmente el luctuosos cuadro, esos mismos infortunios que la monárquica colonia impuso al indio; en la república ni los sentimientos liberales de la raza blanca, ni las democracias organizadas de América, pueden hasta ahora redimir al indio. Verdad que los sentimientos se acabaron, que no hay caza de indios; pero existe la misma ferocidad de los explotadores de indios en las provincias; siempre se registran los mismos monstruosos delitos; estos y otros atropellos arrancan indignación de las conciencias honradas ante la faz pública y ante el mundo entero.
El gobernador, el tata cura y el lanero son todavía tres tiranos rezagados de la colonia. El gobernador es el verdugo de los indios, al chasquido del látigo hacen trabajar a los indios de los ayllus, en las faenas sin ninguna renumeración; el tata cura a nombre de la religión se hace servir con los indios; desempeña la mujer, hijas y parientes la mita con daño inevitable de la honra; aun supervive la costumbre del pongo y el reparto antelado, execrable arbitrio con que a la sombra de las autoridades el comerciante roba al indio, criador de alpacas.
Aves Sin Nido, al decir de Emilio Gutiérrez de Quintanilla, correspondiente de la Academia de la Lengua, es la revelación del estado social vergonzoso y alarmante en que se halla este pueblo numeroso que en la región andina ocupa la mayor parte del territorio peruano. Es por sí solo un mérito llevar tan resueltamente a este terreno la novela, pro pendiente así, por una de las sendas posibles, a formar el carácter nacional que debe tener nuestra literatura.
Aves Sin Nido es la novela que sintetizada a su mínima expresión es la descripción de los amores de Manuel y Margarita, ambos hermanos de padre sin saberlo, infelices vástagos que el antiguo cura de la doctrina , obispo después de la diócesis don Pedro de Miranda y Claro, dio clandestinamente a la pobre india Marcela, mujer de Juan Yupanqui y de doña Petronila esposa del gobernador de Killac, don Sebastián Pancorbo; el descubrimiento de esta hermandad culpable que sumerge en honda e incurable amargura a Manuel y Margarita, los infelices aves sin nido.
Yupanqui y su mujer Marcela, víctima del lanero y del cobrador, el cacique y el tata cura, la mita y el reparto impulsados por el sentimiento de tierna gratitud perecen defendiendo la vida de sus protectores, en el punible e inaudito ataque tejido por el gobernador y el cura.
Isidro Champi y su mujer Martina son los responsables con su libertad y sus patrimonios, por aquel criminal atentado en que Yupanqui y Marcela perecieron víctimas del Juez de Paz y de aviesos tinterillos.
Aves Sin Nido, es la obra escrita cuando la literatura nacional está en ciernes; esta novela de costumbres está escrita para corregir los vicios sociales de los mandones de provincias; con la esperanza segura de que la obra va a contribuir a que en la posteridad se vea como necesidad imprescindible el matrimonio de los curas como una exigencia social; para manifestar esta esperanza se inspira la escritora, en la realidad de los cuadros vistos. Todos los dardos de la venganza fueron arrojados contra esta mujer que supo cumplir defendiendo, no la pitanza burocrática, sino, la convicción, de que en el Perú había sed de libertad y de trabajo dentro de una era de paz; por esta actitud brillante una mujer que piensa de la política interna de nuestro país, mereció el honor de ser deportada hacia la república de Chile, de donde pasó a la Argentina; en este simpatiquísimo país dirigió más tarde el órgano de publicidad con el sugestivo nombre de Búcaro Americano.
Boreales es la colección de artículos de carácter patriótico e histórico.
Miniaturas es la colección de crítica literaria de los más distinguidos escritores de la época, peruanos y uruguayos.
Ninguna pluma antes de la suya había pergeñado a cerca de la labor literaria del gran escritor peruano, Abelardo Gamarra, valoriza en su justo valor lo que significa en el advenimiento de la nueva literatura la pluma del gran Tunante; vemos lo que dice: “Así como la quena en su nota melancólica simboliza el imperio fenecido, el nombre de El Tunante despierta la idea del escritor serrano o criollo, patriota, desinteresado, perseverante, a medida llena”.
En un 31 de agosto del año que no recordamos, nació en un templo donde se rendía culto a la honradez y al trabajo y fue precisamente en la ciudad que andando los tiempos, llegó a ser para el Perú toda una epopeya de martirologio y de heroísmo. Abelardo Gamarra es hijo de Huamachuco fue el último baluarte de la defensa del Perú contra la invasión chilena. A Gamarra mismo le ha tocado reseñar la historia de aquella batalla heroica.
Después de sublimes, detalles que llenarían de orgullo al país más fuerte del mundo, ha llegado a esta escena...
Gamarra fue de Huamachuco a Lima impulsado por su deseo de estudiar medicina y atraído por la luz que se dice irradia la capital.
Comenzó el deletreo de la medicina, pero su alma de artista protestó contra verdades del esqueleto y del cuerpo rígido y arrojó de sí el bisturí. Quiso ser médico del alma y se encamino a una imprenta enristrando la primera pluma que encontró. En la Redacción de “El Nacional”, en los buenos tiempos de ese diario, en que los Chinarro, los Ureta, Cchacaltana, Quimper, Paz Soldán derramaban saber y patriotismo, entregándolos al pueblo en el tipo enérgico, fue cuando Gamarra ingresó como cronista, de allí creemos que arranca la génesis del que es hoy, el más popular de los escritores peruanos...
Tomó dos seudónimo: El Tunante, para sus escritos en prosa, y el Haravicu para los en verso”.
No es pues cierto lo que dicen los escritorzuelos ávidos de fáciles glorias y de aplausos baratos, que ellos son los que han rescatado del olvido al gran Tunante; la pluma de Clorinda Matto de Turner vindicó el prestigio literario, las rebeldías del provinciano contra la capital; por eso le otorga palabras de justicia, sus votos de admiración al hermano en las letras y al compatriota que lanza sus verbos de admonición y de combate contra las costumbres limeñas en “Rasgas de Pluma” y “Cien años de Vida Perdularia”.
INDOLE
Es la novela de carácter costumbrista en donde describe los pasajes de algunas personas, encumbrada en las aldeas, explotando el sudor del indio; caídos en desgracia acuden a muchas audacias para arreglar las cuentas; la fidelidad de la casada, la lealtad para con el marido, ante las pretensas de un cura de villorrio que quiere manchar el honor de la mujer que ama de verdad a su esposo; son escenas que se presentan con frecuencia en las provincias; los curas a nombre de la confesión, se apoderan de la mente y del corazón de las mujeres para la traición y la infamia.
Todas las obras de Clorinda Matto de Turner, que hemos mencionado son de carácter social, describen la quiebra moral de las autoridades políticas, de los funcionarios judiciales y de los ministros de Dios sobre la tierra.
VIAJE DE RECREO
Es una obra de amena información de la insigne escritora de los países por donde ha recorrido que son: España, Francia, Inglaterra, Italia, Suiza y Alemania.
Leyendo Viajes de Recreo podemos juzgar, que la escritora tenía cultura exquisita y la sensibilidad bastante desierta para captar los motivos de arte que ha visto en los museos y lugares públicos de Europa; se descubre en esta su obra como una eximia cronista.
CLORINDA MATTO DE TURNER EDUCACIONISTA
Para llenar debidamente su misión social, se dedicó a estructurar el espíritu de la niñez, pero desgraciadamente no fue en su patria, fue a la Argentina, deportada del Perú por el Gobierno de Don Nicolás de Piérola, y excomulgada por el Arzobispo de Lima, por haber defendido con ahínco sin igual a los pobres indios, desde las columnas del “Perú Ilustrado”, como en su obra medular Aves Sin Nido. En la república Argentina, en La Plata, se dedicó al magisterio; fue profesora de la Escuela Normal Superior, tenía a su cargo la asignatura de Castellano, publicó una obra didáctica de Castellano (Analogía), habiendo merecido la aprobación de las autoridades oficiales para adoptar como curso de estudios en todas las escuelas normales de la Argentina. Qué buena maestra y que gran forjadora de espíritus, hubiera sido ella en el Perú; pero, desgraciadamente hasta en su tierra natal conspiraban contra ella las personas de arcaicas ideas, las gentes que no tienen más oficio que rezar y “zampar la hostia”, todas esas copetudas damas firmaron cartas de protesta, y le dirigen una a ella para que no vuelva más al Cusco, que el pueblo tenía vergüenza de ella” Muchas gentes que han suscrito esa carta aun viven en el Cusco, y ellas son la vergüenza del mundo de las letras; ellas son la vergüenza de su tiempo, porque no supieron hacer nada en bien del pueblo, jamás han luchado por la redención de los explotados ni los oprimidos; nunca dijeron una palabra para la libertad de conciencia.
Clorinda Matto de Turner es novelista de factura voluminosa y de estirpe romántica; tiene algunos aspectos parecidos a las obras, “Blanca Sol” y “El Conspirador” de la señora Mercedes Cabello de Carbonera; escritora de fuste que arremete con dureza la política criolla de nuestro país, y la descubre en sus obras. Obtuvo un premio en el certamen literario de Buenos Aires, con su obra la Novela Moderna. Clorinda Matto de Turner y Mercedes Cabello de Carbonera, triunfaron en la Argentina; mientras en el Perú el sindicato de reclamistas, críticos asalariados; de compadrerías literarias, de recíprocos bombos, triunfaban las medianías literarias, restando méritos a Aves Sin Nido, obra de contenido social y económico, que es el tema de nuestro siglo que agita tanto a los ricos como a los pobres, en arte, en economía y en literatura.
Clorinda Matto de Turner, es la precursora de la mujer revolucionaria del Perú; posiblemente tenga continuadoras en no lejano día, porque se nota una brillante pléyade de la juventud femenina que tiene devoción por las cuestiones sociales, y se muestran asequibles a cuantos asuntos, traten de renovación, de libertad, justicia, liberación de la mujer en todos sus derechos.
Por las anteriores consideraciones, la mujer cusqueña tiene un deber ineludible, de erigir un monumento a la inteligencia esclarecida y la voluntad más firme; tiene esa deuda que pagar la juventud estudiantil, de gratitud y de admiración a la testa inhiesta de Clorinda Matto de Turner. Esta labor la iniciaron algunos estudiantes de nuestro centro universitario, pero, la indiferencia de los dirigentes y de la docencia, ha hecho que se haya dejado esa brillante idea, no sé hasta cuando. Leamos con férvida simpatía las obras de la brillante escritora cusqueña, Clorinda Matto de Turner, y seamos justos en reconocerla como a la primera combatiente contra las instituciones feudales, y contra la explotación secular del clero, de los laneros del Perú, de lo gamonales y de los tinterillos.
11.- TRADICIONISTA CUZQUEÑA
(Revista del IAA, N. 3, 1944)
Por: Luis Felipe Paredes.
Lo es i en grado apreciable doña Clorinda Matto de Turner, que nos ha legado un interesante libro de dos tomos con el titulo de TRADICIONES CUZQUEÑAS. Indudablemente que nuestra escritora, que tuvo insignes condiciones para el cultivo de la Novela, como lo demuestran por ejemplo AVES SIN NIDO é INDOLE, no supo o no pudo conservar i mantener su prestancia de novelista, cuando escribió sus Tradiciones. Cuán lejos está en este terreno de su Maestro en el género don Ricardo Palma a quien pretendió seguir e imitar, pero desgraciadamente sin éxito. Nadie pone ya en duda, que Palma ha sido en el Perú, el Maestro inigualado en el difícil género de su predilección i que cuantos quisieron o pretendieron seguir sus huellas o acercarse a él no siempre salieron del trance con mucha fortuna. Falta cualidades que sobraban en el glorioso autor de TRADICIONES PERUANAS, a saber: gracia luminosa, travesura i picardía i cierta socarrona malicia para mostrarse irreverente con cosas tenidas por dignas de respecto y veneración i que perecían invulnerables a la risa dislocada, a la broma escéptica, a la fina ironía volteriana. En nuestra tradicionista, se advierte algo de frialdad en sus narraciones i ausencia de emoción, cariño i amenidad, que les dé vigor i fuerza evocativa i un tono más transparente i diáfano. Claro que no todas sus Tradiciones, son así. Hai algunas, que salvan el prestigio del resto, que son, si no magnificas, pero por lo menos, sugestivas, intencionadas e ingenuamente amables. Esto, por supuesto, no le resta méritos, ni le quita prestancia, ni le regatea el título que tiene conquistado de ser nuestra mejor i única escritora la señora Matto de Turner, a quién para su fama i renombre le respalda i garantiza sobradamente, su fecunda labor novelista, justamente apreciada i valorada por la crítica seria, tanto nacional, como de fuera del país, I con esto, basta. Pero de todas maneras, con sus Tradiciones - que es una manera también de hacer historia, o por lo menos de contribuir a hacerla - nos revela un afán de investigar i escudriñar algo del pasado del Cuzco, en cronicones i empolvados infolios o tomando sus informes en amables consejas i narraciones recogidas en labios de abuelos centenarios que son una suerte de historia viviente de su época o de otras anteriores a la suya i propia.
Claro que nuestra tradicionista ha podido - utilizando sus magnificas condiciones de narradora galana i poniendo en juego imaginación vivaz, su fina percepción del matiz de las cosas i la seguridad de su gusto literario depurado - ha podido, repetimos, hacer cosa mejor, más jugosa más movida, más pictórica, si cabe, poniendo en la pintura de sus cuadros un poco laxos, más amenidad, más travesura i flexible ligereza cual requiere tan sugestivo como hermoso género literario. La vida anecdótica del Cuzco colonial i de las primeras décadas de la Independencia, vibrante de marcialidad i galantería, por las conspiraciones tramadas, por los lances caballerescos sucedidos; por las patrañas amablemente urdidas para convertir a pecadores empedernidos i mundanos; por las historias aparatosas de aparecidos i de gnomos, íncubos i súcubos; por las picaras hablillas de gentuza mal intencionada, para mellar honras i decapitar el pudor de doncellas i por otras cosillas de este jaez; se prestaba a hacer cosa más sabrosa i de mayor deleite i vena i no insulsas, migajas de historia provincial, como le dijo Ventura García Calderón. Indudablemente, que bajo este aspecto son superiores a las de nuestra paisana, las que escribió doña Amalia Puga de Lozada, escritora cajamarquina parece i que por el arte la emoción i el colorido que da a sus narraciones como sucede en la tradición titulada DEL MAL EL MENOS, que esta escrita con dulzura i entonación amable, i en la que la autora relaja el proceso de un auto de fe frustrado que debía haber reducido a cenizas el cuerpo de una virtuosa matrona cajamarquina, convertida en bruja voladora i que puso, con sus malas artes, en serias cuitas al Corregidor de aquellos pagos.
Para muestra de lo que afirmamos, véase el siguiente trazo, que, al azar, desglosamos de aquella tradición norteña, escrita por la Puga de Lozada, i que se refiere al Corregidor en cuestión:
Indignado por una parte, movido por otra, escarmentado para siempre de su noctivagancia retiróse a su morada el funcionario, pensando en que dentro de poco sin poderlo nadie evitar, las llamas de la hoguera inquisitorial, tenían que consumir el cuerpo de una señorona de su jurisdicción al modo que contados años atrás, habían carbonizado el de la hermosa toledana doña Ana de Castro; quemada viva en Lima, a fines de 1736.
Hermoso i ameno verdad?
Pero como tenemos afirmado líneas antes, en TRADICIONES CUZQUEÑAS de la señora Matto de Turner, encontramos algunas que son bastante meritorias i que están escritas con galanura i donaire, como por ejemplo, VAYA UN DECRETO, TREINTA I NUEVE ONZAS DE ORO, ANTIPARRAS DE UN ESCRIBANO, UNA MUJER EN SUS CALZONES i algunas más. De la penúltima de las enunciadas, extraemos estos párrafos que al mismísimo don Ricardo, no habría desdeñado rubricar:
Año de 1725, nada menos que ahora 162 eneros, campeaban en la ciudad del Cuzco, un Notario Mayor de nombre Juan de la Cruz i de apellido Sahuaraura, no sabemos si pariente del prójimo su colombroño que hoy sirve en despacho de fe pública en la villa de Sicuani. Recién advertido al oficio, escribano flamantito, diole de escrupuloso, puntual, pundonoroso i demás comas que hacen al hombre respetable y honrado pero que en nuestros días, no dejan tela para vestir un San Benito, ni abren gotera de metal acuñado.
Indudablemente que doña Clorinda, ha enriquecido nuestro acervo literario i documental en materia de Tradiciones con el libro que nos ha legado, como lo hicieron Bobo de Revello. Pio Benigno Meza, Hildebrando Fuentes, con los suyos, de evidente i acusado valor, cuyo conocimiento debe difundirse, mediante la reedición de sus obras, como también valdría la pena editar lo que lleva de escrito i sigue escribiendo, silenciosa i modestamente Ángel Carreño, en una labor verdaderamente meritoria i poco o nada reconocida i que merece franco apoyo i más franca ayuda económica, por parte de nuestro elemento intelectual i de las instituciones culturales, comenzando por la Universidad.
Como se ve, en este menudo trabajo, sólo hemos querido ocuparnos de uno solo de los aspectos de la múltiple i varía labor literaria de nuestra distinguida e ilustre paisana, que con su vida ejemplar llena de varonil orgullo i su obra de escritora social i revolucionaria de grandes merecimientos i prestigios; supo honrar con brillantez la tierra que la vio nacer: el Cuzco, que tanto quiso i amo i para el cual intuyó, con clarividencia inextintos resplandores de gloria i una riente alborada de esperanzas i grandeza de todo orden de cosas...
12.- CLORINDA MATTO DE TURNER
Por Alfredo Yépez Miranda
(Ensayo inserto en la edición de “Aves sin nido” realizada por la Universidad del Cusco, 1948)
Hasta ahora no se ha hecho todavía justicia a esta gran escritora peruana del siglo XIX. Los prejuicios, los intereses creados y las opiniones de círculo, han impedido que nuestra novelista ocupe en la historia de la literatura nacional el alto sitial de honor que se merece. Escritores de segunda fila han acaparado su puesto, con menoscabo de la importancia fundamental que merece su obra. Nuestros historiadores de la literatura han querido pasar de largo al ocuparse de su persona o han pretendido usar el arma de la ironía para empequeñecer su valor. Es hora que Clorinda Matto de Turner ocupe el lugar que le corresponde dentro del proceso cultural y social del país, ya que su nombre además de representar elevados quilates de aptitud literaria y artística, enjuicia también en forma acertada problemas palpitantes que continúan aún en pie; siendo además un apasionada por nuestra tradición histórica, todas estas cualidades las supo expresar en forma llena de pasión en sus interesantes obras, ya en la novela de costumbres, ya en la tradición, ya en el drama o en el artículo de periódico.
-I-
MANUEL GONZÁLEZ PRADA Y CLORINDA MATTO DE TURNER
La Guerra con Chile representa para el Perú un cambio de frente en su vida, surgen nuevos problemas y surge también un nuevo arte. Con la guerra perdemos nuestro orgullo y nuestras riquezas, pero también en ella el Perú comienza a darse cuenta de su propia vida. En el admirable González Prada se reúne en síntesis magnífica un nuevo Perú juvenil y beligerante que quiere depurar la gangrena corrompida del pasado. En sus discursos demoledores y apasionados hay una luz nueva que palpita con raro fulgor. Prada hace un llamado hacia un Perú más peruano, más completo, su vista se dirige hacia el oriente donde busca el mensaje de una aurora nueva. En el Politeama había dicho en su célebre discurso esta frase toda verdad “no forman el verdadero Perú las agrupaciones de criollos y extranjeros que habitan la faja de tierra situada entre el Pacífico y los Andes; la nación está formada por las muchedumbres de indios diseminados en la banda oriental de la cordillera. Trescientos años ha que el indio rastrea en las capas inferiores de la civilización, siendo un híbrido con los vicios del bárbaro y sin las virtudes del europeo; enseñadle siquiera a leer y escribir, veréis si en un cuarto de siglo se levanta o no a la dignidad de hombre. A vosotros maestros de escuela, toca galvanizar una raza que se adormece bajo la tiranía del Juez de Paz, del Gobernador y del Cura, esa trinidad embrutecedora del indio”. Esta prédica llegó a los corazones de los escritores provincianos que reconocieron en Prada la calidad de jefe. En el Cuzco su voz encontraría eco en la conciencia vigilante e inquieta de Clorinda Matto de Turner, ella comprendió que el verdadero Perú estaba formado por los indios que habitaban la banda oriental de la cordillera, y llevó a esos indios con sus costumbres, sus dolores, y su tragedia donde se mezclan los personajes de la “trinidad” de que hablaba el maestro Prada.
Llevó a eso indios para exhibirlos en su novela “Aves sin nido” González Prada sintió también su indigenismo auténtico con la visión directa de los andes en una excursión por la sierra del centro. Su discurso y su poema el “Mitayo” se completa en su sentido de reivindicación. En el primero habla el panfletario que acusa con virilidad. En el segundo habla el poeta que siente el dolor de una raza.
Ya Luis Alberto Sánchez había demostrado la influencia de don Manuel en la orientación indigenista de Clorinda Matto de Turner. En la biografía de don Manuel leemos lo siguiente: “En “Aves sin Nido”, la novela regional, la escritora Clorinda Matto de Turner sigue la campaña de reivindicación del indígena, comenzada por Manuel Surgía urgente el problema del indio. La misma Matto de Turner se lamentaba, en un artículo de “El Perú Ilustrado”, de que hombres como Prada ignorasen el quechua. A cambio del quechua conocía a nuestros hombres y estaba decidido a continuar su apostolado. No le arredraban ni el silencio ni el rencor; se refugiaba en revistas efímeras, para publicar sus artículos demoledores. Las revistas serias preferían sus versos a sus ideas. Entonces pensó burlar esta limitación, publicando algunas de sus baladas indígenas, de aquellas que compuso en Mala. Ya se había escrito al artículo “Nuestros beduinos”. Ahora era marzo de 1890- había que atacar a los gamonales.
Los poetas terratenientes sufrieron serio disgusto, cuando su periódico favorito, el de Bacigalupi, dio a la estampa un poema tendencioso de don Manuel. Se titula “El Mitayo”.
González Prada encontraba eco de su campaña en la escritora cuzqueña, lo que en él fue protesta y dolor, se convirtió en la más completa y definitiva obra de acusación que realizó la novelista, en esas inolvidables páginas de “Aves sin Nido”, novela con la que comienza a surgir la verdadera corriente indigenista del Perú, iniciada como dijimos por el maestro González Prada, éste en 1904 diría al ocuparse de los indios después de haber leído las obras de Clorinda Matto lo siguiente: “la cuestión del indio, más que pedagógica, es económica, es social”. Demostrando con esto haber llegado hasta la médula misma del problema. Antes de González Prada, los escritores románticos del Perú vivieron de prestado, atentos a los modelos españoles, implantaron en nuestras costas un romanticismo falso, que no se nutrió del propio ambiente y que despersonalizó nuestra literatura. Mientras en la Argentina, el romanticismo traducía a la tierra y sorbía el jugo vital del pueblo en Lima se deleitaba en temas y tonos en imitar y siempre imitar a los modelos europeos en aquello de la melena y los ojos lánguidos, pero olvidando la fibra íntima del artista y su pasión. Por eso es con González Prada que realizamos un viraje hacia nosotros mismos y con él surge el indigenismo que Clorinda Matto de Turner ha de captarlo buscando el alma del indio, como espectadora de la naturaleza serrana donde asiste a la tragedia que impide el Perú integral y definitivo. El cura, el gobernador y el juez de Paz, que en forma candente, son merecidamente lapidados por Prada, aparecen en “Aves sin Nido” explotando a los indios pobladores de la aldea de Kíllac.
-II-
CLORINDA MATTO DE TURNER Y MERCEDES CABELLO DE CARBONERA
Desde la Colonia hay que llegar a la segunda mitad del siglo XIX para encontrar la novela peruana propiamente dicha. En la Colonia floreció la lírica, pero la novela fue cruelmente perseguida por el oficialismo. En la República nuestros románticos hurgaron en la poesía, pero apenas si escribieron bocetos novelísticos. Con Mercedes Cabello recién surge la novela de contenido realista, la novela de la ciudad, porque los protagonistas y argumentos están tomados de la vida tumultuosa y anárquica de nuestros personajes políticos, es la novela de la urbe inquieta con sus personajes que se hunden y reaparecen en la vida política, mientras tanto Clorinda Matto es la novelista del campo y de la aldea, describe preferentemente la vida indígena y su ambiente es de hacienda y de pequeños pueblos, es la novela serrana y únicamente en “Herencia” surge el tema de la urbe capitalina, de modo que nuestras dos novelistas completan en esta forma el panorama novelístico representando el ambiente social de la ciudad la una y del campo la otra. Mercedes Cabello en sus más celebradas novelas se traza un plan moralizador, el desenlace es la ruina y el pecado. En “Blanca Sol”, una mujer que quiere obtener una alta posición social, llega a ser novia de un candidato a la presidencia de la República, pero los sucesos varían y cae en la vida del pecado y el deshonor. Así mismo, en la novela “Las Consecuencias” una mujer de la alta esfera social desdeña grandes partidos matrimoniales y se enamora de un hombre sin honor que vive del juego, se casan, pierde su fortuna y llegan para los días de dolor. En “El Conspirador” un revolucionario derrotado consigue que el nuevo gobierno lo nombre Ministro, especula y roba, pero pasan los buenos días y se disipa como por encanto la pasajera abundancia, su amante tiene que prostituirse para mantenerlo y la deportación es el colofón de su vida. Este es el final de todas las novelas de Mercedes Cabello. En cambio Clorinda Matto de Turner traza en sus novelas un final distinto. En “Aves sin Nido”, el dolor y la tragedia surge en las primeras páginas, pero el pobre campanero Isidro Champi es libertado de la cárcel, el malvado cura don Pascual, muere arrastrado por un bestia; y el gobernador don Sebastián que debió purgar sus culpas, sale libre de la cárcel. La tragedia existe únicamente para los protagonistas principales, pues, Manuel y Margarita que lógicamente debían terminar su poema de amor en matrimonio, se lo impide la fatalidad, pues se descubre que son hermanos. En la novela “Herencia”, que es continuación de la anterior, quiere Clorinda Matto de Turner remediar el destino de Margarita haciéndola desposarse en Lima en medio de grandes fiestas de alta sociedad con Ernesto Altagracia, quien no sólo es favorecido por el Dios Amor, lo es también por la Diosa Fortuna, que le obsequia la lotería. En la novela “Índole” triunfa el honor, la dignidad y la moral. López y su esposa son los triunfantes en definitiva. Cienfuegos es apresado, pero en cambio el cura Peñas que se enrola en un batallón Castillista es ascendido a Canónigo cuando triunfa la revolución, es decir, el cura perverso y malvado recibe un premio.
Mientras Mercedes Cabello nos plantea la ruina y quiebra moral de sus protagonistas, Clorinda Matto los levanta. Mientras Mercedes Cabello relata los episodios más saltantes de las revoluciones criollas, Clorinda Matto presenta la posibilidad de una formidable revolución indígena, pues en su novela capital “Aves sin nido” la libertad, el matrimonio o la muerte de los personajes no pone término ni resuelve el gran problema planteado, es en este aspecto que la escritora cuzqueña hurgó más profundamente en los problemas nacionales, llegando a penetrarlos con más agudeza que Mercedes Cabello Carbonera. Porque mientras la novelista costeña nos presente problemas superficiales de actualidad política, la otra llega al problema sustantivo del Perú.
En la época de Clorinda Matto de Turner, se destaca en Lima Mercedes Cabello de Carbonera y junto a ella la gran argentina doña Juana Manuela Gorriti, estas tres admirables mujeres pusieron muy en alto las posibilidades femeninas en favor de la cultura en general y de los problemas sociales en particular.
Es así cómo las tres destacadas capitanas del movimiento cultural femenino supieron también elevarse por encima de cualquier posible enemistad para reunirse en las famosas veladas, verdaderos cenáculo de arte que eran propiciados por la escritora argentina.
En dichos salones fue presentada y exaltada la escritora cuzqueña y justamente fue Mercedes Cabello de Carbonera la que en dicho acto presentó el discurso de saludo para doña Clorinda, ceremonia en la que la Argentina le ciñó una guirnalda de piedras preciosas en esta forma se sellaba la amistad y la camaradería de las más altas figuras femeninas del Perú y de la Argentina.
Mercedes y Clorinda continuarían cultivando una amistad leal y franca, ambas escritoras pertenecían a la misma escuela literaria, la crítica le daba a la primera más contornos literarios y opacaba la figura provinciana de la segunda, es llegada la época en que dejemos a un lado la taimada crítica que pretendía rebajar los méritos de la segunda para reivindicarlos y ponerlos en su verdadero plano.
Comparando las novelas de Mercedes Cabello de Carbonera de ambiente urbano y de tema alusivo y actualista, con la novela “Herencia” de igual carácter escrita por Clorinda Matto de Turner, encontramos que esta no se dejó llevar por los temas de aquella y fue completamente original describiéndonos la vida de los provincianos en Lima, la psicología limeña, para terminar no en fatalidad ni angustia, sino en boda ventajosa, planteando en esta novela la posibilidad de triunfo que tiene el provinciano en la capital y el fingido orgullo limeño que fácilmente fue puesto en ridículo por el comerciante don Aquilino.
En la misma política sobre la que fantaseó Mercedes Cabello. Clorinda Matto fue un combatiente, un guerrillero que defiende su causa y en lo religioso mereció que sus libros fueran quemados.
-III-
CLORINDA MATTO DE TURNER Y RICARDO PALMA
Don Ricardo es en el Perú el creador de la forma literaria que se llama tradición, esta es una expresión genuina en la que se relata en forma amena, la historia mezclada con la fantasía, literariamente hablando, la tradición representa la más alta modalidad de la literatura criollista de la costa, de ese criollismo del que habían participado Caviedes, Segura, Fuentes y otros escritores que produjeron el ambiente popular y el alma limeña en sus creaciones literarias, pero fue Ricardo Palma, quién supo expresar ese ambiente y ese pueblo en forma completa, dentro de la literatura del género de la tradición. Allí surge esa su ironía personalísima, irreverencia mezclada con el olor de incienso, su burla para algunos personajes junto con la admiración por la época. Por eso la colonia, los virreyes, los salones, citas pecaminosas, los frailes ventrudos, fueron sus temas, no podía la tradición virreinal prolongarse hasta incluir en los temas de don Ricardo la brava, adusta y enérgica tradición imperial.
Dos o tres tradiciones que escapan de la época colonial así lo demuestran, porque la tradición tiene algo de femenino y delicado, de cuento picaresco o de narración versallesca, y el tema y el ambiente corresponden exactamente a la obra. Por eso cuando Clorinda Matto de Turner escribe “Tradiciones Cuzqueñas”, no falta un crítico apresurado en pretender parangonar al maestro y a la discípula, en un solo plano, olvidando las condiciones especiales necesaria para un crítica fecunda. El Cuzco colonial urbano y adusto, está penetrado en su vida de la caballerosidad española que con la influencia del ambiente en cierto modo se indigeniza, acá la vida fue más activa, varonil y constructora que en Lima. Mientras allá todo terminaba en loa, sarao y fiesta, acá el arte florecía espléndido, surgiendo una arquitectura y una pintura donde muestran su fuerza y su alma los indios y mestizos que la crearon. Entonces más varonil tenía que ser la tradición cuzqueña, porque el tema es más fuerte, porque el paisaje es más hondo y porque el argumento supera los contornos preciosistas y caricaturescos de la tradición limeña, era necesario observar todo esto antes de pensar apresuradamente en tildar de falta de seducción y de falta de libertad y de fantasía a la Tradiciones Cuzqueñas, haciendo además el cargo de que en ella no surge ese elemento indispensable de la travesura. El escritor Ventura García Calderón dice además “Esta mujer parece un hombre y un hombre grave”. Los temas, los protagonistas y el ambiente palpitante de una región tiene naturalmente que encontrar su fisonomía en la obra literaria, y esto es lo que pasó en la tradicionista cuzqueña, se apegó al ambiente y al tema prefiriendo ser leal con sus personajes antes de una lealtad que más corresponde a imitación y plagio con relación al creador del género. Clorinda Matto imitadora servil, hubiera fracasado, porque aplicar a la tragedia histórica de la sierra peruana y a la fuerza telúrica de su paisaje, la gracia, la picardía y la travesura limeñas de la época colonial, era convertir la tragedia en comedia.
Lo admirable de Clorinda Matto de Turner en sus “Tradiciones”, es la evocación que hace de la vida colonial y muy especialmente de los primeros momentos que pertenecen a la conquista, de esa época de la que es admirable intérprete nuestro inmortal Garcilaso. Así: Cusi Ccoillor la niña india, es seducida por Alejandro Villacosta, y se enamora con pasión delirante del extraño personaje que ha llegado por mares ignotos. Muere su madre y olvidada por el mancebo ella se suicida. Chasca encuentra su tumba en el fondo del lago Titicaca, junto con su amado antes de caer en los brazos deshonrantes del vil conquistador. Así continúan otras tradiciones del igual interés que por su tema mismo escapan del género y corresponden más bien a la crónica o tal vez al poema que tiene caracteres más firmes para enaltecer esas vidas.
Por eso no llama la atención que un libro de Historia de don Ventura García Calderón, se menoscabe la tradición cuzqueña y que como modelo de ella aparezca la intitulada “De hombre a hombre”, que si tal vez tiene una mayor semejanza con las de Palma, es la que menos representa el ambiente y el sentido serranista e histórico de las otras producciones de Clorinda Matto de Turner.
-IV-
EL INDIGENISMO EN LA NOVELA
Claramente se observa en el Perú, que la corriente literaria indigenista es un movimiento que se define cada vez más, y está íntimamente vinculado con el proceso social del problema indígena, es así cómo este arte recién va dando sus frutos más maduros por qué no se ha llegado a su meta, es decir, corresponde a una situación que aún no se ha definido, es por eso que los detractores del indigenismo, que lo encuentran sin la suficiente capacidad artística, no comprenden que este arte está saliendo del latido íntimo de los pueblos y se está gestando de las entrañas mismas de la tierra, y que de allí ha de surgir su fuerza y su positiva originalidad.
Dentro del indigenismo peruano encontramos que hay cuatro fases diversas;
1° Un indigenismo pictórico, que podríamos llamar también exótico, surge de la corriente “Snob”, que en los grandes centros intelectuales busca lo extraño y lo distante en cambio de lo cercano y conocido. En nuestro ambiente, es el fino y elegante escritor y magnífico cronista, don Ventura García Calderón quien lleva al indio a la literatura, como a un ser extraño y digno por tanto de los cazadores de lo exótico. El indio y el ande que surgen en sus bellos cuentos están muy lejos de la realidad.
2° Un indigenismo descriptivo, es el que aparece en las páginas de López Albújar y Luis E. Valcárcel. Ambos completan el cuadro, porque Albújar es subjetivo, narrador, penetra dentro del alma india y quiere penetrar en el mismo misterio del ser que guardan dentro, estos dioses tutelares, diríamos que es un minero del alma indígena y de su cosmos, nos hace viajar dentro del complicado laberinto de la psicología indígena. En cambio Valcárcel en sus descripciones de la “Tempestad en los Andes”, nos muestra un indigenismo lírico y objetivo, el canta las maravillas del incario y las posibilidades actuales del resurgimiento de una raza dormida, nos hace desfilar cuadros llenos de color y de luz donde la fuerza expresiva tiene la sugerencia de un pintor. Valcárcel nos muestra el lado objetivo del problema, diríamos el indio por fuera, y Albújar, el indio por dentro. Ambos realizan una marcha ascendente sobre el indigenismo exotista, con ellos pisamos ya en tierra firme. Además en Valcárcel hay que reconocer al sacerdote laico que predica la inkanidad sobre todas las cosas. Nuestros problemas tienen que resolverse según él, con la mirada atenta en el pasado inkaiko.
3° En esta fase revolucionaria aparece nuestra gran novelista doña Clorinda Matto de Turner por su novela “Aves sin nido”, que es un paso más firme hacia la resolución de los problemas indígenas, corresponde al indigenismo revolucionario tal como han sabido reconocer más que nosotros, los escritores de países extraños al nuestro. En “Aves sin nido” se plantea el problema indígena, surge la prédica lapidaria de Prada puesta por la novelista en forma tal que urge su inmediata resolución “la tiranía del Juez de Paz, del Gobernador y del Cura, esa trinidad embrutecedora del indio” de la que nos habla el gran Maestro de la verdad y la rebeldía, obtiene en esta novela revolucionaria su afirmación más cabal, pues en ella la acusación contra esa trinidad aparece nítida, al lanero, que es un repartidor forzoso que exige un tributo en lana, tiene toda la fuerza de un señor feudal y procede como un verdadero corregidor, “la trinidad” saca sus ventajas. El cura don Pascual, párroco de Killac, abusivo y corrompido, embarga cosechas, deshonra hogares y patrocina el lanero. Don Sebastián Pancorbo es la digna autoridad, que como gobernador colabora con el cura para explotar a los indios junto con el tinterillo Estéfano Benites con el que se completa esta terrorífica maquinaria tan admirablemente bien descrita por la gran novelista peruana.
La novela revolucionaria de Clorinda Matto de Turner no tiene otro paragón en todo América, sino únicamente con la gran novela de otra mujer admirable de Norte América, “La cabaña del tío Tom.” de Enriqueta Beecher. Ambas novelistas, la del norte y la del sur, sienten la angustia dolorosa la una por la esclavitud del negro y la otra por la esclavitud del indio. La del norte lanza su libro y los republicanos encabezados por Abraham Lincoln, incorporan en sus banderas electorales la abolición de la esclavitud como cuestión fundamental, pero los intereses creados impiden la libre solución de este problema, son necesarios 4 años de terrible guerra civil, que ensangrientan la historia de la República en la famosa guerra de Secesión, para que el ideal salga purificado por la sangre a convertirse en realidad. En el sur, la gran novelista de la primera clarinada, pero también los interese creados hacen difícil que el problema pueda rápidamente resolverse en forma ventajosa para la unidad del Perú.
4° El indigenismo esencial, aparece en nuestros días en las admirables páginas de Ciro Alegría. Aquí el arte demuestra ya madurez y consistencia firme, es que también el problema presentado por Clorinda Matto de Turner, que surge también en “El mundo es ancho y ajeno”, delinea en contraste el programa de una solución. En este libro adquiere categoría de belleza artística, la descripción que está elevada en tono y forma, aquí la naturaleza, el paisaje adquieren una fuerza de vida con tanta intensidad que penetran en el alma a conmoverla con sus problemas. En el libro, la tierra es una fuerza que nos penetra con su aire caliente y su olor. Es que la geografía nos vence, y leer este libro es realizar un enfrentamiento con la tierra y con el hombre. Los Andes están con su historia de siglos mostrando su vida y nada hay tan hondo como la vida palpitante puesta frente al espectador, una vida que señala y determina una filosofía. Estas son las etapas recorridas por la literatura indigenista en el Perú. Clorinda Matto ocupa un lugar de combate, se le hace el más grande homenaje que se le pueda hacer a un escritor.
García Calderón pinta a los indios con colores exóticos. López Albújar penetra en sus almas. Valcárcel los admira y redime. Clorinda Matto muestra su tragedia. Alegría encuentra la verdadera filosofía. López Albújar y Valcárcel hacen labor de avanzadas que otean el campo y nos muestran sus colores, sus quiebras y sus hombres. Clorinda Matto llama al combate y Ciro Alegría palpa el dolor de una nueva filosofía. Valcárcel tiene de idealista. Clorinda Matto de luchadora y en Alegría entrevemos al realizador.
-V-
LA VIDA, OBRA Y COMENTARIOS
Hace 94 años que junto a rumoroso río sagrado de los inkas, en el plácido vergel de la provincia de Calca, en el pintoresco paraje de Paullu, nacía la gran escritora cuzqueña, el 11 de noviembre 1854(1), del matrimonio formado por doña Grimanesa Usandivaras y don Ramón Matto. El río sonoro fue la primera música que oyeron su oídos y sus ojos contemplaron el joyel de la vega de la quebrada maravillosa, después a caballo hizo el camino de Calca a Cuzco por las pintorescas quiebras de Huancalle, Taray y Chitapampa, sintió la fuerza de la vida que palpita en la naturaleza, en el Cuzco fue estudiante en el Colegio de Educandas, contrajo matrimonio en 1872(2) con el inglés José Turner. Acá conoció en los círculos sociales y literarios muy de cerca el movimiento intenso de una generación cusqueña que volvía por sus fueros, radicaría después en Tinta en la quinta Manzanares en donde conoció el paisaje más fuerte del Vilcanota en sus nacientes, los contrastes más bruscos de la naturaleza y también el problema del indio más agudo. En el Cuzco conocería de cerca la obra de Narciso Aréstegui, gran novelista, la del formidable Pío Benigno Meza el autor de “Los Anales del Cuzco”, al gran poeta romántico Abraham Vizcarra Echave y a su bella y delicada musa la después matrona señora Adelaida Yépez de Vizcarra, oiría en los salones los versos rítmicos del poeta Miranda y Bengoa y la fuerza de los poemas de José Manuel Carrillo, junto con el dolor quemante y la caricia tierna, con las alas rotas por la melancolía que surgen en las estrofas de Abraham Vizcarra. Conoció Uchumuca, y desde ahí Huanca, el Santuario de la soledad y de la tristeza infinita, donde la religión adquiere categoría de metafísica. Colaboraba activamente en los periódicos y semanarios de aquella época: como “El Pensamiento” fundado por Vizcarra y “El Recreo” que fue órgano periodístico fundado por la novelista. Sintió de cerca la fuerza admirable de esa mujer que fue acción renovadora y que se llamó Trinidad Enríquez, la gran luchadora social que fundó la Sociedad de Artesanos.
Recorrería Arequipa, Lima llegaría a Buenos Aires, pasearía por Europa y describiría sus viajes. Pondría sus joyas al servicio de la patria y su vida al servicio de la política, su pluma al servicio de los más caros ideales, hasta que la muerte la sorprende fuera de la patria, deportada por Piérola, excomulgada por el Arzobispo.
LA OBRA
La obra escrita por la novelista es grande, fuera de la contenida en “El Perú Ilustrado” de Lima, en “El Recreo” y “El Pensamiento” del Cuzco y los principales periódicos de la Argentina y España, se editaron los siguientes libros:
Hima Sumac (Drama de la época de la conquista).
Herencia (Novela costumbrista de la costa).
Índole (Novela costumbrista de la sierra).
Aves sin nido (Novela indigenista).
Analogía (Cuestiones gramaticales).
Boreales, Miniaturas y Porcelanas.
Daniel Matto.
Bocetos a Lápiz
Viajes de Recreo
Cenizas del Hogar.
Bibliografía Quechua.
Tradiciones Cuzqueñas.
COMENTARIOS SOBRE LA OBRA DE CLORINDA MATTO DE TURNER.
“Hoy la señora Matto de Turner recoge la tradición de esos ilustres defensores, y abordándola más de lleno en el terreno literario, traza virilmente el luctuoso cuadro de esa misma opresión, esos mismos infortunios que la monárquica Colonia impuso el indio, y de que la República, las democracias, los liberalismos de la raza blanca, no osan redimirlo”.-Emilio Gutiérrez de Quintanilla.- Prólogo de
“Aves sin Nido”.- Lima 1889. “Aves sin Nido” e “Índole””, son novelas de tesis.
Tratan de probar cuán insufrible es la tiranía de los párrocos en el interior de la República, los cuales, en convivencia con los Gobernadores i Sub-Prefectos, maltratan y vejan de mil modos a los indígenas, y con su corrupción llevan la deshonra y la desdicha a muchas familias.- José de la Riva Agüero.- Carácter de la Literatura del Perú Independiente.- Lima 1905.
Clorinda Matto de Turner, que no recordaría si no hubiese escrito “Aves sin nido”, novela aceptable, publicó dos series de “Tradiciones Cuzqueñas”.- Ventura García Calderón.- Del Romanticismo al Modernismo.- París 1910.
“Aves sin Nido””, son los dos enamorados de la novela, signados con un destino edipiano. “Aves sin Nido”, porque cuando era avasalladora su pasión descubren que eran hermanos de padre, e hijos putativos: a los dos los engendró el cura de su parroquia, que después llega a ser Obispo: a Manuel en doña Petronila, esposa del gobernador de Killac y a Margarita en la india Marcela, mujer del indio Yupanqui. Surgen el gamonal, el lanero, el taita cura, el cobrador, que se confabula contra las pobres víctimas, y una de ellas, Marcela al morir, defendiendo a sus protectores, tiene una frase que encierra toda la doctrina y toda la profundidad que, pese a su anti estetismo, tiene esta novela rotunda”.- Luis Alberto Sánchez.- “Se han sublevado los Indios”.- Lima 1928.
“Con una vocación para la novela, que debió ser la que primara en su carrera de escritora, dejó libros como “Aves sin Nido”, que es fiel y artística representación de los padecimientos del indio, ante la justicia y la maldad de mandones inverecundos y de explotadores sin escrúpulo, e “Índole” que es algo así como su complemento, amén del paisaje natural y moral que cobran colorido, fuerza y verdad imponentes y seductoras”.- José Gabriel Cosio.- Revista del Instituto Americano de arte.- Cuzco 1943.
“Propugna en “Aves sin Nido”, que la raza indígena sea rehabilitada como elemento social por la educación e incorporada a nuestra nacionalidad y cultura por la igualdad civil; en el Perú donde mantienen la hegemonía política los militares desde la independencia hasta nuestros días y sus aliados los doctores, curas y gobernadores, no ha habido antes de nuestra escritora de costumbres serranas una pluma áurea, para describir los sufrimiento de la raza indígena”.- Eulogio Tapia Olarte.- “Cinco Grandes Escritores cuzqueños en la Literatura Peruana”.- Cuzco, 1934.
“Clorinda Matto de Turner en su novela “Aves sin Nido”, prosigue su apostolado. Don Manuel González Prada en tanto continúa la brega.- Aída Cometta Manzoni.- “El indio en la poesía de América”.- Buenos Aires 1939.
“En su famosa novela “Aves sin Nido”, retrata en pintoresco estilo la lamentable condición de la raza indígena, sujeta a las exacciones del gobernador, del cura de la parroquia y del terrateniente”.- Alfredo Coester.- “Historia Literaria”.- Madrid 1939.
“La primera novela en que aparecen los indios como elemento central, es “Aves sin nido”, de Clorinda Matto de Turner. El hecho tiene explicación en la historia social y literaria del Perú”.- Concha Meléndez.- “La novela indianista en Hispano-América”. Madrid 1934.
“En “Aves sin Nido”, la señora Matto de Turner, critica con valentía a las autoridades civiles y religiosas del Perú y se puede afirmar que esta es la primera novela de esa serie de protesta social que termina con las obras de tendencia socialista y comunista de nuestros días"”- Arturo Torres Rioseco.- “La novela en la América Hispana”.- Berkeley , 1939.
-VI-
DEL ESPAÑOLISMO AL PERUANISMO.- UBICACIÓN DE CLORINDA MATTO.
La literatura que surge en el Perú, en su continuo proceso de marcha hacia su identificación con el medio ambiente, tiene dos poderosas corrientes que lo forman y que alternativamente ponen su espíritu en la vida artística del país, es curioso observar que esta doble corriente de un solo río histórico, cada vez es menos antitética y contradictoria.
Menéndez y Pelayo, decía que “la poesía castellana en el Perú es casi tan antigua como la conquista misma, se remonta al período de las guerras civiles”, esta frase nefasta ha sido engullida por casi todos los nuestros que la han repetido aceptándola. Es que el crítico español pretende convertir la literatura hispano-americana en una prolongación de la literatura española, porque cree que el factor idiomático es el definitivo, contestemos al crítico español diciendo: “que el primer poeta en llegar a tierra peruana dio nacimiento a la poesía peruana.
Es que el español de raza y de idioma en nuestra tierra, sintió ganado el corazón por un nuevo paisaje a una nueva historia y ya no se sintió español, sus inquietudes e ideales se transformaron como la de aquel famoso cronista Diego de Trujillo, que llevó el botín de la conquista a España, y allí vivió sus días y morir en la tierra que su espada había conquistado, pero que a su vez lo había conquistado.
Existe en forma evidente esa corriente dual que se alterna en nuestra literatura. En el siglo XVI la tierra virgen de América conquista al español con sus maravillas, el mismo idioma se siente transformado, surge la crónica admirativa y enjoyada con la luz de los nuevos paisajes y el alma de otras razas. Nuestro gran Garcilaso es el centinela avanzado de esta peruanidad que nace del latido del nuevo Perú, es el contraste de dos almas y también del pasado y del porvenir. En cambio el siglo XVII representa la corriente literaria españolizante, se han creado las ciudades costeñas, la literatura se torna cortesana e imita a los modelos españoles, se olvida la tierra. Virreyes y cogullas encausan la vida espiritual. Llega el gongorismo y las academias y el cuzqueño Juan Espinoza Medrano, admirable orfebre que talla brillantes estrofas, es el abanderado de este siglo XVII. El siglo XVIII nos muestra por segunda vez la reaparición de la corriente literaria peruanizante. Los salones y academias han sido reemplazados por las plazas de toros, los teatros y la calle, la vida de aristocrática se convierte en popular, el pueblo comienza a tomar parte en la escena social. La Perricholi con sus encantos nos habla de este siglo popular e inquieto.
En el siglo XIX continúa la corriente peruanizante más definida aún, hasta convertirse en el proceso emancipador. Surge el procerismo, el pintoricismo y cierto sentido de la tierra. Olmedo canta al Libertador y a Huaina Ccapac. Surge Larriva mordaz y tajante, Melgar rural, con el pecho lacerado por el amor que nos recuerda a los poetas incaicos. Segura y Prada llevan la vida del pueblo al teatro. Se está definiendo el Perú.
La cuarta corriente literaria es la segunda reaparición de un sentido españolizante que surge con el movimiento de la escuela romántica, mientras en otras partes el romanticismo fue una revolución, y en la Argentina hurgó las entrañas del pueblo en el género gauchesco, en el Perú fue “eco de ecos y reflejo de reflejos”, nuestros poetas no sintieron la tierra ni la historia ni amaron de verdad. Nicolás Corpancho, Carlos Augusto Salaverri, Clemente Althaus, etc., representan este período en el que el Perú está ausente de nuestras letras.
La quinta corriente literaria representa una vuelta al sentido peruanizante. Manuel González Prada, es su más esforzado capitán, en su estilo bruñido hay la belleza límpida del mármol y la fuerza del acero recalentado, se desliga del colonialismo literario y busca un peruanismo definitivo.
Ricardo Palma con su “Tradiciones” realiza también una literatura original y creadora, teniendo por material nuestros episodios de la historia virreinal, Chocano, el gran poeta épico, está determinado también dentro de esta corriente.
La sexta corriente literaria sería la que aparece en las obras de puro sentido literario del estilista don Francisco García Calderón, o de su hermano Ventura García Calderón, o los versos de Carrillo o los de Lora.
La séptima corriente peruanizadora amanece con la insurgencia de Colónida y el movimiento de vanguardia, allí está el verbo elegante de Valdelomar cantando la aldea y vitalizando su pluma con la historia del incario. Allí Alberto Hidalgo, desconcertante, defensor de la provincia. Luis Alberto Sánchez, Mariátegui y otros expresan esta corriente peruanizadora.
La octava corriente será de los escritores puros como Abril, Martín Adán, Enrique Peña, Juan Parra del Riego, etc., que representarían así el anverso de la corriente nacionalizante.
Finalmente la última corriente que cobra su fuerza dominante en nuestros días es la del indigenismo como expresión peruanizadora, en ese indigenismo es donde Clorinda Matto de Turner tiene junto con López Albújar, Valcárcel, Ciro Alegría y otros sus tribuna permanente de escuela peruana.
Así observamos que esta corriente dual cada vez es menos contrapuesta, los contrastes son menores, es que vamos yendo camino de la unidad, por encima de la terrible tragedia de los siglos, pero el indigenismo de ninguna manera es como cree José Carlos Mariátegui, un auténtico nacionalismo, lo indígena es la base nacional, pero no es lo nacional, por tanto el indigenismo es una corriente peruanizante que debemos afianzarla con todas nuestras fuerzas porque significa además una conciencia social y política, pero no es algo permanente y definitivo, lo permanente y definitivo es la peruanidad, levantada por encima de la tragedia horizontal del Perú que es su geografía, y la tragedia vital del Perú, que es el conjunto de razas en lucha, esa peruanidad tiene que ser sentida ante todo en un sentido psicológico.
El peruanismo se está forjando sobre la base de tres estructuras. El peruanismo formal está representado por el factor idiomático por la naturaleza, los mismos idiomas y los mismos paisajes, influyen por igual en los hombres que habitan el país. El peruanismo orgánico en cambio tiene fundamentos más hondos, está basado en los sucesos históricos que por igual afectan a todos, en la lucha de elementos que aún todavía no se han conjugado, porque el hombre, la tierra y sus problemas están divididos.
El peruanismo esencial es el que está naciendo en nuestros días, será forjado por la fuerza creadora del ideal que reúne por encima de los contrastes a los hombres en una comunidad orgánica que resulta de la conjugación del hombre, los problemas y la tierra, surgiendo así un “peruanismo psicológico”, tenemos ejemplos claros en la Historia Contemporánea, lo heterogéneo es ahora unidad en Rusia, gracias al ideal político convertido en religión. Estamos caminando rumbo a la unidad psicológica, para la que necesitamos como ya dije que el mestizo resolviese su “Complejo de Edipo” matar a los espíritus progenitores e ir hacia la madre tierra.
En la literatura observamos que se va yendo a ese camino. José Gálvez se dolía de que “carecemos de cultura y madurez”, decía: “hagamos literatura nacional inspirándonos en lo propio, bebamos en nuestra fuente”. Abelardo Gamarra defensor del sentido criollo indicaba: “lo criollo todavía no es lo nacional”. More añadía: “los andino son rurales, los limeños urbanos”. Y así las dos literaturas. Para quienes actúan bajo la influencia de Lima todo tiene idiosincrasia ibero africana, todo es romántico y sensual. Para quienes actuamos bajo la influencia del Cuzco, la parte más bella y honda de la vida se realiza en las montañas y en los valles y en todo hay subjetividad indescifrada y sentido dramático. El limeño es colorista: el serrano musical. Para los herederos del coloniaje, el amor es un lance. Para los retoños de la raza caída el amor es un coro transmisor de las voces del destino”, En estas frases de More se advierte su espíritu polémico y su acertada división del Perú en dos mundos distintos. El indigenismo es la corriente polarizadora que pretende librar batalla contra el otro mundo rival; pero el Perú esencial es la consecuencia de reunir en uno todos los elementos dispares que forman una sola realidad y psicológicamente realizar como aconsejaba Platón en su alegoría de la Caverna una vuelta a la realidad.
En este aspecto tenemos el gran cronista Garcilaso enamorado de la tierra que no la olvida jamás, a Melgar, campesino que se nutre de los celajes arequipeños y muere por la libertad como un héroe. A Caviedes que con Segura se hartan de pueblo, a Chocano que canta nuestro paisaje. A Vallejo que llega a lo hondo del corazón del indio. A Clorinda Matto de Turner que en su múltiple obra de escritora representa espléndidamente bien diversas fases de la corriente peruanizante, en el drama, enfocando la conquista; en la novela, el problema indígena y la vida aldeana de los mestizos; en las tradiciones, el pasado.
Tiene valor múltiple dentro de la historia de nuestra literatura, y será aun cuando pase la corriente indigenista, reemplazada por un arte que exprese la corriente peruanizante definida, una figura sólida dentro de los anales de nuestras letras como lo es la autora de la “Cabaña del Tío Tom.”.
Estudios posteriores demuestran que Clorinda nació en el Cusco, el 11 de noviembre de 1852. (Nota del compilador)
(2) La mayoría de las fuentes indican que fue en 1871 (27 de julio). (Notas del Compilador)
13.-CLORINDA MATTO Y LA REACCION DE SU TIEMPO.
Por Edgardo Díaz Pezo.
(“MUNDO LIBRE” N° 11 Cuzco 12 de Setiembre de 1948)
Hace 58 años el 11 de setiembre de 1890, doña Clorinda Matto de Turner era quemada en efigie en la Plaza Mayor del Cuzco, juntamente con nueve ejemplares del PERU ILUSTRADO, revista que dirigía en Lima.
El motivo: un artículo firmado por el ilustre poeta brasileño Coelho Netto, glosando la pecadora vida de la Magdala convertida en virtuosa mujer por la dulce influencia del Nazareno. Cincuentiocho años que han servido para levantar sobre el polvo de tanta miseria humana la figura preclara de la insigne autora de AVES SIN NIDO…
La procesión, cantando letanías mayores, mientras el lúgubre tañido de las campanas, acompasaba las densas humaredas que se levantara de la pira formada en atrio de la catedral hizo alto para quemar la obra de una mujer, que con solo su nombre le ha dado rúbrica al informe conglomerando del cual apenas queda el recuerdo, pergeñando en las cuartillas de un folletico de la propaganda Católica.
Pero sí, el olvido ha lanzado hacia el polvo de las cosas muertas, venerables estampas de hombres y mujeres ferozmente teñidos por el sectarismo religioso, de esas mismas páginas lacerantes como una herida abierta en el costado del Nazareno, brotan las voces tremantes de ultraje lanzadas en torno a Clorinda Matto de Turner, la mujer que todo arriesgó en defensa del indio, de aquella raza por la que pidió; ¡salvad, redimid a la raza indígena del poder del mal cura, del cacique y del alcalde!… He aquí las frases con que las mujeres de su tiempo, damas de linajuda estirpe y buenas señoras fabricantes de mermeladas y chocolates, escarnecieron a la ilustre cuzqueña:
“Señora, vuestro nombre llevado ayer en alas de la fama al templo de la gloria, es hoy el objeto de la execración de todos, y, particularmente, de las que pertenecemos a vuestro sexo…
“Señora, no volváis a esta ciudad que tuvo la DESGRACIA DE DAROS EL SER. No volváis, porque tendríamos el dolor de maldeciros. De hoy en adelante, tenéis un lugar allá muy lejos… En el Oriente… Vos sabéis donde… No volváis Señora, porque vuestro nombre ha desaparecido de entre nosotros. Ayer, fue ignominiosamente quemado ante el pueblo apiñado que pedía, se convirtiera en cenizas vuestra efigie… Adiós señora, vuestro nombre queda cubierto de eterno oprobio….
La respuesta: Clorinda Matto a la manera del Nazareno, desde la olímpica altura de su dolor, les lanzó un piadoso “os perdono….”
A LOS 58 AÑOS de su afrenta no es justo, no es elegante que el nombre de la atea, de la hereje presida el título de una asociación de damas cristianas. No es lógico que las herederas de nombres linajudos, hayan buscado para el frontispicio de su sociedad el nombre odiado y escarnecido… Clorinda Matto de Turner, debe ser el nombre de un parque, donde retocen bandadas de niños, con sus alegrías y sus travesuras… Clorinda Matto de Turner, debe ser el lema de una severa Institución de Artes y Letras… El nombre querido, que paseó triunfales las exquisiteces de su pluma por dos continentes, siempre ceñida de gloria, pertenece al pueblo, al grupo de milicianas que tienen por delante la tremenda obra de liberación del indio, nuestro hermano menor…
14.- PAISAJE I OBRA MUJER E HISTORIA: CLORINDA MATTO DE TURNER
(Fragmento de la obra de este título)
Por Manuel E, Cuadros
MUJER
Clorinda Grimanesa Martina Matto, nació con todos los encantos físicos e intelectuales. Desde sus primeros años ya revelaba lo que iba a ser más tarde. Criada en el campo, después de recibir los aires puros y fríos cuzqueños desarrolló admirablemente.
Alta, esbelta, de un color mate, más bien blanca que morena, de rubios cabellos adornados de deliciosas guedejas, sus ojos eran azules, con el azul de los cielos serranos y con la dulzura de los lagos andinos.
Tenía todos los encantos de la juventud, un talento notable y una educación esmerada -dice Abelardo Gamarra-.
Sus primeros años los deslizó en la Hacienda Paullo Chico en donde la encontramos metida en el paisaje exultante de esa quebrada calqueña maravillosa. Era traviesa y parecía un muchachito, cuando jugaba con sus hermanos y con los chiquillos del Ayllo cercano.
José María Montes Arregui de. 84 años, nacido y vecino, del Ayllo de Paullo-Ccollana, nos cuenta que conoció a la “Niña Clorinda” muy niña, tendría, seguramente, unos siete años o menos, hasta la edad de 14 o 15 en que salió definitivamente de allí. Era de carácter varonil y dominaba a sus hermanos menores David y Daniel. Ella era quien dirigía los juegos infantiles. Amable con los suyos y en especial con los tiernos indiecillos, bebía, todas las mañanas, leche al pie de la vaca, en una humilde chocita que todavía se conserva de propiedad de Carlos Huamanga. Nos mostraron 1os “hincos”, poros de los valles calientes en los que compartía la leche con los suyos y con los extraños.
Una de las amigas de aquella época, la señora Susana Pinedo, en una carta íntima describe pintorescamente la sicología y el modo de ser de Clorinda, en aquellos años. Dice así:
“Clorinda era locuaz, franca, comunicativo, le entusiasmaban las profesiones varoniles, especialmente fingirse en sus juegos, el ser subprefecto, y tomaba tan decididamente su papel, que diariamente hacía llegar a mis manos, oficios, pues ella me calificaba de su gobernadora, y como tal, me hacía tomar parte en sus afanes administrativos, tales como proyectos de construcción de caminos, recta administración de justicia, implantación de disciplina social. A veces, como para dar más sello a sus juegos de varón, se ponía bigotes, tongo y bastón, y era entonces, un ejemplar gallardo, de una autoridad adolescente, iluminada por el candor del ensueño, y de ideales, que recién germinaban en su cerebro como una promesa segura de una futura gloria”.
Más tarde Clorinda Matto adquiere un aire señorial y distinguido que la hace personalísima en su trato, su educación y su peculiar manera de vestir.
Si en sus primeros años se consagró por entero a su adorada madre que murió muy temprano, luego lo hizo con sus menores hermanos a quienes prodigó su exquisita alma de mujer y de segunda madre. Después y, entroncado, por un azar del destino y en circunstancias asaz especiales -como su conocimiento con el caballero inglés D. José Turner- quien se prendó de ella en una misa del Templo de La Merced un día, domingo, lo acompañó y lo alentó en el “destierro de Tinta”, hasta que murió y entonces fue cuando su temple y su carácter admirable de mujer serrana se dio a conocer en toda su amplitud. Luchó sola por restablecer la hacienda un tanto desquiciada, salió, luego con el libro por escudo y la pluma por espada y luchó y triunfó en Arequipa, en su propia tierra, en Lima y en Buenos Aires.
Tal a grandes rasgos la admirable, personalísima fisiognomía de Martina Grimanesa Clorinda Matto.
HISTORIA
Clorinda Matto nació en el Cuzco el 11 de Noviembre de 1852. Por mucho tiempo se creyó que Clorinda Matto había nacido en Paullo Chico, Hacienda situada en las inmediaciones del pueblo de Coya, cerca a Calca y había sido bautizada en Coya, suposición que, seguramente, se afincaba en la partida de bautizo, de una prima hermana suya Gabriela Matto Usandivares(1), hija de sus tíos D. Mariano Matto y Doña Guadalupe Usandivares, a quien la escritora quería mucho y la llamaba cariñosamente -como veremos- Guala. Partida de bautizo registrada en la Parroquia del Apóstol Santiago de Lamay, (Calca), cuya copia certificada es como sigue:
“Wilfredo Mujica Jerí, Presbítero Encargado del Apóstol Santiago de Lamay (Calca). Certifica: Que en uno de los libros de partidas bautismales de este archivo parroquias que corre de 1859 a 1876, en su página 141 existen una del tenor siguientes: “Gabriela Matto.— En esta Santa Iglesia semiparroquial de San Juan de Bautista de Coya, el día diez y ocho de marzo de mil ochocientos setenta y dos años, yo el infrascrito Cura Propio, bauticé solemnemente y puse óleo y crisma a una párvula y la nombré Gabriela, hija legítima del señor D. Mariano Matto y de D. Guadalupe Usandivares, blancos del lugar. Siendo madrina la Sra. D. Manuela Gárate y por su poder D. José Usandivares y para que conste lo firmo. Antonio García. (Firmado). Es conforme a su original a cuyo tenor se remite en caso necesario. Lamay, agosto 10 de 1847. M. Mujica Jerí. Un sello que dice Parroquia de Lamay y Coya”.
Más tarde en 1879 el año de la guerra, Clorinda Matto, ya casada con D. José Turner será madrina de otra prima hermana suya Esther Clorinda Matto, hija de los mismos tíos suyos, de acuerdo con la siguiente inscripción:
“En el Sagrario de esta Santa Iglesia Catedral a 29 de diciembre de 1879. El Sr. Vicario D. D. Luis Cosio bautizó solemnemente a una párvula del día llamándola Esther Clorinda hija legítima de D. Mariano Matto y de doña Guadalupe Usandivares, siendo padrino D. José Turner y Clorinda Matto de Turner. Doy fe. José, M. Governia”.
Fueron padres de Clorinda D. Ramón Matto y Torres y D. Grimanesa Concepción Usandivares, nieta del señor D. Juan José Usandivares natural de Salta de la República Argentina y de la señora D. Manuela Gárate de la más rancia aristocracia cuzqueña. El señor Usandivares colaboró, efectivamente al bienestar del Departamento del Cuzco y fue uno de los infatigables trabajadores de la Selva del Ccosñipata, en la provincia de Paucartambo, en la que, existieron valiosas y extensas haciendas. D. Ramón Matto, su padre fue hijo del literato y jurista Dr. D. Manuel T. Matto, Vocal de la Corte Superior de Justicia de este Departamento.
Fue bautizada en la Parroquia del Sagrario de esta ciudad del Cuzco el 30 de Diciembre de 1852 con el nombre de GRIMANESA MARTINA, habiendo sido su madrina la señora Doña María Lama y en representación y por poder de aquella la señora D. Petrona Cabrera, habiendo sido bautizada por el Cura Párroco Licenciado D. Tomás Velasco, según la Partida de Bautizo sentada en la Parroquia del Sagrario del Cuzco. Libro de Bautismos que corre del 19 de febrero de 1852 al 31 de diciembre de 1854. Foja N9 112. Hela aquí:
“Al margen. GRIMANESA MARTINA MATO. En el Sagrario de esta Legítima Santa Iglesia Catedral del Cuzco, en 30 de diciembre de mil ochocientos cincuentidos: Yo el infrascrito, Cura Rector exorcicé, bauticé solemnemente puse óleo y crisma a una párvula de un mes y diez y nueve días, la nombré GRIMANESA MARTlNA, hija legítima del S. D. D. Ramón Mato y de la S. D. Grimanesa Usandivares, fue su madrina la señora D. María Lama y por poder de ésta la señora D. Petrona Cabrera, quien fue advertida de sus deberes, lo que certifico. Ldo. Tomás Velasco. He aquí la certificación de la misma Partida:
“OSCAR PANTIGOZO, Vicario Cooperador del Sagrario CERTIFICA: que, en el Archivo de su cargo, existe un libro de Bautizos, que corre del año 1852 a la 54, en cuya página 112 hay una partida que, a la letra dice:
“GRIMANESA MARTINA MATO. Legma. En el Sagrario de esta Santa Iglesia Catedral del Cuzco en treinta de Diciembre de mil ochocientos cincuentidos: Yo el infrascrito Cura Rector exorcicé bauticé solemnemente puse Oleo Crisma a una párvula de un mes y diez y nueve días la nombre GRIMANESA MARTINA hija legítima de S. D. D. Ramón Mato y la S. D.Grimanesa Usandivares, fue su madrina la S. D. María Lama y por. poder de esta la S. D. Petrona Cabrera quien fue advertida de su de veras lo que certificó Ldo. Osmas. Velasco”. Así consta del citado libro. Cuzco, 6 de octubre de 1947. (Firmado). Oscar Pantigozo. V. Cooperador. Un sello que dice: “Parroquia del Sagrario Cuzco”.
NOTA.- Se ha conservado la ortografía y la escritura original.
En la misma parroquia figuran las partidas de sus menores hermanos Ramón Segundo Matto, Ramón Daniel Matto y Ramón Hermenegildo, siguiéndose la costumbre, como se ve, de que los varones conserven el nombre del padre y la mujer de la madre. Se aprecia también que el nombre de David fue cambiado, seguramente, más tarde, como sucedió con la propia Clorinda. He aquí los documentos:
“Parroquia del Sagrario del Cuzco.-Bautismos.- Desde el día 1° de febrero de 1852 hasta el día 31 de diciembre de 1854. - En el Sagrario de esta Santa Iglesia Catedral del Cuzco en 1° del mes de junio de mil ochocientos cincuenticuatro años, yo el infrascrito Cura Rector, exorcicé, Bauticé solemnemente puse óleo y crisma a una criatura del día y le nombré Ramón Segundo, hijo legítimo del D. D. Ramón Matto y Torres y de la Sra. D. Grimanesa Concepción Usandivares, siendo madrina la señora D. María Ana Centeno, a quien advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones que contrajo. I lo firmé. Licenciado Tomás Velasco”.
“En el Sagrario de esta Santa Iglesia Catedral del Cuzco, a ocho de noviembre de mil ochocientos cincuenta y cinco, yo el Cura Rector de Semana, bauticé solemnemente a una criatura del día nombrándola Ramón Daniel, hijo legítimo del señor D. Ramón Mato y de la señora D. Grimanesa Usandivares feligreses de esta ciudad. Padrino el señor Vicario Capitular de la Diócesis y Deán de la Santa Iglesia Catedral D. Manuel Casoza, instruidos en sus obligaciones y parentesco espiritual que contrajo de que certifico. José Mariano” (Apellido ilegible).
“En el Sagrario de esta Santa Iglesia Matriz del Cuzco a los diez y nueve días de abril de ochocientos cincuentiocho. Yo el Canónigo Rector interino puse óleo y crisma a un párvulo de cinco días a quien bauticé extra-fontana y en caso de necesidad, hijo legítimo del señor D. Ramón Matto y de la señorita Grimanesa Usandivares fieles de esta parroquia Matiz, fueron sus padrinos el señor Ramón Nadal y la señorita Doña Antonia Nadal de Garmendia que instruidas en el parentesco espiritual y demás obligaciones que contrajeron. Le puse por nombre al párvulo RAMON Hermenegildo David. I para su constancia lo firmo. Fray Pedro José Vizcarra”.
Clorinda Matto pasó sus primeros años en el Cuzco, su ciudad natal y la hacienda de sus padres Paullo-Chico, cuya historia tradicional y títulos es como sigue: En el año de 1650 la Santa Iglesia Catedral traspasa la Hacienda, al Monasterio de Santa Clara. En el año de 1798 el Convento de Santa Clara vende al señor D. Felipe de Umeres la referida hacienda. Poco después y en el mismo año, por una primera escritura D. Andrés Rendón compra la Hacienda Paullo Chiquito, llamada Paullo-Chico de D. Antonio Umeres y Fermín Urrutia en 3000 pesos, l000 pesos al contado y 2000 pesos en un censo renovado al Monasterio de Santa Clara. Manuel Plácido de Berriozabal, Oidor de esta Audiencia, redimió el censo de Santa Clara en favor de su hija Mercedes por los años de 1811, habiéndose suscitado un curioso pleito entre el tenedor de Mercedes y su padre que se fue a España. En 1838 y en 30 de Mayo D. A. Rendón deja en testamento, la referida Hacienda, a D. Ramón Torres y Matto. En 1844 Felipe de Umeres y Fermín Urrutia venden a María Josefa Benavides y Sotomayor, esposa de D. Andrés Rendón Gobernador de Calca la hacienda. En 188l D. Ramón Matto adjudica en anticipo de legítima a sus tres hijos del segundo matrimonio: Ángel Guillermo, Asunción Lizardo y María Salomé Matto, pues los hijos del primer matrimonio (vivos), que son Clorinda Grimanesa Martína, Ramón Segundo David y Ramón Daniel Matto, reciben en igual condición de anticipo de legítima la casa N. 255 de la Calle de San Juan de Dios. De 1910 a 1928 María Salomé Matto y esposo D. Leoncio Yábar reasumiendo acciones la poseyeron. En 30 de abril de 1935 María Matto de Yábar adjudica en anticipo de legítima a sus hijos: Angélica, Eliades, Hernando, Anselmo, Delio, Hermilia y Leoncío Yábar Matto y por último en 3 de Mayo de 1935 Anselmo Yábar Matto y esposa D. Esther Gálvez de Yábar y D. Mercedes Gálvez compran la Hacienda Paullo-Chico de los anteriores herederos, poseyéndola en la actualidad. Tal la historia y los títulos de la Hacienda, en la que, Clorinda Matto Usandivares deslizó su vida, en sus primeros años.
A los diez años Clorinda pierde a su buena madre D. Grimanesa Concepción Usandivares de Matto, entroncada por su alcurnia de espíritu con lo mejor de la nobleza cuzqueña. “La Azucena de los Andes”, como era llamada muere el 22 de setiembre de 1862. D. Ramón Matto, su padre es hijo, como hemos visto ya, del magistrado y atildado escritor D. Manuel Torres Matto
Clorinda Matto hizo sus estudios en el Colegio de Nuestra Señora de Las Mercedes, actual Nacional de Educandas. En el libro de cuentas que corre del año de 1865 al de 1866 del referido Colegio, figura Clorinda Matto, en el año de 1865 como alumna gratuita, es decir becaria por la provincia de Acomayo.
Desgraciadamente no existe en los actuales archivos de este colegio ningún otro libro que revele la matrícula o algún otro dato interesante sobre los estudios de la escritora, salvo las actas de examen que siguen:
“Actas de Exámenes. Tomo 1°.- 1865-1876”.- “Teniendo a la vista la atribución 9a. del art. 17 del Reglamento de 9 de Noviembre de 1864, después de foliado con letras y rubricada cada hoja por la Sra. Directora del Colegio D. Antonina Pérez. Se abre este libro de actuaciones literarias con ciento treinta y siete fojas a cargo de la Subdirectora Gertrudis Araujo desde la fecha que a continuación se expresa firmando la señora Directora, Profesoras y Subdirectora del Colegio de Educandas del Cuzco a veinte y siete de Octubre de mil ochocientos sesenta y cinco. Antonina Pérez. Prof. de Religión y Moral Cristiana. Manuela Jesús Tejada, Profesora de Música. Elena Benavides Prof. de Aritmética. María Josefa Valcárcel Prof. de Costura. Manuela Rebollar, Profesora de Gramática M. Grimanesa Jiménez. Profesora de Geometría María Trinidad Enríquez Sub Directora Gertrudis Araujo”.
“Cuatro.- Partida 4a. En el General del Colegio de Educandas del Cuzco a 29 de octubre de 1865: ante la Sra. Directora, Profesoras y alumnas. Se presentaron a examen privado de Urbanidad, presididas por su profesora Gertrudis Araujo las alumnas: María Concepción Pérez Pacheco, Gertrudis Guevara, Petrona Mogrovejo, Ángela Ugarte, Leandra Pareja, Fidelia Pineda, Irene Yábar, CLORINDA MATTO, Justina Tagle, Isabel Suárez, Úrsula Castro, Carlota Silva, M. Carmen Miranda, M. Diomira Abarca, Teresa Arellano, M. Visitación Yábar, Luciana Pareja con arreglo al programa de fojas seis del respectivo libro y habiendo sido examinadas por las S. S. Profesoras D. Elena Benavides, D. M. Jesús Tejada y D. M. Josefa Valcárcel fueron aprobadas por unanimidad firmándola para su constancia las examinadoras y Profesora Elena Benavides, María Josefa Valcárcel. Manuela Jesús Tejada. Gertrudis Araujo”.
A los 16 años o sea en 1868 dejó el Colegio y se dedicó, por entero a la vida de hogar. Su dedicación a su padre y a sus menores hermanos: Daniel y David fue proverbial.
El 27 de julio de 1871 o cuando tenía 19 años se casa con el caballero inglés D. José Turner y se marcha al desierto de Tinta. Fue en aquel paraje y en aquella época cuando realmente se despertó su innata vocación de escritora y aunque sus primeros ensayos fueron poéticos, podemos decir, sin mayor importancia, pronto encuentra su verdadero camino: la reivindicación de la mujer y del indígena. Su primer artículo versó sobre este interesante tema, procurando emancipar a la mujer de sus primeras preocupaciones, y hacerle comprender su verdadero e importante papel dentro de la sociedad en que vive. Los primigenios artículos no los firma con su nombre, sino con seudónimos, como: Mary, Rosario, Lucrecia, Betsabé y Adelfa. Recuerda entonces sus primeros años de escuela con sus maestras como Antonina Pérez. El Heraldo, el Ferrocarril, El Rodadero, El Eco de los Andes, El Mercurio, publicaron, sus artículos desde cuando la escritora apenas tenía 13 años. En el mes de abril de 1876 funda y dirige El Recreo, cuya aparición fue cordialmente comentada por los diarios de entonces. En aquel tiempo fue cuando comenzó a escribir sus Tradiciones que iban a ser publicadas, algunas, por el Times de Londres. Sus Tradiciones cobran fama en América y muchos diarios del Continente las publican, especialmente las tituladas: “Lo Que Costó un Recibimiento”, “Vaya un Decreto”, “Testigos Sin Tacha”, etc.
El Dr. Sánchez Díaz, Fiscal de la Corte de Huaraz, como un homenaje a la escritora cuzqueña ha publicado dos colecciones de sus escritos con los títulos de “Hojas de un Libro y Cusicoillor”. Los diarios de esos años: “El Correo del Perú”, “La Ondina de Plata”, “El Porvenir”, “El Obrero”, “La Cartilla Popular”, “La Autonomía”, “ La Ley”, “El Álbum” y “La Bolsa” se disputaban la publicación de sus escritos.
En 1877 y cuando su fama de escritora había trascendido las modestas etapas provincianas, a los 25 años, visita Lima, siendo recibida como escritora ya consagrada. El Diario: El Nacional” de aquel tiempo decía lo siguiente:
“La que en la antigua capital del Perú, ha enarbolado las banderas del arte, llamados en torno suyo a todas aquellas personas que anhelan el progreso del País, ha sido agasajada con todo el lujo literario, perdonándose la frase, que su rango entre los escritores reclamaba”.
“Llona, Palma. Rossel, Villarán, Martínez, Izquierdo y otros muchos escritores distinguidos y jóvenes, amantes de las letras la han celebrado anoche, y entre las señoras desde Juana Manuela Gorriti, hasta la festiva Mercedes Eléspuru; desde la elegante y correcta Mercedes Cabello de Carbonera, hasta la pluma maestra de Manuela Villarán; todas en fraternal unión ofrecieron a la tradicionista elegantísimo ramillete de las flores más delicadas que la pluma produjera. Sería cosa de nunca acabar, hacer el relato ordenado y sucinto de la velada: ni aún podemos recordar a todos los que anoche leyeron algo. A las Sras. Gorriti, Cabello, Eléspuru y Carbonell, fue a quienes pudimos escuchar. Llona, Palma, Rossel, Villarán, Martínez, Izquierdo, Eléspuru, Segura, Fraguela, Seguín Alberto, Sánchez; he ahí los únicos a quienes pudimos oír. Se ejecutaron dos piezas nuevas dedicadas a la notable escritora cuzqueña y debidas a la inspiración de uno de nuestros jóvenes distinguidos”.
En “Relatos Limeños”, una edición de la Corporación Nacional de Turismo, original de Augusto Tamayo Vargas y de la tercera parte: “Veladas Literarias” en el siglo XIX, encontramos los párrafos que transcribimos, los mismos que se refieren a nuestra escritora Clorinda Matto de Turner:
“Las veladas literarias de Juana Manuela Gorriti se realizaron en la casa de tipo colonial que habitaba aquella en la esquina de las calles Urrutia y Pilitricas. La entrada principal estaba asignada con el número 188 de la calle Urrutia y la puerta falsa daba a la otra calle lateral ya señalada y era por donde se retiraban los concurrentes a muy avanzadas horas de la noche. El barrio tenía el encanto de la Iglesia de Jesús y María, de espléndidos altares barrocos y el bullicio de la estación de San Juan de Dios, por donde hoy está nuestra Plaza de San Martín. “La veladas se celebraba quincenalmente -dice Angélica Palma-; la imaginación, en caprichosa alianza con el vago recuerdo de relatos oídos en la niñez les da por escenario una sala espaciosa de ésas de antiguo caserón de Lima, con muros sólidos y elevado techo; quizá a cada lado de la puerta de entrada habría una ventana de labrada reja con ancho y bajo alféizar como para brindar asiento a alguna pareja deseosa de aislamiento; a caso las mamparas tendrían cristales de colores, cortados en trozos de regular tamaño y caprichosa geometría; colocado al centro de una de las paredes un Erard o un Pleyel mostraría su teclado marfileño; en la fronteriza, dos espejos de marco dorado parecían casi apoyados en sendas consolas de jaspeado mármol y patas curvas; la alfombra sería enteriza y floreada; sofás y sillones de los de medallón, con respaldos y brazos protegidos por adornos tejidos a croché; y no faltaría la indispensable mesa de centro, rodeada de silletitas ligeras y soportando en su tablero el peso de un álbum enconchado repleto de retratos, en los que se vería infaliblemente a la Reina Victoria y a la Emperatriz Eugenia, y el más leve de un jarroncillo con esbeltas varas cuajadas de margaritas intensamente aromosas.
El 28 de febrero de 1877 fue coronada Clorinda Matto de Turner, cuando sólo tenía 22 años de edad (tenía 25, ya que no nació en 1854 sino en 1852, como ya hemos visto) estando de visita en Lima en compañía de su esposo. La reseña de esta velada consta en el comentario que Abelardo Gamarra hiciera de la personalidad de la escritora cuzqueña. Veinte señoras y treinta caballeros rindieron, en esa ocasión, tributo especial a la entonces novel escritora y tradicionista. La literatura y la música son -en estas veladas- de tendencia universal, pese al empeño americanista o nacionalista que animaba a los contertulios. Los problemas planteados responden a situaciones generales: ya el papel de la mujer en la sociedad moderna; ya las bases filosóficas del nuevo momento cultural del occidente; ya las poesías en agudas manifestaciones románticas, personalistas, con desconocimiento de la fuerza persuasiva del ambiente o de la comunidad, con las excepciones de alguna tradición de Palma o de algún recuerdo humorístico de Villarán. Madame Stael es la figura requerida por todas, y cada una de las animadoras, de este movimiento cultural. Waber es el horizonte musical; y en el plano filosófico se habla ya de algunos aspectos del socialismo Corresponde todo ese movimiento a una estación que podríamos llamar poética, en que puede apreciarse curiosidad por la oratoria y la filosofía. Entre estas veladas del 76 y las del 78, se presentan acontecimientos vitales que apuntalan la ideología del “progreso”, y que rubrican las tendencias, positivistas. En 1873 se inventan el telégrafo y la luz eléctrica y en 1878 se ensaya por primera vez el fonógrafo de Edison. En tanto, mientras que aquellas invenciones van a alterar el ritmo de la vida, las calles empedradas de Lima supieron del dolor de la ocupación y los “petimetres” de una capital almidonada, según se decía siempre tomaban el fusil y recorrían los valles serranos y las primeras marañas de la selva. Se formó entonces una “aspiración nacional” por sobre los muchos desaciertos. Las corrientes literarias, de Europa favorecieron,, además, el estudio de nuestra realidad. Clorinda Matto había venido realizando una interesante labor de recolección de tradiciones y motivos del Cuzco, dentro de la tendencia de Palma pero con deseo de estructurar un elemento para, nuestra cultura autóctona. Sin desconocer los centros europeos, con refinamiento occidentalista, Clorinda Matto oteaba, en particular, lo indígena y lo mestizo, llegando a producir “Aves sin Nido”, en la misma época que Mercedes Cabello completaba con “Blanca Sol” y “El Conspirador” sus estampas de sociedad criolla. Es Clorinda Matto la que reúne en su casa a los intelectuales de nuestra post- guerra, para que, apartándose de enconadas y nada fructíferas luchas intestinas, organicen un plan declaración cultural del país. Corresponde aquello a la, insurgencia del grupo radical y a la publicación del “Perú Ilustrado”. Desde el escenario del “Politeama” González Prada ofrece conferencias de divulgación doctrinaria, política y literaria.
El ambiente ha cambiado en forma ostensible. No es ya Lima la que se conduele por el ascenso del elemento mestizo, y ha cobrado verdadero tono “republicano”. El fervor popular toma cuerpo y el intelectual abandona las meras especulaciones para dedicarse directamente a la crítica y a la observación del medio. Las veladas de la Matto corresponden a un ciclo de combate literario de cuento nuestro -con la figura cachazona de “El Tunante”- y de inquietud por encontrar la novela peruana. Las figuras femeninas se inclinan decididamente por este género literario. Mercedes Cabello de Carbonera laureada con “Sacrificio y Recompensa” ofrece otras muchas producciones; Teresa González de Fanning publica “Regina”, la propia Clorinda Matto “Aves sin Nido” y también se dedica a novelar: María Nieves de Bustamante, autora de “Jorge o el Hijo del Pueblo”, Amalia Puga de Losada y Juana Rosa Amézaga. Dentro de las corrientes realistas aquellas novelas tendían a divagar y a presentar “ideas”, no personajes, pero sus múltiples defectos no obstan para que se precise aquel momento como del insurgencia de la novela peruana.
Cuando Clorinda Matto se instaló definitivamente en Lima en 1887, la actividad literaria se desarrollaba en el “Ateneo de Lima”, fundado en 1885 y que contaba entre otros con las figuras de Eugenio Larrabure y Unánue, de Ricardo Rossel, de Manuel González Prada; en el “Círculo Literario” fundado en 1886 y más tarde eje de la acción radical, mantenido por la actividad de Luis Enrique Márquez, de Carlos Rey de Castro, de Pablo Patrón, de Carlos Amézaga etc. Una Revista de excepcional importancia cultural “El Perú Ilustrado”, se había fundado el 14 de mayo de ese año de 1887, teniendo como principal redactor literario en un principio a Abel de la E. Delgado; asumiendo su dirección el 5 de octubre la propia Clorinda Matto. Hay una intensa relación entre “El Perú Ilustrado” y las veladas literarias de entonces. Estas fueron continuación de aquella publicación y a la vez la revista sirvió para difundir la obra que se venía realizando en las tertulias del Jirón Cailloma. En esta vez, el lugar de las citas era una casa de la calle de Calonge, a la vuelta de la Plazuela del Teatro, signada con el número 58. El salón se iba recargando con los postreros años del siglo XIX y ostentaba diversos motivos indígenas recogidos por Clorinda Matto ya en el pueblecito de Tinta, ya en el propio Cuzco. Se puede apreciar los contornos de una de estas reuniones en “Leyendas y Recortes” de la propia escritora cuzqueña.
Las veladas se iniciaron en noviembre de 1887. El 2 de junio de 1888, se realizó una especial tertulia para rendir, tributo a la poetisa Lastenia Larriva de Llona, interviniendo Ricardo Palma, los Amézaga, Rey de Castro, Teobaldo Corpancho, Alberto Ureta, y a través de una carta, Mercedes Cabello; Clorinda Matto leyó, en esa ocasión, su leyenda “Las Dos Partidas”, que apareció luego en “El Perú Ilustrado”, el 23 de junio de 1888. En la velada del 3 de setiembre se exhibieron tres cuadros del pintor Nicolás Palas:, “San Francisco de Paula”, “Francisco Pizarro” y “Ricardo Palma”, que fueron como tres expresiones de limeñidad. El 17 de noviembre de ese año de 1888 se realizó la velada de celebración del aniversario de estas reuniones, dedicándola a Juana Manuela Gorriti, en recuerdo de su acción cultural en nuestro país y por haber auspiciado las veladas literarias. En otra de estas sesiones, que se diluyeron en el año de l889, Clorinda Matto trazó su boceto de José Domingo Choquehuanca, aquel orador indio que redondeara en una frase la gloria de Bolívar con la sombra del sol. Hay otra reunión de indudable colorido anecdótico; se unieron en ella los tres nombres más importantes de la novela femenina en el Perú: Angélica Palma, muy niña recita unos versos de Mercedes Cabello sobre “La Mujer Escritora”, mientras preside la fiesta Clorinda Matto. El tradicionista detrás de sus típicos lentes reía placentero del precoz éxito de su hija. Las veladas literarias tuvieron, pues, en el siglo pasado, dos caminos diferentes dentro de un similar nacimiento. Adoptaron las tertulias tipo francés y las acomodaron a las reuniones clásicas de la América Hispana. Sirvieron ambas para que la mujer peruana, encauzara su actividad literaria dentro de una formalidad que no, era exótica. Se cumplía la costumbre de “puertas adentro”, pero se esgrimía en el salón el arma intelectual. Las veladas de Juana Manuela Gorriti nos hablan de las luchas de mera doctrina entre conservadores y liberales, de la formación de una “nobleza republicana”, que no desdice los blasones coloniales. Las veladas de Clorinda Matto de Turner trajeron, en primer término, la representación de una, nación, que no era sólo Lima, si no que la constituían las muchísimas poblaciones costeñas y serranas, desparramadas en los arenales y en las cumbres y valles cordilleranos; así como los miles de kilómetros unidos por propiedades de hacendados aventureros, por comunidades indígenas, por tamberos de barba larga y por bosques de ignoradas riquezas. Junto a esa visión, las reuniones en la casa de Clorinda Matto, trajeron la respuesta al crecimiento del espíritu popular que culminó en las jornadas del 95. Y mujeres representativas de Lima, de Cajamarca, de Cuzco, de Arequipa, de Moquegua, aprendieron el estilo de Flaubert, la pasión de Stendhal, el estudio de la generación en Zola y el moderado realismo de Fernán Caballero, para iniciar una efectiva cruzada de literatura peruana en su más íntimo sentido”
He ahí el comentario del conocido diario de esa época. Un crítico suyo la retrata así: “Clorinda, en la época que nos ocupa, joven todavía, es bella, alta de correctas formas. Su tez, ligeramente tostada por los aires de la sierra, contrasta con el rubio de sus cabellos. Su frente espaciosa y elevada, revela las concepciones de su imaginación y la nobleza de sus sentimientos. Modesta por naturaleza, de corazón sencillo y de fácil palabra, siendo ésta llena de chiste y de gracia, se hace amar de cuantos la conocen. A ella debió el Cuzco la realización de veladas literarias; y sus compatriotas le ofrecieron una tarjeta de oro....
Clorinda Matto escribió también bajo el seudónimo de Carlota Dimont, artículos de fondo publicados por los diarios nacionales y extranjeros. Muchas sociedades culturales, literarias y aún científicas la incorporaron en su seno y llegó a ser muy conocida en América.
Su matrimonio duró pocos años y viuda, tempranamente, a los 27 años de edad, se dedica a levantar su quebrantada hacienda en el mismo Tinta. Trabajando sola y esforzadamente, dirigiendo e implantando, personalmente, sus trabajos. Llevando su propia contabilidad. Más pronto se convenció de que su carrera estaba fuera de aquel pueblo y de aquella modalidad y marchó, valiente y decididamente a Arequipa en donde ingresó como Jefe de Redacción a “La Bolsa” conocido y prestigioso periódico. “La Opinión Nacional”, emite un juicio halagador y certero sobre la personalidad de Clorinda Matto de Turner, con este motivo.
“Una poderosa inteligencia femenina brilla hoy cual meteoro, en las filas del periodismo nacional. “La Bolsa” de Arequipa es el mensajero que trae frecuentemente a la capital de la república, el esfuerzo creador e inteligente de una ilustre señora, levantada personificación de cuanto grande y virtuoso es capaz de ofrecer el corazón de la mujer peruana. Hacienda, comercio, educación, agricultura, inmigración, prensa, vías de comunicación; todo cuanto puede ser comprendido dentro de la esfera inmensa del saber humano, aparece tratado por la señora Matto de Turner con la lucidez e ilustración que pudiera esperarse de esos grandes voceros de la opinión encanecidos por las duras faenas del diarismo. Mil veces, desde el silencio de nuestro escritorio, hemos pagado nuestros tributo de admiración ante los destellos de esa inteligencia poderosa en donde no hemos sabido qué admirar, si el patriotismo enardecido por el fuego de la virtud o la luz de la idea que brota a raudales de aquel cerebro privilegiado. La señora Clorinda Matto de Turner es ya no sólo la florida escritora del Misti; es el adalid, que sigue sin detenerse explorando los nuevos horizontes que pueden ofrecerse al porvenir de la mujer peruana, Qué tenga imitadoras!
Abelardo Gamarra, El Tunante afirma que por aquel tiempo Clorinda Matto de Turner tenía la intención de viajar a Bolivia a fundar un colegio. Magnífica idea que, seguramente, no llegó a cristalizar.
El 25 de abril de 1895 se aleja Clorinda de su Patria, saliendo de Lima donde había continuado su importante labor literaria y diarística, política, como ya lo hemos visto en su obra, sale de su Patria amada para no volver más. Reside en la Argentina a donde llega el 15 de mayo de 1895.
En Buenos Aires es muy bien recibida, su fama y su nombre ya habían llegado hasta la gran capital. Los intelectuales, damas y caballeros la acogen fraternalmente y los diarios la saludan como una de las mujeres peruanas de avanzada. Trabaja entonces para los diarios bonaerenses: La Nación, La Prensa, La Ondina de Plata, La Alborada, El Álbum, reciben sus colaboraciones.
Funda la Revista Bimensual “El Búcaro Americano”, esta revista con las características de las nuevas publicaciones alentaba los propósitos del Consejo Nacional de Mujeres de la República Argentina y de la Asociación Nacional “Pro-Patria”. Publicó siempre lo mejor del pensamiento femenino de la época y mantenía socias corresponsales en todas las principales capitales americanas y en Nueva York y Londres.
En esta época ejerció el profesorado en la Escuela Comercial de Mujeres y en la Escuela Normal de Buenos Aires. Su labor de conferenciante y de escritora es incansable. Artículos en los mejores diarios y revistas, conferencias en todos los círculos intelectuales, especialmente, en la Unión libero Americana, destacando siempre el valor de la gran patria ausente, sus valores y sus grandes posibilidades. Su actual progreso, sus riquezas, sus hombres.
En el Ateneo de Buenos Aires, sostiene una brillante conferencia que es una verdadera apología de la mujer nueva y renovada, la titula: “Las Obreras del Pensamiento” era el 14 de setiembre de 1895"
He aquí algunas de sus frases que merecerían ser esculpidas en bronce y mármol en todos los centros de educación femenina, para ejemplo y escuela de nuestras mujeres actuales: ”La redención de toda esclavitud, el triunfo de toda idea grandiosa, han necesitado de sangre, como si el licor de la vida del hombre fuera el abono que las fructificara. Sólo la causa de la ilustración de la mujer, no ha necesitado de otra cosa, que paciencia, con el heroísmo del silencio, y después, audacia, sobre el pedestal de la perseverancia”
Visita Europa para donde sale un 27 de mayo de 1908. Su viaje y sus visitas a varios países del Viejo Continente han sido glosados en la sección de su Obra.
Clorinda muere el 25 de Octubre de l909. Tenía casi justamente 57 años de edad.
Publicamos a continuación la copia de la última, delicada y serena carta que Clorinda dirige a su tía Doña Guadalupe Usandivares de Matto, desde Buenos Aires y justamente cinco días antes de morir de una pleuresía. La escritora cuzqueña ya sentía el virus fatal de la muerte cuando dice: “Yo no puedo decirte que voy bien. He pasado un invierno doloroso”.
Hela aquí: (Fotograbado N° 3).
Buenos Aires, Octubre 20 de 1909. Sra. Guadalupe U. de Matto.- Cuzco.- Querida Guala:
Hace tanto tiempo que nada sé de ustedes. Me consuelo pensando que por haberse prolongado la estadía en Urubamba no tendré cartas. Dios quiera que todos gocen de salud. Yo no puedo decirte que yo voy bien. He pasado un invierno doloroso y ahora mis médicos dicen que necesito operarme de un tumor, interno en el vientre. Esta tarde iré a un Sanatorio donde asiste una de las grandes entidades médicas de este país que es el Dr. José M. Caballero y quedo, pues, confiada al resultado de la operación. Me ven tres médicos y todos opinan por la necesidad de operación con toda probabilidad de éxito satisfactorio. Pero, como la única cosa segura que tiene la vida es la muerte, yo no dejo de ponerme en ese caso y te escribo la presente horas antes de marchar al “Sanatorio Carrasco” para decirte que en estos momentos tristes pienso en ustedes con toda mi alma. Si llegase el caso fatal que aún no espero porque estoy fuerte, mis amigas las señoras Isolina S. de Centeno, Aurora del Campo o Srta. Rosa Scorza te escribirán comunicándote el tenor de mis disposiciones que las he dejado en Testamento cerrado.
No vayas a ponerte afligida por esto. Yo sólo prevengo las cosas por estar sola y lejos de la patria. No preveo nada de peligro porque cada día se hacen estas operaciones aquí.
Mil saludos y cariños a mis primos y primas y un abrazo de tu sobrina.
Clorinda.
Te diré que estoy rodeada de todas las amigas, con toda clase de facilidades para mi buena asistencia, que voy al primer sanatorio de la ciudad, y que, Dios mediante de nada careceré.
Otro abrazo.
Antes de morir deja un meditado testamento muestra de su clara inteligencia, de su orden y admirable corazón. No olvida a nadie de su familia y dispone que de la venta de su libro, “Viaje de Recreo”, se aplique, una parte, para dotar completamente a la criatura mujercita, que ingrese en la Cuna de los Huérfanos el día de su fallecimiento, 25 de octubre de 1909 y otra parte sea enviada al Cuzco para aplicarla al Hospital dé Mujeres de su ciudad natal.
En 1924, el 27 de julio, por pedido del Congreso y autorización del Supremo Gobierno, sus restos son repatriados y llegan, precisamente, en fecha de tan patriótico recogimiento, parece que Clorinda Matto, patriota y creyente firme y convencida, hubiera querido llegar y descansar en la Patria amada el día que tanto recordó en el ostracismo, voluntario en que se colocó personalmente. Seguramente que los labios de su alma decían al llegar al dulce lar patrio: “I no os diré más porque, al labio enmudece, cuando el corazón está lleno de grandes emociones. Salve, próceres y padres de la Patria !.... Gloria a los héroes de la Independencia Americana ....!”
He aquí los comentarios de los diarios de aquella época con motivo de la llegada de sus restos:
De “La Prensa” de Lima, miércoles 26 de noviembre de 1924.
Documentos relacionados con la exhumación en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, y entrega de aquellos para su traslación a Lima.
“Como se conoce, mañana deben llegar a esta capital los restos de la escritora peruana Clorinda Matto de Turner, fallecida en Buenos Aires, el 25 de octubre de 1909. Se relacionan con la exhumación de los restos y entrega de éstos para su traslación a Lima, los siguientes documentos:
Un sello de la Contaduría General de la Municipalidad de la Capital.- Archivo del Registro Civil.- Certificado de Defunción.- República Argentina.- Municipalidad de la Capital.- Año 1923-1924. Un sello de la Municipalidad de 1924. A los efectos de lo dispuesto en el artículo 104 del código certifico que en el tomo 2° de los libros de defunciones de la sección 14 del año 1909 bajo el N° 611, se encuentra inscrita con todas las formalidades que prescriben los artículos 74 y concordantes de la ley 1565, la partida de defunción de Clorínda Matto.... ocurrida el día veinte y cinco del mes de octubre del año mil novecientos nueve a 1as cinco y veinte, horas. Nacionalidad-Peruana; Sexo Femenino, Edad-Cincuenta y cuatro años Estado: Vda. de Turner; Profesión ... Domicilio-Suipacha N° 74. Causa de la defunción: Congestión Pulmonar. Nombre de los padres de la fallecida: Ramón Matto y Grimanesa Usandivares. Referencia sobre su testamento. Testó por acto público ante el Escribano Félix Reinoso. Doy fe que así resulta de la partida expresada de sus notas marginales y en mi carácter de Jefe del Archivo del Registro Civil, expido el presente certificado, a petición de parte interesada en Buenos Aires, a veinte y dos días del mes de setiembre del año de mil novecientos veinticuatro. Un sello del Archivo del Registro Civil. Rafael B. Terry. Un sello de la Secretaría de la Cámara de apelaciones en lo Civil de Buenos Aires. Certifico que D. Rafael B. Terry es Archivero General del Registro -Civil de la Capital y que la firma y rúbrica que anteceden son las que usa en todos sus actos. Buenos Aires, Octubre 23 de 1924. Jorge Suazo. Un sello de la Presidencia de la Cámara de Apelaciones en lo civil de Buenos Aires. El que suscribe, Presidente de la Excelentísima Cámara 1ª de apelaciones en lo civil de la Capital de la República, certifica que el D. Jorge Suazo es Secretario de esta Cámara, y que la atestación hecha por él está en debida forma. Buenos Aires, octubre, 24, de 1924. Julián S. Vera. Un sello de la Secretaría de Relaciones Exteriores y Culto, certifica que la firma que antecede y dice Julián B. Vera es auténtica. Buenos Aires, octubre 24 de 1924. Rafael Godoy, Jefe de la mesa de despacho, Informaciones y Ministerios. Un sello del Consulado General del Perú. Consulado General del Perú en la República Argentina. Visado en este Consulado. Buenos Aires, octubre 26 de 1924. Santiago Llosa Arguelles Cónsul General del Perú. N° de Orden 640.- N° de tarifa 59.- Derechos percibidos: gratis; Intendencia Municipal de la Capital.-
Buenos Aires, 26 de octubre de 1924.
Señor Intendente Municipal de Lima. (Rep. del Perú): Comunico al Sr. Intendente que por resolución recaída en el expediente N° 31694-C-024, se hace entrega a los Srs. Lázaro Costa e Hijo, domiciliados en la calle Rioja N° 280, del cadáver de Clorinda, Matto de Turner, de 54 años de edad, fallecida el 25 de octubre de 1909, exhumado de la bóveda de Antonio Lanfranco, ubicada en la sección E. G. N° 27 seps. 4, 5 y 6 para ser trasladada e inhumada en el Cementerio de esa Capital. Los interesados llenarán en esta Administración todos los requisitos de práctica. (Firmado) Oscar de las Carreras. Un sello: 0scar de la Carreras. Administrador del Cementerio del Norte. Un sello del Consulado General del Perú. Consulado General del Perú en la República Argentina. Visado en este Consulado, Buenos Aires, octubre 26 de 1924. Santiago Llosa Arguelles, Cónsul General del Perú. N° de Orden 641; N° de tarifa 59. Derechos percibidos. Gratis. Un sello de la República del Perú. Consulado General del Perú en la República Argentina
Acta de exhumación: Un sello del Consulado: En Buenos Aires, Capital de la República Argentina, a las ocho de la mañana del día veintiséis de octubre del año de mil novecientos veinticuatro, yo, Santiago Llosa Arguelles, Cónsul General del Perú me constituí en el Cementerio de la Recoleta, de esta Capital, a fin de dejar constancia oficial de la exhumación de los restos de D. Clorinda Matto de Turner, escritora peruana fallecida el 25 de octubre de 1909, que se hallaban enterrados en la tumba de la señora María Colman de Blanco. Verificada la exhumación, se constató que el ataúd estaba en mal estado, razón por la cual se procedió a trasladarlos a un nuevo ataúd. En seguida los restos fueron conducidos al muelle para ser embarcados en Montevideo con destino al Perú en el vapor inglés “Oropesa” por orden del Gobierno Peruano. Firman conmigo, como testigos instrumentales de este acto, de que doy fe, D. Julio Azpilcueta, Canciller del Consulado y D. Ricardo García Conde en el día, mes y año arriba expresados. (Firmado) Santiago Llosa A. Julio Azpilcueta, Canciller del Consulado y Don Ricardo García Conde. Un sello del Consulado.
Ante mí. Santiago Llosa Arguelles, Cónsul General del Perú.
De “El Tiempo” de Lima 30 de Noviembre de 1924".
“Hoy llegan los restos de la Señora Clorinda Matto de Turner. Programa organizado para su recepción: El siguiente es el programa organizado por la señora Zoila Aurora Cáceres, para acompañar los restos de la señora Clorinda Matto de Turner, que deben llegar en el vapor 0ropesa a las lo a. m. al muelle de guerra. Un convoy especial conducirá a todos los acompañantes de la Estación de Desamparados al Cementerio General de Lima, a las 11 a.m. Nómina de las sociedades femeninas adherentes: Comité Graduadas Universitarias; Federación Femenina Universitaria; Unión Patriótica Femenina; Liga de Maestras; Asociación Ex alumnas del Instituto Molinares; Liga Bondad y Cultura; Sociedad Labor Feminista; Sociedad Eugénica del Callao; Centro Social de Señoras de Matucana; Centro Deportivo de Señoritas; Sociedad Cultural Artística; Ex alumnas Liceo Santa Rosa; Comisión. Auxiliar de Señoras al Congreso Científico Americano. Orden de los discursos que se pronunciarán en el cementerio. Hará uso de la palabra en el Cementerio General de Lima;
1°.El Dr. Manuel Domingo González, Senador por el Cuzco;
2°.La señorita Doctora García Godos;
3°.El Sr. Dr. Víctor Criado y Tejada, en nombre del Ateneo de Lima; el señor Enrique Gamarra Hernández, a nombre del Partido Constitucional; 5° el señor Antonio Garland. En el Callao la Sociedad Eugénica recibirá los restos de la señora Matto de Turner en el muelle de guerra. En representación del feminismo peruano, hará uso de la palabra la señorita Julia Rosa B. Delaney y depositará una corona de flores. El coche siguiente al carro fúnebre será ocupado por la familia Matto, los representantes a Congreso, las presidentas de las sociedades femeninas y los oradores. El segundo coche, por los amigos y sociedades. El tercero, por las alumnas de los colegios Lima, noviembre 28, de 1924. Señorita Presidenta de la Sociedad
.... Muy agradecida por la espontánea adhesión de la Sociedad dignamente presidida por usted, para acompañar los restos de la notable escritora nacional Clorinda Matto de Turner, al Cementerio General, le hago presente que todas las sociedades femeninas se reunirán en la estación de Desamparados a las 11 a. m. del próximo domingo, 30.
No dudando de los sentimientos abnegados que ennoblecen a la mujer peruana espero que, tanto usted como las socias, no falten a tributar el último homenaje a la que supo honrar a sus compatriotas por sus altas cualidades cívicas y de talento. De Ud. atenta y S. A. Zoila Aurora Cáceres”.
De “El Tiempo” de Lima, 28 de noviembre de 1924. “La próxima llegada de los Restos de la señora Matto de Turner. Publicamos a continuación la carta que ha recibido la señora Zoila Aurora Cáceres, relacionada con la próxima recepción de los restos de la señora Matto de Turner. “Callao, a 10 de noviembre de 1924. Señora Zoila Aurora Cáceres. (Evangelina). Lima. Distinguida señora: la brillante idea surgida de usted, para que todas las peruanas en general, acudamos a recibir y honrar los restos de la insigne escritora Clorinda Matto de Turner, que pronto llegarán a nuestras playas, ha encontrado eco simpático en todos los corazones, siempre prontos a rendir justicia al mérito.... No dudo que, como a maestra y literata, todo el magisterio nacional le rinda el homenaje que le corresponde. Con tal fin, sírvase Ud. aceptar la adhesión de la Sociedad Eugénica Femenina del Callao que represento. De Usted, atenta y S. S. Julia Rosa B. de Delaney”.
De “El Sol” del Cuzco del 19 de octubre de 1924.- Repatriación de sus Restos.- Alguna vez, la representación cuzqueña se ha acordado de una de las más legítimas glorias con que cuenta el Cuzco y el país.- Nos referimos a un pedido formulado en la Cámara de Diputados para que el gobierno gestione la traslación de Buenos Aires a la Capital de la República, de los restos de la eximia literata cuzqueña, Clorinda Matto de Turner, para ser colocados en el mausoleo de la familia Matto en Lima. Clorinda Matto de Turner es cuzqueña, nacida en Tinta (como se ve este dato está equivocado, de acuerdo con los documentos, anteriormente citados), donde su familia tiene otro mausoleo; pero tratándose de una gloria nacional, como es la autora de “Aves sin Nido”, de “Recuerdos de Viaje” -debe ser: “Viaje de Recreo” - la directora de “El Recreo”, y de otros periódicos y revistas, exponentes de la cultura cuzqueña y nacional, más honrados estarán los restos de la autora de “Tradiciones Cuzqueñas”, en el suntuoso cementerio de Lima.- Nos complacemos de este, homenaje póstumo a la memoria de la insigne novelista, de la ilustrada periodista, de la polemista convincente, compañera de la no menos ilustre cuzqueña Trinidad Enríquez, de Juana Manuela Gorriti, Mercedes Cabello de Carbonera y de otras intelectuales que honraron el Cuzco y el Perú entero, en la república de las letras. - Sin duda que el gobierno se apresurará a acceder al pedido parlamentario de que hacemos mérito y los restos de nuestra ilustre paisana, Clorinda Matto de Turner, serán repatriados, a fin de que reposen en la Patria, no ya en el suelo extranjero, aunque amigo, como la Argentina”.
Como un merecido homenaje la Sociedad Pro Cultura de la ciudad del Cuzco, lleva su nombre, en su propia ciudad por moción presentada en el seno de esta sociedad femenina por la señora Luisa Garmendia de Pacheco, aprobada en sesión de Junta General en el año de 1940.
Bien ha hecho la Sociedad Pro Cultura Clorinda Matto de Turner, en llevar como oriflama de su título social el nombre de la escritora, porque su labor actual es, indudablemente, como la continuación del esfuerzo, del anhelo y de los sueños truncados de la escritora cuzqueña.
La misma señora Garmendia de Pacheco, presentó, todavía en 30 de mayo de 1944 la moción que trascribimos íntegramente por juzgarla un verdadero documento histórico, moción que, tenemos fundadas esperanzas, va a realizarse muy pronto, este cumplimiento entrañaría un acto de justicia y por lo menos un pálido homenaje hacia la mujer cuzqueña que amó y luchó siempre por esta tierra:
“Señora Presidenta de la Sociedad Pro Cultura: la socia que suscribe, teniendo en consideración que es deber de la mujer cuzqueña, rendir homenaje, perennizando los nombres de las ilustres mujeres que han sabido distinguirse en el campo de la literatura, la historia, el magisterio, etc., dando honor y lustre al terruño, presenté en 1940, la moción referente a que la Sociedad Femenina Pro Cultura añadiera a este nombre, el de la ilustre escritora cuzqueña Clorinda Matto de Turner y además la colocación de una placa de bronce conmemorativa en la casa donde nació dicha escritora. Esta moción -aprobada en Junta General- ha sido realizada en parte, es decir la sociedad de su digna presidencia lleva el nombre de la representativa principal de la mentalidad femenina cuzqueña, ostentando también su fotografía en la sala de nuestro local. La próxima celebración del “Día del Cuzco”, ofrece, en mi modesta opinión, una magnífica oportunidad para que la segunda parte de la aludida moción sea realidad, en breve, pues dicha ceremonia de colocación de la placa conmemorativa podía constituir el -número con que Pro Cultura contribuyera al programa de la celebración del Día del Cuzco. Por tanto: Propongo a la consideración de la Sociedad de Pro Cultura Clorinda Matto de Turner, la colocación de la placa conmemorativa, en la casa N° 310 de la Plaza de San Francisco con más o menos la siguiente leyenda: Aquí nació Clorinda Matto de Turner. Homenaje de la Sociedad Pro Cultura. Pido inmediata aprobación y dispensa de todo trámite. Cuzco 4 de mayo de 1944".
Algo más, queremos transcribir las palabras del Dr. Joaquín Lemoine, quien en el año 1887 y en una disertación en el Círculo Literario de Lima, dijo: “Si el Perú sabe comprender su mérito, y estimar el espejo de Luna de Venecia, en que Ella ha reproducido tantos y tantos sucesos y personajes históricos, eternizará algún día, su hermoso busto, en mármol de Carrara, en la Plaza Mayor del Cuzco”.
I para cerrar con la debida y honrosa tapa que será de oro literario, en este caso, permítasenos insertar una carta última recibida de una distinguida poetisa y delicada pensadora cajamarquina la señora Amalia Puga de Losada, amiga y admiradora de nuestra ilustre cuzqueña:
“Miraflores, agosto 30 de 1947. Sr. D. Manuel E. Cuadros E. Cuzco. Muy estimado señor: ....Respecto al objeto principal de su apreciable ya citada, siento no poder decir a Ud. nada de verdadero interés; porque mi amistad con la ilustre cuzqueña sobre quien Ud. está preparando un libro, no fue íntima, ni pudo serlo, en razón de haber pertenecido ella a una generación anterior a la mía. Cuando yo vine a Lima, muy joven, pero ya iniciada en la carrera literaria, las escritoras consagradas tuvieron la gentileza de visitarme y darme pruebas inolvidables de aprecio y simpatía.
La noche de mi incorporación en el Ateneo, (de cuyo centro era Clorinda Matto conspicua socia), el Directorio de la Institución (“que dijo proponerse ofrecer el contraste de mi juventud con la avanzada madurez de otra socia”) designó a la Sra. Fanning para que contestara mi discurso, y de ella y las demás recibí delicadas ofrendas, habiendo sido un ramo de flores lo que me envió la Sra. Matto. Naturalmente, mientras estuve que Lima, cambié con dicha amiga repetidas visitas y asistí a sus “Veladas”, no muy frecuentes entonces; pues ya no era Directora del “Perú Ilustrado”, como antes lo había sido, y de lo cual le habían quedado amargas experiencias, según quejas que le oí expresar muchas veces. Justamente a los dos años de mi llegada a Lima, me casé y me ausenté a Nueva York; y cuando regresé al Perú, ya la Sra. Matto se hallaba establecida en Buenos Aires, en donde había fundado una Revista Literaria, en uno de cuyos números llegué a ver transcritos mis sonetos “Cuadros de la Ilíada”. Algunos años después, supe, con mucha pena, su fallecimiento. Sus restos fueron repatriados cuando funcionaba en Lima la “Conferencia Panamericana de Mujeres”, de la que yo era Vocal, y entonces, cumpliendo un deber de colega y amiga, presenté una moción aceptada unánimemente -como no podía menos de ser -para que dicho organismo se hiciese representar oficialmente por una comisión de su seno, portadora de un aparato floral, en el acto del sepelio definitivo.
Es muy explicable que el Sr. Dr. Giesecke, buen amigo mío y sabedor de lo que dejo expuesto haya pensado que mis relaciones con su eminentemente prima política hubieran alcanzado el grado de intimidad que nunca tuvieron; pero lo que sí puedo asegurar a Ud. es que yo le profesé la merecida simpatía literaria y personal que en vida y en muerte me ha sido grato manifestarle, así como admiré siempre la entereza de carácter que la distinguía. Aprovecho complacida la ocasión que ha querido Ud. proporcionarme, para ofrecerle las seguridades de mi especial aprecio. Muy atentamente. Amalia Puga de Losada.
I he aquí, finalmente, una carta personal de la señora Esther Matto de Giesecke, distinguida prima hermana de la escritora cuzqueña que acaba de corroborar ampliamente nuestra tesis, sobre la, catolicidad y creencias firmes de Clorinda Matto de Turner: “Personal. Lima, 2 de Noviembre de 1947. Sr. D. Manuel Cuadros. Cuzco. Estimado Señor Cuadros:
Al enviarle los datos que solicitó Ud. sobre mi prima Clorinda Matto de Turner de los que tomará Ud. los que crea necesarios para el libro que desea escribir, no quiero ni debo omitir el manifestarle que, en cuanto a sus ideas religiosas, sobre las que algunas personas tienen ideas inexactas, ella, nunca dejó de ser creyente. En sus escritos que tienen siempre un fondo moral, condena los errores que muchas veces causan desgracias irreparables, y exalta la virtud y hasta el heroísmo del verdadero sacerdote católico que, por encima de todas las debilidades del hombre, va por el camino recto, haciendo grandes bienes a la humanidad, como Ministro de nuestra hermosa y santa Religión.
Le agradezco por el recuerdo que hace Ud. de Clorinda. Muy atentamente: Esther M. de Giesecke”.
Que este modesto ensayo sobre la vida y la obra de la ilustre escritora cuzqueña en Paisaje y Obra, Mujer e Historia, sirva para admirar, conocer y amar a tan admirable mujer cuzqueña, porque sólo se puede llegar a querer y amar aquello que bien se conoce.
Cuzco, Octubre del 47.
FINIS CORONAT OPUS.
(1) El Dr. Manuel E. Cuadros es el único autor que utiliza el apellido Usandivares y no Usandivaras como los otros autores (nota del Compilador).
15.- “GUÍA PARA UN ESTUDIO DE CLORINDA MATTO DE TURNER
(Artículo publicado en la revista Cultura Peruana, Volumen XIII N° 58, Lima 1953)
Por Augusto Tamayo Vargas
Dentro de las dimensiones de nuestra Historia Literaria, la biografía de Clorinda Matto viene a constituirse en rico filón de estudio para el descubrimiento de muchos aspectos de “nuestro” siglo XIX.
Su vida no está llena de los angustiosos aspectos pergeñados en la mayoría de los tipos del romanticismo. Al contrario. Es una línea hacia el triunfo. Desde el oscuro poblacho, en que sólo la tradición de Túpac Amaru y de los suyos vive pendiente de su escalofriante muerte, hasta la capital Argentina, donde se bate palmas en su honor. Clorinda Matto pasó de la chácara, el molino y la calleja sucia, el salón “arte nuevo”, a la primera plana de las revistas bonaerenses y al transatlántico que la llevaría en “viaje de recreo” a las primigenias fuentes de la cultura occidental.
Se señalan, a través de esa línea progresiva, cuatro etapas que tienen sus principio y su fin. Sin diluirse. Desde aquí hasta allá, con números y fechas, como ella querría, aplicando las fórmulas científicas y con la inquietud de hallar una certidumbre para todo lo que sea arte, ciencia o literatura.
PRIMER MOMENTO INQUIETUD JUVENIL
Nace en el Cuzco el 11 de noviembre de 1852, (*) Sus padres Ramón Torres Mattos y Grimanesa Usandivaras. Su abuelo paterno fue el doctor José Manuel Torres Matto, quien presidió el Tribunal de Justicia de la Capital Imperial; y el materno José Usandivaras, argentino llegado en las horas de la Emancipación Americana, dentro de las huestes libertadoras del Sur. Por un lado la patriarcal vida del magisterio provinciano; por otro; la aventura militar, el viaje a través de los más accidentados caminos. Por uno, el dogmatismo de los “considerandos”; por aquel, lo imprevisto, la lucha contra las circunstancias, la impresión fatigosa de la geografía vivida, el recuerdo polvoriento de las trochas americanas hechas sobre jungla, roca dura y arena movediza.
El apellido Torres Mattos es transformado más tarde por la propia Clorinda en Matto, con sabor incaico: “cosecha de la coca”, como ella quería ser. Y así, Clorinda Matto típicamente muestra, se ha de desdibujar en Turner, perfectamente ajeno a nuestra realidad fonética.
A los seis años, huérfana de madre, ingresa al Colegio Nacional de Educandas del Cusco; y, apenas cumplidos los diez años, ya edita allí su primer periódico; por esta vez a manuscrito. También, entonces escribe los versos primigenios, dentro de los delineamientos románticos; exaltación de las pasiones como la querían los graves maestros de Iena. Versos que seguramente quemaría en postreros años de serenidad. Dentro del mismo ambiente, contrae enlace con don Juan Turner, caballero inglés radicado en el Cusco, el 27 de julio de 1871, entre el sonido de los cohetones veintiocheros y los repiques de la “María Angola”; y después va a radicar a Tinta, donde se había cumplido en el siglo XVIII, la bárbara masacre de Túpac Amaru familiares y compañeros de revolución. En Tinta -“Killac” de “Aves sin Nido” - tiene una Quinta - como aquella que reproduce en “Índole” - pleno paisaje quebradeño. Continúa desde allí enviando su producción intelectual al “Heraldo”, “El Mercurio”, “El Ferrocarril”, “El Eco de los Andes”, con los pseudónimos más variados; Mary, Lucrecia, Rosario, Adelfa; nombres ingleses, italianos, españoles y alemanes con que firma sus tradiciones cusqueñas. La meta era Ricardo Palma. La intención: seguir al maestro. Pero, en realidad estaba distante de él en gracia., en la inmortal picardía criolla de don Ricardo Palma. Clorinda Matto ofrecía narraciones históricas de interés local; sencillas, es cierto, sin el amaneramiento de Amunátegui, quien asimismo se dedicaba al género. La documentación era valiosa y el plano perfectamente objetivo, sin la fantasía de Hoffman o el remontarse bíblico de Habed - Kaid, como lo afirmaban ya, desde entonces, sus contemporáneos.
En “El Correo del Perú” - fuente originaria de la generación realista peruana - aparecen algunas de sus más antiguas tradiciones. En la edición extraordinaria de Diciembre de 1875 se inserta su conocidísima “El Tambo de Montero”. En la misma revista han de figurar, codo a codo con ella, Mercedes Cabello de Carbonera, Carolina Freire de Jaimes. Manuela Villarán de Plascencia y tantas otras entusiastas de la literatura que agrupaban filas tras la figura venerable de Juana Manuela Gorriti.
Sus tradiciones se insertan indistintamente, desde entonces, en publicaciones nacionales y extranjeras, apareciendo como colaboradora del “Semanario del Pacífico”, “El Porvenir”, “La Cartilla Popular”, “El Obrero”, ”El Álbum”, “La Bolsa”, “La Autonomía”, o “La Alborada del Plata”, ”La Ondina del Plata”, “El Rodadero”, etc. O, también, en el “Times” de Londres.
Y estructurando un grupo o una intención literaria, saca a luz en su ciudad natal. “El Recreo del Cusco”, el 8 de febrero de 1876. Revista de literatura, ciencias, artes y educación, la sub titula.
En ella, con la cooperación de los intelectuales cusqueños aparecen firmas de la capital y es motivo de vínculo estrecho entre la escritora del Sur y los hombres de letras del país y de América. Así se le ve llegar a Lima, en 1877, en medio de una acogida cordialísima. Sus dos maestros y protectores son Ricardo Palma y Juana Manuela Gorriti. Abelardo Gamarra nos cuenta en sus “Apuntes de Viaje” como fue recepcionada y laureada en una de las “más espléndidas” veladas de la Gorriti, la señora Matto, que contaba poco más de veinte años “esbelta y con todos los encantos de la juventud, realzados por los de un talento notable y una educación esmerada”. Después de este excepcional triunfo, Clorinda Matto volvió a Tinta llevándose una corona de laurel, la tarjeta de oro que le entregaron las escritoras reunidas en Lima y las dedicatorias de los poetas que, al estilo de los romanceros, compusieron “estrofas galanas” en honor suyo. El primer capítulo de su vida se cierra el 3 de marzo de 1881, cuando fallece su esposo, dejándola en apremiante situación económica.
SEGUNDO MOMENTO DEFENSA DE SU LIBERTAD ECONÓMICA
El “Tunante” contaría, luego, su nuevo encuentro con ella, allá en Tinta. La vio manejando sus negocios directamente; dueña de un hermoso molino que había levantado dentro de un plan industrial, y plena del espíritu de su biografiada “Maríscala”. Dentro de ese mismo fervor, abandona la provincia de Canchis y se establece en Arequipa, donde desempeña desde el primer momento la jefatura de redacción del diario “La Bolsa”, “Carlota Dimont”, pseudónimo para los comentarios de la vida diaria, surge nuevamente y la ciudad, donde más tarde se levantarán pobladas al grito de “Muera Clorinda Matto; viva la Religión”, es la primera que recoge en libro las tradiciones cusqueñas “Tradiciones, Leyendas y Hojas Sueltas”, con prólogo de Ricardo Palma (1883).
Al dar el espaldarazo a su continuadora, don Ricardo le dice un tanto socarronamente; prolija, juiciosa, documentada. Ese mismo año estrena su drama “Himacc-Summac”. (“El Secreto de los Incas”); y, nuevamente, otra tarjeta de oro de sus comprovincianos residentes en Arequipa. Es una reincidencia en el camino hacia arriba. El doctor Rafael Sánchez Díaz, magistrado en Huaraz, publica como ofrenda a la Matto dos folletos con tradiciones de ella: “Cusi-collar” y “Hojas de un Libro”.
Y por último, en su estada en Arequipa, publica aquel su tratado: “Elementos de Literatura según el Reglamento de Instrucción Pública - Para uso del Bello Sexo”. Dentro del concepto fundamental que anima a Clorinda Matto de difundir la cultura, base para ella de la felicidad humana. La acción culturizadora, la palabra progreso, “La corriente civilizadora de nuestro siglo admirable” son ideas que están permanentemente bullendo en ella.
Con el tono declamatorio de los románticos, con el énfasis y el retorismo de los discípulos de Hugo, Clorinda Matto recogía los ideales positivistas y los aunaba a un cristianismo, a un pietismo suigéneris, que oscilaba entre su animadversión a los curas y su amor por las prédicas apostólicas y por el rezo del rosario que admiraba ver practicar a Ladislao Espinar, en los baños de Huancaro, en años brumosos de la infancia.
El perfil de Clorinda Matto está logrado en Arequipa. Allí ya se ha forjado integralmente su personalidad, recogiendo las diversas corrientes entonces en boga y adquiriendo un estilo que peca, en verdad, de ampuloso, exageradamente inclinado a la comparación. Ello sin lograr evadir el lastre que un sentimentalismo construido artificiosamente sobre un espíritu práctico, definidamente ambicioso, había creado, aplastando materialmente, el contenido rebelde de su pensamiento.
TERCER MOMENTO LIMA, FOCO DE PRODUCCIÓN NACIONALISTA
El tercer cuadro se realiza en Lima. Clorinda Matto llega aquí en 1886, al “ansiado punto central” de la culturización patria, para establecerse definitivamente. Las revistas capitalinas le abren sus páginas y es socia del “Ateneo” y del “Circulo Literario”-donde germina la acción del radicalismo peruano- y mantiene correspondencia con el “Club Literario de Arequipa”. En “El Perú Ilustrado” se encuentra la producción de esta época de la Matto. Tradiciones y Leyendas incaicas se reproducen, asimismo, en “Perlas y Flores” y en “La Revista Social”. Edita un segundo tomo de ellas con prólogo muy expresivo de José Antonio de Lavalle.
El año 1887 se inician las Veladas Literarias en su casa. Antecedentes inmediato; las llevadas a cabo en los salones de Juana Manuela Gorriti; lejano: aquellas las celebradas por Manuelita Orrantia, hermana del que fuera propietario de San Isidro, y que se realizaban en medio del boato colonial. Para sus reuniones contó con la colaboración de Ricardo Palma, Corpancho, Ureta, los Amézaga, la Cabello, la Llona, a la que ofreció singular fiesta de despedida el 2 de junio de 1888. Entre los números señalados y como cosa de “la casa”, Clorinda Matto leyó su tradición “Las Dos Partidas” que reprodujo con las alabanzas de costumbre. “El Perú Ilustrado” del 23 de junio de ese año.
También se realizaban exposiciones pictóricas, como la tan celebrada de Nicolás Palas, que se inauguró el 3 de setiembre del mismo y en que se remarcaban los retratos de San Francisco de Paula, Francisco Pizarro y Ricardo Palma, como expresión del carácter limeño en tres facetas diversas, o tres símbolos de su personalidad.
El 7 de noviembre de 1888 se celebró en casa de Clorinda Matto el aniversario de las Veladas Literarias con una especial actuación dedicada a Juana Manuela Gorriti, como ofrenda a su labor dentro de nosotros y recordándose que había animado desde lejos a que continuara el plan de reuniones que ella iniciara una década antes.
A través de todas estas veladas, el chocolate de Carabaya contribuía intensamente a la producción nacional.
El 5 de octubre de 1889 Clorinda Matto apareció como Directora del “Perú Ilustrado”, defendiendo en su primer editorial la necesidad de llegar a una literatura necesariamente nuestra, integralmente peruanista y subrayando, así la tendencia nacionalista realista del momento cultural, alimentado por la generación del Círculo Literario. Y en aquellos mismos días sale a la publicidad la novela “Aves sin Nido” como reafirmación de ese contenido peruanista aplicado a la novela.
En la Imprenta Bacigalupi, donde se imprimía “Perú Ilustrado” edita en 1890. Clorinda Matto “Bocetos al Lápiz de Americanos Célebres”, El prólogo viene a estar constituido por las notas de Abelardo Gamarra, “El Tunante”, acerca de Clorinda Matto, figura ya, indiscutiblemente de significación en el país y la que en versos, como siempre diabólicos, de Juan de Arona quedara bautizada de acuerdo con su posición, clor-india.
El índice de “Bocetos” contiene las personalidades que la Matto había estudiado anteriormente, valiéndole para diferentes artículos reproducidos en revistas nacionales y extranjeras; allí están Juan Espinoza Medrano, el doctor “Lunarejo”, nacido en el pueblecito de “Calcauso” antigua doctrina de Mollebamba en Aymaraes; Gregorio Pacheco, estadista boliviano; la “Maríscala”, que Clorinda Matto sostiene redescubrir en la historia nacional; el Coronel Manuel Suárez, muerto a los 40 años en la Batalla de Tarapacá; la biografía del Obispo La Raya, defensor en épocas del coloniaje de los derechos de los indios; del general Andrés A. Cáceres, como héroe y como político y de la que fuera decidida panegirista la escritora cusqueña; de la dama María Centeno de Romainville; del héroe del 79. Ladislao Espinar, compañero de infancia, allá en el Cusco; del padre Castro, del arequipeño Morales Alpaca y por último de aquel “cura” inmortalizador e inmortalizado que se llamó Choquehuanca, el fervoroso tribuno de Azángaro, que pronunciara las más bellas palabras en honor de Bolívar.
En 1891 publica también en Bacigalupi y Cia., su novela “Índole” dedicada a don Ricardo Palma, a Emilio Gutiérrez de Quintanilla y a Ricardo Rosell.
En 1893 pública “Leyendas y Recortes”, dedicado a diversos autores peruanos y argentinos considerándose como parte primordial la “Ofrenda a Juana Manuela Gorriti”, con ocasión de su muerte, acaecida el 7 de noviembre de 1892.
Puesta al frente de la dirección del diario cacerista “Los Andes”, editado por la empresa “Matto hermanos” realiza una ardua tarea periodística. En su propia empresa edítala tercera de sus novelas “Herencia” 1895.
Está dedicada esta novela al General Nicanor Bolet Peraza, Director de “Tres Américas”, que se edita en Nueva York.
CUARTO MOMENTO: DESDE LEJOS
La tercera etapa de su vida ha de terminar dentro de las contingencias de la revolución democrática del año 1895. Su filiación cacerista la sindica como enemiga de las aspiraciones populares y su casa es asaltada por los elementos pierolistas. Su hermano el médico David Matto es librado de morir a manos de los revolucionarios, pero no puede evitarse que desaparezca la editorial Matto Hnos. y que Clorinda sea obligada a salir del país. Su paso por el mundo de la política se trunca así en forma sensacional. En Chile, recibe al paso el saludo de los intelectuales de ese país, sin que sea óbice su franca oposición nacionalista y sus referencias a la guerra del 79; y más tarde, en Buenos Aires es acogida, asimismo con voces de aplauso y aliento. Allí ha de anclar apartada desde entonces de la vida peruana, pero manteniendo a través de la distancia, continuados vínculos y estrecho contacto con el desarrollo de la existencia nacional. En 1901 se imprimía en la imprenta “El Progreso Editorial” de Lima su traducción al quechua del Evangelio de San Lucas, reproducido por la Sociedad Bíblica en 1912.
Inéditas quedaron sus novelas “La Excomulgada” y “Sevilla Testamento Póstumo”, que anunciaba en la edición de “Herencia” Tal vez si perdidas en el asalto a su casa o abandonadas por no adecuarse a la nueva posición de Clorinda Matto ya en paz con las autoridades religiosas. Así como también no se imprime su segundo tomo de “Bocetos Americanos” que han de refundirse seguramente dentro de las personalidades que reproduce en “Boreales, Miniaturas y Porcelanas”, editado en Buenos Aires 1902 por Juan Alsina que la autora dedica a la memoria de su padre don Ramón Matto. La parte denominada “Boreales” nos pinta Lima, la revolución de Piérola, la personalidad, para ella indiscutiblemente primordial, de Cáceres, así como las consecuencias derivadas para su familia de la revolución del 95 y su viaje de expatriada a Chile y la Argentina; su llegada a Buenos Aires con el recuerdo a la memoria de su abuelo don José Usandivaras cuyo nombre la liga a la nación argentina. En “Miniaturas” destaca las figuras de algunos hombres representativos de América; nuevos “bocetos”. Y por último en “Porcelanas” se destaca las obras literarias de las mujeres de América.
Allá en Buenos Aires, edita su revista “Búcaro Americano” cuyas oficinas funcionan en Belgrano 1412; su importancia no ha trascendido al menos, al Perú.
También desde Buenos Aires entrega por intermedio de la Sociedad Bíblica sus traducciones al quechua de un evangelio de San Juan y una epístola de San Pablo, la dirigida a los romanos. Contribuciones estas que luego se complementan con su trabajo. “Los Hechos de los Apóstoles”, dentro de un proceso de cristianización de los elementos autóctonos del Perú.
Durante su ausencia no se apartó así de los ideales perseguidos desde la iniciación de su carrera literaria, y que tenían por horizonte la felicidad de la gran masa indígena que poblaba los diversos parajes en que transcurriera su infancia y juventud.
En una ocasión volvió. Hasta el Asilo que dirigiera su hermano David, fue en busca de Mercedes Cabello, ya en camino de silencio, separada de la tranquilidad y del esplendor y que representaba dentro de la misma medalla acuñada, el anverso; junto sí, pero muy diferente.
En 1908 salió nuevamente de la capital argentina (27 de mayo) a bordo del “Savoia”, con rumbo a Europa. En Francia, en España, se celebra su obra intelectual, como representante de un mundo nuevo. Su nombre se asocia al de aquella otra americana del norte que expusiera, asimismo, el color de los esclavos en “La Cabaña del Tío Tom”.
Clorinda Matto recoge, como trueque, muestras de arte, colecciones literarias, con esa manifiesta inquietud culteranista que presidió toda su vida. Con un poco de pedantería muy femenina, y con un mucho de afición e interés. Regresa a América a bordo del mismo “Savoia”, en diciembre de 1908. En Valencia donde Sampere y Cia., se edita su libro “Viaje de Recreo” que dedica a sus hermanos David Matto, y esposa y Daniel Matto ya fallecido padre del actual Coronel Daniel Matto, a quien tuviera a su lado en Buenos Aires. El libro no salió a la publicidad sino después de su muerte.
El 25 de octubre de 1909 murió Clorinda Matto en Buenos Aires. Diarios y revistas de toda América recordaron la personalidad de la escritora. Sus editores se suman al duelo y en “Viaje de Recreo” queda impreso el sentimiento de la casa española encargada de su publicidad. Se cita su nombre en la historia literaria no sólo del Perú sino del Continente, recordándosele entre las invitadas de honor del Congreso Americanista que habla de llevarse a efecto en Buenos Aires en 1910. Sus restos son posteriormente trasladados a Lima, mientras en la capital argentina se inscribe un centro cultural bajo su nombre. Incuestionablemente Clorinda Matto fue una figura popular. No le tocó el abandono. Luchadora cien por ciento, acrecentó su labor por encima de los manifestantes que la execraban por excomulgada, y de las imprecaciones de los grupos políticos que asaltaron su casa; y se encontró con un reconocimiento intelectual que ella aspiraba y con un mundo social que le abrió sus puertas en todas partes como ella quería.
(*) José Gabriel Cosio ha revelado recientemente, a base de documentos que Clorinda Matto de Turner nació en el Cuzco el día 11 de noviembre del año 1854 y no en 1852. Inclusive, otra persona, ha llegado a señalar el lugar de la mansión donde viera la luz la destacada escritora situada entre las calles Garcilaso, Plaza San Francisco y Granada del Cuzco. (N. de la R.)